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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Alejo Vidal-Quadras - (Barcelona, 1945), Doctor en Ciencias Físicas y Catedrático de Física Atómica y Nuclear, desarrolló entre 1968 y 1989 una fecunda trayectoria en los campos de su especialidad: la Física de las Radiaciones, la Radioactividad Ambiental y la Radioprotección. Ha ejercido su labor investigadora y docente en la Universidad de Barcelona, en la Universidad Autónoma de Barcelona, en el Centre de Recherches Nucléaires de Estrasburgo y en el University College de Dublín. Ha sido Senador en representación del Parlamento de Cataluña y presidente de la comisión de Educación y Cultura del Senado entre otras responsabilidades institucionales. Fue presidente del Partido Popular de Cataluña durante el período 1991-1996 y candidato a la presidencia de la Generalitat en 1992 y 1995. En su etapa al frente del partido, el PP triplicó sus escaños en la Cámara catalana, así como el número de concejalías en Cataluña. Vidal-Quadras fue Diputado del Parlamento Europeo y Vicepresidente de dicha Cámara de 1999 a 2014, donde fue asimismo miembro particularmente activo de la Comisión de Industria, Energía e Investigación. En abril de 2008 recibió la Orden nacional francesa de la Legión de Honor en la categoría de Oficial, por su decisiva labor legislativa en el campo de la energía. Entre sus libros podemos citar Cuestión de fondo (1993), En el fragor del bien y del mal (1997), Amarás a tu tribu (1998), y La Constitución traicionada (2006). Es colaborador habitual del grupo Intereconomía.@VidalQuadras"""
Alejo Vidal-Quadras - (Barcelona, 1945), Doctor en Ciencias Físicas y Catedrático de Física Atómica y Nuclear, desarrolló entre 1968 y 1989 una fecunda trayectoria en los campos de su especialidad: la Física de las Radiaciones, la Radioactividad Ambiental y la Radioprotección. Ha ejercido su labor investigadora y docente en la Universidad de Barcelona, en la Universidad Autónoma de Barcelona, en el Centre de Recherches Nucléaires de Estrasburgo y en el University College de Dublín. Ha sido Senador en representación del Parlamento de Cataluña y presidente de la comisión de Educación y Cultura del Senado entre otras responsabilidades institucionales. Fue presidente del Partido Popular de Cataluña durante el período 1991-1996 y candidato a la presidencia de la Generalitat en 1992 y 1995. En su etapa al frente del partido, el PP triplicó sus escaños en la Cámara catalana, así como el número de concejalías en Cataluña. Vidal-Quadras fue Diputado del Parlamento Europeo y Vicepresidente de dicha Cámara de 1999 a 2014, donde fue asimismo miembro particularmente activo de la Comisión de Industria, Energía e Investigación. En abril de 2008 recibió la Orden nacional francesa de la Legión de Honor en la categoría de Oficial, por su decisiva labor legislativa en el campo de la energía. Entre sus libros podemos citar Cuestión de fondo (1993), En el fragor del bien y del mal (1997), Amarás a tu tribu (1998), y La Constitución traicionada (2006). Es colaborador habitual del grupo Intereconomía.@VidalQuadras"""

El elefante separatista en la habitación

1 de febrero de 2017

Es conocida la expresión inglesa “an elephant in the room”, un elefante en la habitación, que alude a la existencia de un problema de considerable magnitud que todo el mundo percibe, pero que resulta tan difícil e incómodo, que nadie habla de él y al fingir que no existe se va demorando la solución, de tal forma que a medida que pasa el tiempo el animal se va haciendo cada vez mayor hasta el punto en que ocupa la totalidad del espacio disponible y el edificio, incapaz de ya de albergarlo, estalla y se rompe en pedazos. Pues bien, desde hace tres años en España tenemos un gigantesco proboscídeo en nuestro territorio, concretamente en la esquina noroccidental de la península, cuyo tamaño se va incrementando y que las elites políticas del país ignoran deliberadamente porque su envergadura las amedrenta y no se atreven a tomar las medidas necesarias para acabar con la amenaza que representa.

En particular el Gobierno de la Nación y su impávido Presidente se han puesto a la cabeza de este silencio ominoso, que contrasta con el estrépito que el voluminoso cuadrúpedo arma cada día en los medios, en el Parlamento de Cataluña, en el Congreso de los Diputados, en el Parlamento Europeo, en la sociedad civil catalana y en el palacio de la Generalitat, ruido ensordecedor que se oye hasta en el último rincón de España menos curiosamente en las sedes de los dos grandes partidos nacionales y en La Moncloa. La estrategia frente al tsunami político que se divisa en el horizonte y que avanza inexorable hacia nuestras playas ha consistido hasta ahora por parte del PSOE en proponer por una parte una vaga fórmula federal asimétrica que, por supuesto, ha sido rechazada sin paliativos por los independentistas y, por otra, en asistir impotente a los coqueteos oscilantes de su socio el PSC con los nacionalistas. En cuanto al PP se ha refugiado en la acción de los tribunales promovida por la fiscalía y por la abogacía del Estado y se ha limitado a contemplar sumido en la parálisis como desde el bando secesionista se desobedecen sistemáticamente las sentencias y se reitera que sus planes de construcción de una nación soberana desgajada de España no se detendrán diga lo que diga el Tribunal Constitucional, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña o cualquier toga que se les ponga por delante.

Cada vez que Puigdemont, Munté, Junqueras, Homs, Forcadell, Rufían, Tardá, Mas, o cualquiera de los numerosos portavoces del separatismo rampante anuncian con complacida insolencia que la consulta tendrá lugar antes de Septiembre de este año y que se convocará y llevará a cabo con o sin el consentimiento de las instancias centrales del Estado, la reacción del Gobierno en boca de su máximo responsable o de la Vicepresidenta o del ministro de Justicia -el actual titular de Exteriores es afortunadamente más discreto en este tema que su locuaz predecesor- consiste invariablemente en recordar que tal iniciativa desborda la Constitución y que, por tanto, no ocurrirá, como si el texto de nuestra Carta Magna tuviera por sí solo virtudes taumatúrgicas capaces de hacer entrar en razón a las fuerzas centrífugas desatadas en Cataluña.

La realidad es que dos trenes que circulan por la misma vía en sentidos opuestos acaban chocando aunque uno de los dos esté parado, a no ser que alguien pise el freno o active un desvío antes de la fatal colisión. En otras palabras, la ley no se cumple por el mero hecho de que los magistrados dicten una sentencia, ha de actuar también un poder efectivo de naturaleza física que la haga cumplir. Si un delincuente es enviado a prisión por un juez tras

el correspondiente proceso, es indispensable que unos policías lo esposen, lo metan en un furgón y lo transporten a la institución penitenciaria donde cumplirá su pena. Allí unos funcionarios lo conducirán a su celda y velarán por que no se escape. Pues bien, con el elefante separatista que el Gobierno se niega a ver, sucede lo mismo.

Llegado el momento, cuando la Generalitat publique los censos, disponga los colegios electorales, imprima las papeletas, distribuya las urnas que en esta ocasión no serán precisamente de cartón, despliegue los Mossos para velar por el buen orden de la operación y anime en TV3 en prime time a los ciudadanos a participar, no bastará con que el Tribunal Constitucional invalide la convocatoria ni con que Soraya Sáenz de Santamaría con su aire de alumna aplicada advierta de la ilegalidad del montaje. Todo eso a los separatistas les da igual, seguirán adelante y además harán mofa y befa del Gobierno, del poder judicial y del resto de españoles que contemplarán atónitos el espectáculo de la trituración del Estado de Derecho.

El Gobierno, si quiere evitar la liquidación de España como Nación con cinco siglos de historia, deberá utilizar, además de las herramientas constitucionales y jurídicas a su disposición, los instrumentos efectivos con los que cuenta, tanto si le gusta como si no, y habrá de sacar el coraje necesario para hacer valer su autoridad y el imperio de la ley. Concretamente, tendrá que ordenar a las fuerzas y cuerpos de seguridad, policía autonómica catalana incluida, que impidan la votación cerrando los colegios, barrando el acceso a los mismos y deteniendo a aquellos que se resistan violentamente, si tal hecho se diera. Por supuesto, es aconsejable que tenga preparada una respuesta adecuada a las posibles algaradas que se monten en esa fecha nefasta.

El elefante está ahí ante nuestros ojos y no desaparecerá por mucho que juntemos los párpados. Más vale aceptarlo y actuar en consecuencia o resignarse cobardemente a que la matriz de nuestros derechos y libertades y de nuestra presencia en el mundo se disuelva y sólo quede de ella, en melancólica imagen orteguiana, un rastro de polvo que el tiempo disipará hasta borrar su recuerdo.

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