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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

¡Hasta siempre profesor Barea!

15 de septiembre de 2014

Hace una semana que nos ha dejado el economista y catedrático, José Barea. El que fue director de la Oficina de Presupuesto de la Presidencia del Gobierno con José María Aznar ha fallecido a los 91 años tras una vida profesional dedicada a la Administración, a la Universidad y a la empresa pública.

Mucho se ha escrito en estos últimos siete días sobre Barea. No han faltado las noticias, artículos y obituarios que ensalzan la figura y la trayectoria de un hombre que con sólo 18 años ganó su plaza de funcionario de la Hacienda Pública y desarrolló una actividad impecable que ha sido reconocida por múltiples instituciones.

Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Complutense de Madrid, diplomado en Técnicas de Planificación, y catedrático de Hacienda y Contabilidad de la Escuela de Comercio de Madrid, José Barea también fue profesor de la Escuela de Administración Pública de Alcalá de Henares y profesor adjunto de la cátedra de Economía Financiera de la Facultad de Ciencias Económicas de la Autónoma de Madrid.

Méritos, conocimiento y sabiduría hicieron que fuera respetado por todos los partidos políticos y los agentes sociales. No en vano, y con la llegada del PSOE al poder en 1982, fue nombrado presidente del Banco de Crédito Agrícola (BCA), para un año más tarde ser elegido vicepresidente del Comité Central de Confederación Internacional de Crédito Agrícola.

También fue subdirector general de Inversiones, Financiación y Programación, Director General del Tesoro y Presupuestos, subsecretario de Presupuestos y Gastos Públicos y Secretario de Estado para la Seguridad Social. Pese a todos estos cargos ligados a la Administración Pública si algo destacó de Barea fue su perfil más técnico que político.

El mismo lo decía: “Yo no me dejo manipular ni ahora ni nunca”. Todos los que tuvimos la suerte de conocerlo lo reconocemos en la definición que José Ángel Sánchez Asiaín hizo de él y que decía que era “un hacendista curtido y minucioso, cuyos únicos señores fueron, el Estado, la ética, el rigor y la equidad”.

Hombre preocupado por el comportamiento del sector público y la protección social, fue un experto en servicios públicos, especialmente en Sanidad, Pensiones y Seguridad Social. Varias de sus recomendaciones hicieron que la opinión pública pusiera el grito en el cielo. No le importó porque era, ante todo, un fiel servidor de España.

Barea encandilaba como profesional pero también como persona. Recuerdo las múltiples lecciones magistrales que nos ofreció en los diversos seminarios, congresos y en el Máster de Urgencias, del que soy director. La sostenibilidad del Estado de Bienestar, y concretamente del sistema público sanitario, eran temas que le apasionaba. De ahí, que en nuestro campo fuera conocido como el economista de la Sanidad.

De hecho, tuve la suerte de codirigir con él la tesis doctoral del profesor Ignacio Abásolo sobre la Economía del gasto sanitario en Canarias. También fue miembro de la Fundación Canaria de Salud y Sanidad de Tenerife, que presidí en la anterior legislatura, y que sin duda ha sido la más importante que ha tenido el Cabildo de

Tenerife, gracias a contar con la experiencia y a la formación envidiable de sus patronos, entre los que se encontraba.

Diversas fueron las conferencias que ofreció en la Universidad de La Laguna. Creemos no exagerar si afirmamos que se estuviera de acuerdo o no con él, sus ideas llegaban a todos. La pasión con la que hablaba, la seguridad que transmitía impregnaba todos los foros a los que acudía. Sus numerosos premios y distinciones como el Premio Rey Jaime I de Economía, el Premio de Investigación del Instituto de Estudios Fiscales o el Premio CEOE de las Ciencias, entre otros muchos, son buen ejemplo de ello.

Una eminencia a nivel europeo que defendía a ultranza el principio que rige toda economía familiar: no se puede gastar más de lo que se ingresa. Con este pensamiento, el profesor Barea fue una pieza clave en la recuperación económica en la etapa de Aznar. Para la historia reciente de nuestro país quedará siempre su aportación en documentos tan importantes como el Plan de Estabilización de 1959, los Pactos de Moncloa o la reforma tributaria de 1978.

Decía Henriqueta Lisboa que “el maestro deja una huella para la eternidad; nunca puede decir cuando se detiene su influencia”. Estamos seguros de que, en este caso, no hay frase que pueda resumir mejor la vida de José Barea.

Hasta siempre profesor…

 

 

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