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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La Preysler no necesita bolas chinas

23 de junio de 2015

A los que tildan de indecoroso el romance del verano hay que recordarles que el karma siempre vuelve. Si una tiene la poca vergüenza de robarle el marido a su tía lo menos que puede pasarle es que la abandonen a una por otra mejor. Aunque el karma tarde en volver, siempre lo hace a modo de boomerang. 

En los confines matrimoniales Patricia fue editora en lugar de en consejera, secretaria en vez de compañera, madre antes que amante. Cuando una se convierte en estricta gobernanta ni siquiera 50 años de entrega/dictadura le salvan a una de la inocente candidez de una sexagenaria voluptuosa. 

Surgen de repente filipinas a las que no les hacen falta bolas chinas para inspirar canciones de hoy y de siempre (visto lo visto Julio no le había robado lo mejor de su vida ni de lejos). Musas que se convierten en aristócratas para después despreciar el marquesado y transformarse en ladys de la intelectualidad mas progre. Con elegancia, sin estridencias, con savoir faire y haciendo caja. 

– Ambrosio: ¿No tendrás un Ferrero Rocher para Marito? 

La Preysler siempre ha sabido sentarse con inteligencia en el incómodo vagón que es la vida. ¿Quién si no puede vivir en VillaMeona organizar allí pijama parties a los 60, atiborrarse de hotdogs y seguir ostentando el título de reina de la fiesta de fin de curso? 

Mientras la nueva pareja afina las juntas de su amor a golpe de baldosa, Patricia Llosa se las tendrá que apañar sola frente a una cucaracha, subirse sola la cremallera del vestido, aprender sola a prender los plomos cuando se vaya la luz … Y sólo le quedará marcharse a la India, convertirse al budismo, mutar en alcaldesa Podemita, rodearse de gatos y atiborrarse de helado viendo Bridget Jones. 

La primísima no ha tenido que drogarle con pentotal sódico para que confesase su traición.Tan arrebolado está Vargas por su nueva pasión que no se ha tomado siquiera la molestia de negarla, le ha estampado su humillación en portada de ¡Hola! Ni un atisbo de duda frente al abandono. 

Fría revancha del destino. 

Lástima que la tía Julia se quedase a sólo unos años de poder disfrutar su venganza.  En el cielo una no se regodea con bajos instintos como el resentimiento o el deleite de la desgracia de quien te destrozó la vida, ni siquiera se goza de un «¡toma ya!» o un «te lo tenias merecido por robamaridosdetias.» 

Yo sólo lo siento por Tamara que a este paso tiene mas papeletas de llevar la cola del vestido de su madre que de pronunciar el sí quiero. 

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