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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El dólar es Rey

1 de enero de 2017

Cuando en 2013 los guardias revolucionarios islámicos iraníes entraron en guerra abierta en Siria para apoyar a un derrotado Bashar AlAssad, su jefe Ali Jafari dijo «nosotros no somos como los norteamericanos, no abandonamos a nuestros amigos». Una frase más, pero estos últimos meses de 2016 han visto el triunfo de Al Assad, aceptado ya por Turquía firmando en Moscú una paz junto con Irán y Rusia. El triunfo shia sobre sunni se ha producido. Irán es el poder regional, lo que EE UU llevaba tratando de evitar desde 1979. Rusia, la gran ausente desde 1989, es hoy capaz de sentar a la misma mesa a Al Assad y Erdogan. Arabia Saudí, el gran aliado norteamericano desde 1950, anuncia que va deshacer sus inversiones en EE UU.

La primavera árabe del 2013 ha sido anulada, menos en Túnez; la gran operación de democratización y modernización del mundo árabe impulsada por la OTAN ha resultado algo peor que un fracaso, un error. Israel ha tenido en la ONU su mayor derrota diplomática con la abstención norteamericana.

So what? Económicamente EE UU ha dejado de depender del petróleo importado, va camino de convertirse en el primer productor por encima de Arabia Saudí. El dólar es la moneda más fuerte de la economía más fuerte del mundo. La primera economía en desarrollo tecnológico, con la mayor cantidad de  primeras universidades  del mundo, todo ello con pleno empleo. Es el futuro. 

Rusia, mientras tanto, está totalmente dependiente del precio del petróleo y del gas, como Arabia Saudí, como Irán. Lo que les une, les separa. Sociedades autocráticas, en el mejor de los casos, que no pueden dar a sus ciudadanos el bienestar social y económico. El optimismo económico es máximo en las bolsas norteamericanas, el ahorro mundial quiere dólares con tipos al alza. Norteamérica aspira a ser el destino más atractivo para la inversión internacional bajo el presidente Trump y el Congreso republicano, con un gobierno de millonarios que promete gobernar para ganar en todos los campos como objetivo político.

Siria será parcialmente gobernada por Al Assad, pero con una parte de su territorio en manos de guerrillas y una economía que ha retrocedido varias generaciones. Su futuro es muy preocupante. Ni Rusia ni Irán tienen recursos para ayudarla. Influencia económica y política se separan. 

China, el país emergente más rico, mantiene su crecimiento, pero corre riesgos de una gran burbuja de deuda que se comerá una parte considerable de sus tres billones de dólares de reservas y ya lleva un año viendo el dinero marchándose ante la previsión de una moneda débil. En 2017 puede ver bajar sus reservas a un nivel peligroso para sus necesidades y su estabilidad. Pero nadie duda de que China, gobierno y ciudadanos, tienen decisión política.

El orden mundial cambia ante nuestros ojos. De los equilibrios westfalianos apoyados y explicados por Kissingenger nos adentramos en un desequilibrio entre decisión política y poderío económico. Lo que Ian Bremmer llama ya el G0. La UE, la gran beneficiaría de la pax americana, es la única que puede competir por el poderío económico con una moneda  mundial,  como lo demuestra su poderoso superávit exterior, ya que el mundo quiere dólares con intereses al alza pero prefiere los productos europeos. Pero para ello, necesita superar sus instintos centrífugos. El año 2017 nos mostrará en este sentido muchas cosas, aunque, en todo caso, los europeos no tenemos ninguna gana de tomar decisiones geopolíticas. Las ultimas han sido Libia y Ucrania.

Putin, en su conferencia de prensa para  cerrar 2016, ha reconocido la supremacía militar de Washington, pero también ha dicho que la decisión política rusa la hace no temer a nadie. Su interpretación de que la OTAN orquestó en 2013 un golpe antidemocrático en Ucrania al respaldar a los proeuropeos del Maidan frente al presidente Yanukovich, le llevó a tomar decisiones desconocidas en la Europa de los últimos 60 años. Decisión política por un lado y capacidad económica por otro, una rara combinación en la historia que puede dejar con la sensación que esta dicotomía no durara. El hoy todo poderoso dólar impone su ley en países desarrollados y emergentes. ¿Estamos ante un preámbulo de un Presidente  Trump indiscutido, o es solo que los tipos son mas altos en EE UU para compensar su déficit exterior?

 

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