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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Regalos de Obama

20 de febrero de 2017

No resultaría llamativo que después de ocho años como presidente del país y la economía más poderosos del mundo se hubiera hecho un exhaustivo análisis de la Norteamérica que hereda Donald Trump, dentro y fuera de sus fronteras. Pero entre las peculiaridades de Donald trump está también que el legado, positivo y negativo, de Obama parece dejarse para mejor momento, tanta es la intensidad que ha generado y genera Trump. Desde el punto de vista económico lo mejor de Obama ha venido al final. Después de navegar la crisis financiera de 2008, herencia en este caso de su antecesor George W. Bush, con un crecimiento bajo, con baja inflación y débiles salarios, desde el pasado verano todos estos elementos han repuntado. La bolsas lo reflejan, pero los datos también. El crecimiento que ha estado entre otras cosas lastrado por la reducción de inventarios apunta un sólido 2017, la inflación ha superado claramente el riesgo de la caída de precios y está ya cerca del 2% y el mercado laboral ve crecer empleo y salarios. Trump hereda una economía sólida, lo que en política de forma contraintuitiva no es siempre lo mejor. Con un ciclo económico maduro la nueva administración vivirá una desaceleración, lo que no suele gustar a los votantes. Tampoco se trata de argumentar que lo bueno sea heredar una recesión, pero no cabe duda que en la economía de mercado los ciclos existen y ahora también.

Trump y su equipo lo sabían y lo saben, el número de millonarios y banqueros en la nueva administración  indica que son personas avezadas en el funcionamiento de los mercados. Haciendo de la necesidad virtud Trump planteó una propuesta electoral de relanzamiento económico, más inversiones y menos impuestos con menos regulación. El relato era devolver a la clase media su bienestar perdido. La propuesta fue popular y los mercados parecieron acogerlo bien, impulsados por buenas noticias económicas en muchos sitios: países emergentes, UE, China, previsiones de beneficios de las empresas. El llamado efecto Trump, del que todos hemos hablado, debía mucho a una economía mundial que salió del verano pasado con pujanza. Pero todo, hasta lo mejor, encuentra dificultades y Trump empieza a encontrar las suyas. En temas geopolíticos y comerciales sus planteamiento de vuelta al bilateralismo no han sido bien recibidos ni en oriente ni occidente, lo que era de esperar. En Asia, pese a haber suspendido el tratado de libre comercio del Pacífico, ha vuelto a las posiciones tradicionales con China y Japón. Pero todos recelan de sus posiciones sobre manipulación de monedas.

Pero donde las cosas pueden moverse  pronto hacia donde no le conviene al gobierno Trump es en tipos de interés y en cotización de monedas, es decir en política monetaria. La subida de la inflación ya en el entorno del 2% es una realidad y ese es el objetivo de la FED, quien ha anunciado que está dispuesta a subir tipos. Así sólo EE.UU de las grandes economías subiría tipos. Además el mercado laboral norteamericano con un paro por debajo del 5% sólo tiene una dirección para los salarios, hacia arriba. La OPEP está cumpliendo sus acuerdos de limitar la producción, incluida Rusia, por lo que el petróleo tiene ya un suelo firme por encima de los 55$. Tipos al alza en este escenario sería dólar al alza, por mucho que Trump haya intentado con sus declaraciones que no fuera así, rompiendo aquí también una larga tradición de no apostar públicamente por una moneda depreciada.

Tipo de interés al alza es el principio del fin de un ciclo. Trump y su gente lo saben muy bien. ¿ Quién sube los tipos? A largo el mercado, a corto el banco central. La FED tiene ya tres vacantes libres para que Trump las nombre, que pueden ser dos más cuando Janet Yellen y Stanley Fisher vean vencidos sus actuales mandatos en 2018 y prefieran no seguir. La tentación de intervenir puede entonces ser muy fuerte, coincidiendo con la mitad del mandato del presidente más controvertido. Introducir dudas sobre la independencia de la FED son palabras mayores, dentro y fuera de EE.UU. Pero asistir a una subida de tipos que produzca un aterrizaje de la economía  no será fácil para Trump. Todo apunta hoy a que algo parecido vamos a vivir. Es cierto que para entonces las elecciones en países europeos de 2017 ya habrán despejado  incógnitas políticas, el BCE es posible que sin subir tipos sí habrá terminado el QE  lo que robustecería al euro. También es más que posible que Trump, como todos los presidentes  norteamericanos, tenga poco favorables elecciones en mitad de su mandato  y que la confianza en su capacidad para hacer una economía mejor para todos esté en duda. Los nombramientos de Trump han sido casi todos llamativos, pero las próximas nominaciones para la FED y desde luego quien sustituya a Janet Yellen como presidente serán una gran prueba de su capacidad de auto contención sobre el dólar.

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