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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Viene competencia en impuestos y regulación

2 de diciembre de 2016

Las reglas del juego están a punto de cambiar en las relaciones entre los países industriales. Eso no quiere decir que volvamos al proteccionismo de los años 20 del pasado siglo. La economía mundial lleva varias décadas de integración, finanzas internacionales y cadenas de manufacturas integradas. El desmontaje de todo eso no podría hacerse sin un cataclismo político. Pero los intentos de armonizar políticas regulatorias , sobre todo en el sistema financiero , y políticas tributarias tienen dos importantes gobiernos mucho menos interesados que en el pasado  reciente.

 

Muchos pensarán en la nueva administración norteamericana y no les falta razón. Pero mucho más cerca de la UE suena ya la música de la competencia regulatoria y fiscal, UK va a intentar aumentar su atractivo de no estar en la UE precisamente por esos caminos. La UE y especialmente la zona euro son campeones en eliminar ventajas comparativas. La batalla de Irlanda y Apple por un lado y la Comisión Europea por otro, trata de eso.

 

Los llamados países centrales nunca han escondido su disgusto frente al modelo irlandés de tipos impositivos ultrabajos para sociedades y empresas, como un eficaz método de atraer inversiones. Las sucesivas luchas contra el fraude fiscal consiguieron un gran triunfo cuando EE.UU desmontó el secreto bancario en Suiza, y en teoría hasta Austria y Luxemburgo van a suprimirlo. Veremos si la nueva UK post Brexit no nos da una sorpresa al otro lado del canal. No creo que nadie espere que EEUU vaya a desmontar Delaware.

 

Si UK y EE.UU sitúan el impuesto de sociedades en el entorno del 15% la batalla está servida, lo que parece más próximo que lejano según las recientes declaraciones del nuevo Secretario del Tesoro norteamericano, Steven Mnuchin. Sumemos a eso el freno y marcha atrás de la regulación bancaria salida de la crisis del 2008, como está  anunciando la futura administración Trump, y que será un instrumento para mantener la industria financiera en la City. Los británicos se han ido de la UE por y para algo, puede que no les salga del todo a cuenta pero lo van a intentar. No será la primera vez que EEUU impulsa una reforma financiera y luego no la implementa: ya sucedió en los años 90 con Basilea II.

 

Si el supuesto y socorrido proverbio chino de que las dificultades contienen oportunidades es cierto, la UE debería meditar sus opciones en ambos temas. Desde luego deberían hacerlo los llamados países periféricos, que han visto sus condiciones de acceso al euro sustancialmente transformadas, en gran parte por sus propios errores,  todo hay que decirlo.

Los fabulosos diez primeros años del euro con importantes aumentos de renta en las poblaciones periféricas, financiados con aumentos de deuda y pérdidas de competitividad, dieron paso a las devaluaciones internas a partir del 2010 en esos mismos países. Entrando en el 2017, y desde 2015, la zona euro ha ido abandonando la restricción monetaria y fiscal del periodo del 2010 al 2013. Pero estamos lejos y seguramente no vamos a llegar a una deflación alemana (que mantiene un récord mundial del  9% de superávit exterior).

Por suerte los tiempos políticos actuales son poco propicios al centralismo fiscal desde Bruselas y la Comisión lo sabe evitando los conflictos, como hemos comprobado España y Portugal esta semana. Nada se valora hoy más en Bruselas que países no gobernados por » populistas «, aunque no se valore el gran esfuerzo social y ciudadano de las devaluaciones internas para mantenerse en el euro y en parte salvarlo .

 

Sea por lo que sea y ante el inevitable replanteamiento de la zona euro, los países periféricos estarían más que legitimados para conseguir al menos un paréntesis en la armonización fiscal y en el incremento regulatorio. Por mucha devaluación interna que hayan acometido, sus ventajas comparativas son minúsculas con una Alemania sin deudas y con la misma moneda.  Si el desafío anglosajón por inversiones y crecimiento se plantea será el sálvese quien pueda.

 

Que las cosas han cambiado después de Trump y el Brexit parece difícil de discutir, en concreto en política económica y comercial. Pero también hace tiempo que la credibilidad del proceso europeo ha entrado en crisis, casi todos los países empezando por Alemania quieren renacionalizar políticas. Es difícil saber hoy cuáles serán las consecuencias del Brexit para unos y para los demás, pero el temido precedente del primer abandono, que se evitó en Grecia, se ha producido con UK. No se ve a la actual Comisión con autoridad para plantear una nueva agenda, el socorrido recurso a una convención, ya fue quemado por Francia con la non nata Constitución Europea . Quizás las cosas se van a quedar como están por un tiempo. Lo que ya sabemos no es suficiente para hacer frente a una nueva crisis con la política macro dividida entre el BCE y los gobiernos nacionales. Cada cuál debe ir sacando sus conclusiones.

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