Y que está muy bien:
http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1350931?sp=y
Y una aclaración a algunos lectores. Este Blog no es una página pontificia dedicada a recoger y comentar todo lo que el Papa hace o dice. Para eso hay otras páginas y jamás he querido dedicar esta torre cigoñil a eso. Su campo es mucho más amplio que el pontificio. Riegan pues fuera de tiesto quienes me reclaman otra cosa. Y es bastante estúpido decirme como tiene que ser mi Blog. Si quieren uno así que lo hagan ellos.
Pretendiendo que sea un Blog que habla de la Iglesia claro que en él aparece en no pocas ocasiones el Papa. Y creo que siempre tratado por quien lo escribe con respeto aunque en ocasiones no exento de preocupación. Otra cosa son los comentaristas. Los hay absolutamente francisquistas, críticos y hasta hipercríticos. Pero eso será responsabilidad de ellos y no mía. Excesos impresentables los borro, tal vez en alguna ocasión se me puede escapar alguno aunque dedico muchísimo tiempo a leer lo que comentan. Sin embargo los dias tienen veinticuatro horas y yo más cosas que hacer.
Pienso, lo he dicho en ocasiones, que ocultar críticas que existen, justificadas o no, es un flaco favor a la Iglesia y al mismo Papa. Bueno es que se conozcan y que luego se valoren en lo que valgan. Por supuesto que algunas no valen nada. Otras algo o más que algo.
El Papa, faltaría más, dice muchas cosas buenas y algunas que a mí me preocupan. Y soy yo el dueño de mis preocupaciones. Que serán acertadas o no. Aunque sea muy cauteloso en manifestarlas. Otra opción que he asumido porque me da la gana. A unos les parecerá bien y a otros mal. Si alguno quiere una página contra el Papa se ha equivocado de sitio. Aunque tampoco sea una página en éxtasis ante todo lo que el papa haga o diga. Un amigo me dijo recientemente que él no leía nada de este Papa. Porque lo que decía bueno ya lo sabía y lo que decía malo prefería no conocerlo. No me perece acertada su postura. Es bueno saber de lo bueno para confirmarnos en ello y tambien conocer lo que nos preocupa para situarnos en la realidad eclesial y no en el cielo. Que no está en este mundo.
