El buenismo es muy bonito pero no resuelve los problemas. Ya puede el Papa plantar olivos en el vaticano o donde se le ocurra, reunirse con judíos y musulmanes, pues siempre encontrará personas dispuestas a reunirse, que la dura realidad se impone al Papa y a Tauran. Y la masacre continúa.
Hubo quien reprochó al Papa el ponerse de perfil ante las niñas secuestradas en África, Asia Bibi o las matanzas de cristianos en Siria e Irak. La barbarie alcanzó tales proporciones que Francisco se sintió en la obligación de decir algo y nos soltó aquello que más bien parecía un chiste de Gila. Hay que impedir eso, no puede seguir pero, cuidado, sin guerra, sin bombas. ¡Qué bonito! A la paz por el chupa chups. Pues vaya usted Santo Padre al IS y dígales que sean buenos, que amen a todo el mundo, que en vez de degollar y crucificar abracen a todos como él va a abrazarles… Y ya verá el resultado. Veo que hay personas que reclaman el fin del pontificado de Francisco. Estoy seguro de que todas ellas recomendarían el viaje de Su Santidad al IS.
El Secretario de Estado, cardenal Parolin, tiene que enfrentarse a la dura realidad y no a contar nubes. Y reclama la violencia contra el IS. Proporcional, dice. Pues claro. Nadie postula un bombardeo que acaba con todas las vidas, de combatientes o no combatientes, en ese califato. Va a resultar que no es cierto aquello de que la violencia es mala venga de donde venga. O que el cardenal Parolin no se ha enterado de lo que se debe decir.
Personalmente creo que se ha enterado totalmente. De lo que hay que decir y de lo que dicen otros.
