«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El tesoro que no cualquiera merece: La virginidad

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¡Mujer, varón, respetad vuestra virginidad, respetad vuestro cuerpo, que es un tesoro muy íntimo!
 
Qué hermoso es poder llegar el día de la boda, cuando prometas delante de Dios a tu futuro esposo o esposa serle fiel para toda la vida en todo momento y circunstancia, diciéndole… «mi amor, te fui fiel aún antes de conocerte, y me guardé para ti toda mi vida. No me entregué a otro hombre (u otra mujer) cualquiera dándole permiso para tocarme y arrebatarme mi virginidad, que sólo se pierde una vez en la vida, sino que quise que esa persona única fueras tú…» La virginidad es algo que se regala, ¿a quién se la regalarás?
 
Como enseñaba el Papa Juan Pablo II: No puede haber entrega total de cuerpo hasta que no exista la entrega total del alma, y esto sólo se da en el matrimonio debidamente consagrado. Igualmente, hasta que con el matrimonio no se haga única una persona en tu vida de manera definitiva, no debes entregarle partes únicas de tu cuerpo veladas solamente a tu intimidad. Sin embargo, el hombre moderno rompe con esto: entrega totalmente el cuerpo sin entregar totalmente el alma y la vida, y esto es hacer trampa, esto es basar en el fondo las relaciones en las partes más bajas del hombre, que son los instintos y la libido sexual, y no en la capacidad solemne de sacrificio, entrega, y amor a la otra persona. Finalmente, así lo que se genera en la mayoría de los casos son relaciones efímeras, pasajeras y comúnmente egoístas. Cuerpo y alma van unidos, y por eso deben ir unidas la entrega total del alma con la del cuerpo para toda la vida. Y por eso también la Iglesia enseña sabiamente por el bien de las familias, tanto de los padres como de los hijos: Virginidad hasta el matrimonio, matrimonio para toda la vida. El moderno liberal asesina este recto orden natural: permite la destrucción de la virginidad y del matrimonio con superficial y lamentable sexo temporal y divorcios express… ¡No forniquemos con su iniquidad! ¡Mujeres, hombres, defended vuestro tesoro corporal de donde saldrán vuestros futuros hijos! ¡La castidad, la virginidad, son un gran bien! 
 
  

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