«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Los escaños han ganado a los votos

28 de septiembre de 2015

No hay más ciego que el que no quiere ver. Las elecciones autonómicas catalanas del #27S han materializado la pretensión nuclear de la convocatoria: un sí a la independencia. La perversión de estos comicios propicia la necesidad de otorgar la necesaria doble lectura imprescindible para entender lo que ha pasado y por qué ha pasado. El plebiscito, cuyo resultado se ofrece por nº de votos, se ha perdido por las fuerzas separatistas; en cuanto a las elecciones, cuyo resultado se ofrece por nº de escaños, han arrasado. Podemos hacernos todas las trampas que queramos y podemos empecinarnos en mantener lo que consideremos oportuno, pero no cabe más que analizar los resultados desde un punto de vista práctico y no quimérico. No cabe la subjetividad de lo que se desea ni la irracionalidad del corazón. Son los escaños (y no los votos) los que van a permitir alargar el delirio separatista sine die.

El componente práctico al que aludo tiene que ver con la continuidad de la hoja de ruta independentista que, después de ayer, está más viva que nunca. Merced a un gobierno central que ha permitido la convocatoria de unas votaciones cuyo eje fue negar la existencia de una realidad con 500 años de historia enmarcada en un contexto jurídico-político consolidado, se ha optado por autorizar tácitamente la desnaturalización de España. No reconocer lo ocurrido es profundizar, si es que se puede aún más, en el problema.

Que la mayoría de los catalanes no son partidarios de una escisión territorial de España no es nuevo. No hay más que ver cómo las sucesivas manifestaciones proindependentistas son secundadas por poco más de un 21%  del total de los catalanes, que deciden dar la espalda a algo que no está en el centro de sus prioridades. Lo del pasado domingo es un paso más en la permisividad del gobierno, en este caso, del PP, en dejar hacer incidiendo en la fractura insalvable abierta entre las dos Cataluñas.

Es imprescindible que Rajoy tome nota de lo ocurrido y se de cuenta de que su discurso de otro tiempo, ese del que abjuró cuando decidió deshacerse de Vidal-Quadras, jamás fue caduco. Está más vigente que nunca. La defensa de España, de la españolidad de Cataluña, es un mensaje vigente y transversal que ha servido a C´s para robarles la cartera. Hay que reconocer, siempre lo he hecho en cada artículo que ha tocado hablar de ellos en el contexto catalán, que los naranja son la gran esperanza para aquellos catalanes que quedaron abandonados; por un PSOE que nunca tuvo clara la idea de España y por un PP que renunció en su día a dar la batalla que su candidato Albiol siempre ofreció como alcalde de Badalona. Parece mentira que, dada la importancia del partido que se jugaba, los populares se acordaran de este hombre de principios en el tiempo de descuento. Así ha ido.

Siempre he mantenido que Junqueras es el hombre fuerte del separatismo. Mas no es otra cosa que un espectro, un cadáver político utilizado a modo de parapeto. Un mal menor necesario del que deshacerse cuando no hiciera falta. Ha llegado ese momento. La CUP anhela la ruptura con España tanto como Esquerra pero siempre que el barco no huela a 3%. Veremos si viaja como polizón o llevando el timón. De lo que no cabe duda es de que los escaños han ganado a los votos.

 

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