«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El padre borracho y el nini

25 de septiembre de 2015

Salvo que se produjese una milagrosa y pírrica victoria de los partidos constitucionalistas en las elecciones catalanas, y lograran llegar a un acuerdo, todo parece apuntar a una victoria de los que pretenden, de manera falaz, convertir estas elecciones en un plebiscito para medir la fuerza del independentismo.

Pocos analistas se atreven, de manera abierta, a establecer la que en mi opinión debe ser la medida que ya está tardando en tomarse: la suspensión de la autonomía catalana. El artículo 155 de nuestra Constitución así lo prevé, en su caso,  «para asegurar el cumplimiento de la ley y la vigencia efectiva de la Constitución”.

Del mismo modo que nuestro derecho penal contempla el delito de denegación de auxilio y establece penas de prisión para ello, el actual ejecutivo español está enviando mensajes en ese mismo sentido por miedo a un conflicto que ya se ha producido, como si el relámpago no fuese prueba suficiente de ello y estuviesen esperando el trueno de confirmación. La ley no es nada si no se aplica, y su función de garantizar la convivencia pacífica y proteger los derechos del pueblo soberano queda en un espejismo, ante el estupor de las gentes de buena fe que ordenan su vida en torno a ella.

Señor Rajoy, ¿es tan complicado decir lo siguiente?: la declaración unilateral de independencia supondría la suspensión inmediata de la autonomía catalana. Por tanto, no es una posibilidad, y el gobierno de España hará cumplir la ley mediante todos los mecanismos previstos a tal efecto. Punto. Cualquier otro discurso, disyuntiva o elucubración “políticamente correcta” al respecto no es más que la tibieza cobarde y dubitativa del que ha perdido el rumbo en la ciénaga de la indignidad.

¿Se puede ser más torpe enviando al ministro de asuntos exteriores a debatir con el líder de la formación minoritaria de una coalición sediciosa? Pedro J Ramírez apuntó con acierto la vergüenza – que comparto –al comparar España con Francia para igualar Cataluña con Argelia. Una vez bajas al barro, una vez aceptas el marco de la ignominia, todo el desarrollo posterior no deja más que el rastro de baba del caracol.

A nadie se le administra morfina para los dolores de un catarro, pero aquí en España, se ha utilizado la sustancia, metafóricamente hablando, para fiestas politicoides de medio pelo. Ahora, cuando nuestros sembradores de vientos ven la tempestad sobre sus cabezas, no aciertan más que a recetar paracetamol, si eso, para un tumor que está perforando el occipital del país.

En medio de una tempestad, un capitán que se precie de tal, no contemporiza, no se fuma un puro. En ese momento, las cualidades del que ha de liderar, surgen o no surgen. Por el momento, este presidente que hemos elegido los españoles, parece estar en la inopia en el amplio sentido de la palabra, pues muestra una indigencia en la actitud sólo comparable a la falta de aptitud para el análisis de la realidad.

Los que quieren estar fuera del sistema con todos los beneficios del mismo, es decir, el Sr Mas y sus secuaces, lo han definido perfectamente. Quieren irse de casa de los padres, como ese adolescente que quiere plena libertad mientras acude regularmente a dejar la ropa sucia y pedir dinero al que sólo es su hogar para satisfacer sus necesidades básicas. Se considera el más listo, un ser superior que gracias a sus dones sobrenaturales ha adquirido un derecho que le distingue del resto de los mortales, que deben considerarse afortunados de trabajar para él.

Aquí tenemos al padre de familia, un Rajoy sosteniendo al ni-ni Mas, tras años de connivencia. Este Rajoy y sus predecesores, en sus borracheras clandestinas, pidieron a su nini Mas que guardara silencio ante la madre – el pueblo -, y ahora sigue debiendo favores espurios. Nosotros hemos permitido, el pueblo, esta situación. Hemos votado elección tras elección, sin rechistar, a estos padres perversos que alimentaban sin rubor a los cuervos.

 

Un país en el que la ley no se cumple no es un país, es un polvorín. Apliquemos la ley sin complejos, es muy sencillo.

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