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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

II Crónica Viajera: “Roadtrip” por el Centro de México: 1ª Etapa: Introducción. Día Uno, llegada a México. Adiós rutina, hola aventura.

De vuelta a la actividad narrativa tras una serie de viajes-entre ellos el que vamos a describir en estas múltiples etapas-, nos disponemos a adentrarnos en el México auténtico, en esta Segunda Crónica Viajera, en El Viajero Incansable. 

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Juan Pablo Gómez Orea y el autor, con la enseña mexicana en Colinas de San Javier, Guadalajara, Jalisco, México. El edificio del fondo no es Timbuctú, sino un museo local. Foto: R.A.

Queridísimos y pacientísimos lectores, amigos todos:

Vuelvo a sentarme delante de los mapas, de los apuntes con arena de playa y manchurrones de chile y de cerveza Tecate, meses después, demasiados, para seguir con la actividad bloguera todo lo que la vida me deja. Tras una serie de exigencias profesionales, ciertos viajes y otras circunstancias inexcusables, os pido disculpas por la falta de contenidos, os agradezco las constantes visitas al ya mermado contenido que ha habido por el cambio de servidor (donde se han perdido muchos artículos). Si os parece, vamos a retrasar el viaje al Maestrazgo y nos metemos a tope con México, de donde he vuelto hace algo más de un mes. De ahí, seguiremos con una ruta motera, que hace ya tiempo que no repasamos, de la mano de nuestros amigos de Rustik Soul Boards y después visitaremos Tierra Santa, finalmente, donde he podido vivir no sólo los lugares santos, sino toda la situación que pueda interesar a alguien que le fascinan las historias de rabiosa actualidad contadas por un periodistucho de medio pelo si es que así se me puede llamar. Eso por ahora, luego, seguiremos con el programa habitual España-Europa, lo más intensamente posible y lo menos dilatado en el tiempo que se pueda. Si me permitís, queridos lectores, vamos con esta apasionante “Roadtrip” por México, donde vamos a ver lugares muy interesantes, comeremos cosas buenísimas, recorreremos zonas muy bonitas, bucearemos en un manantial, haremos Rappel dentro de una cueva de 30 metros, visitaremos el agujero más grande de la tierra, saldremos a pescar marlines, visitaremos las comunidades más castigadas de la selva, haremos grandes amigos y conoceremos historias reales que distan mucho de nuestro monótono, seguro, cómodo (más o menos) y aburrido (si me permitís) día a día europeo. Todo esto, en posts bastante más cortos para hacer la lectura de mis quijotescos y anticomerciales post más llevadera. Vamos a ello:

México es un país sumamente completo, lo tiene absolutamente todo. Aunque el Ministerio de Asuntos Exteriores español a día 19 de noviembre “no recomienda” su visita actualmente, dicha visita, vista por un servidor, es de lo más emocionante y completa, en todos los sentidos;

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Venta de cuchillas para gallos de peleas en la carretera Autlán-Guadalajara, Jalisco. Foto: LPG

Sus paisajes son muy variados, desde costas interminables a zonas semidesérticas, hasta frondosas selvas. Su gente es amable y servicial, con mucho carácter propio, afable y con un gran sentido del humor y una alegría contagiosa. Su comida, exótica, llena de sabor, color y matices (aunque a veces un tanto “enchilada”), su clima, variado según las zonas, pero eso sí, predomina el sol, hay una época de lluvias fija y cuando llueve fuera de esa época (julio, agosto y septiembre principalmente), cae un chaparrón corto para luego seguir el sol alegrándonos el día. Los precios son bastante asequibles, pero no tanto como uno se puede imaginar. México es azteca, es caótico, es auténtico, es patriota, es histórico, es apasionante. Sus historias y estéticas son conocidas por todo el mundo y su carácter, también lo es.

Si me permitís ciertas curiosidades e imágenes que se me han quedado grabadas, México es seguridad por todas partes, carteles de Cerveza Corona por todos lados, México es riqueza y pobreza, es sal y lima, es maíz y frijol, es catolicismo y masonería, es Tequila y Mariachi, pero ni mucho menos es eso. Con este aluvión de información que iremos recibiendo de este diario de viaje, huyendo de clichés,  iremos descubriendo que no es solo eso. México son camiones llenos de consignas religiosas y nombres de familiares del camionero, son autobuses pintados con carteles de “No a la violencia”, México es una casa con el número 1435 y la siguiente, 278, es la figura omnipresente de la Virgen de Guadalupe y de los nombres que acaban en “áuatl” o “nauac”. Los mexicanos se sienten norteamericanos y conviven gentes de raza indígena y europea. Casi todo “enchila”, es decir, es picante sin necesidad de añadirle Tabasco y México es, sobre todo, cuna de la Nueva España en América.

En esta Primera Etapa vamos a descubrir algo de Guadalajara, el Pacífico (Manzanillo) y la selva de Colima.

Día Uno. Entre cacahuetes y molinos, américas y terranovas. Llegada a México. Primer contacto con la tierra azteca. 

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Imagen de un paraje de la Huaseca Potosina, que recorreremos con nuestros amigos y guías locales. Foto: GoDron

Salgo de Madrid a las 7 de la mañana, algo nervioso y desconcertado por los tres vuelos que me quedan por delante-Ámsterdam, México DF y Guadalajara- para las próximas 20 horas y porque por fin puedo materializar mis ahorros y huir un pelín de la oficina y la rutina, cuyas garras me han tenido agarrado entre semana en verano mientras casi todo hijo de vecino estaba de campo y playa. Llego a Ámsterdam-Shiphol y la azafata no me recomienda bajar a la ciudad dado que sólo tengo 4 horas. Nada, ni siquiera una cervecita y vuelta. Me siento a pedirme un café y una rosca de pasas y como los románticos y viajeros de verdad, me dedico a escribir sendas cartas. Dan el aviso de embarque y me acerco a mi avión- un inmenso Jumbo 747 que me llevará al otro lado del charco para empezar mis vacaciones. Le cojo cariño enseguida. Al despegar la inmensa mole, empiezo a ver de nuevo toda la campiña holandesa, los molinos, los muelles, y más molinos. Éstos sitos en el mar o sitos en la tierra. Fabricados hace 200 años y fabricados hace 5. Enseguida el piloto enfoca las américas y el maître nos sirve unos cacahuetes con un zumo de naranja que mi compañero de asiento y yo (no hablaremos hasta sobrevolar Houston) comemos mirando a la ventana y a las musarañas simultáneamente. Me familiarizo con el ordenador individual, la postura, la manta y el almohadón y empiezo a darle a las pelis cuando mi melancolía se cansa de ver el océano y mis obsesiones viajeras se apagan después de ver el mapa de la pantalla tanto tiempo. Sobrevolamos Islandia y Groenlandia hasta Terranova (no atravesamos directamente porque así es más corto, parece ser, por la forma redonda de la Tierra) y enfocamos Canadá hasta llegar a sobrevolar territorio mexicano. Uno se da cuenta cómo influye el maldito Hollywood y los Western de los Sábados después de comer para impresionarse tanto de América cuando la sobrevuelas. Te sabes todos sus presidentes, su sistema político, su historia, su geografía, sus símbolos y personajes famosos y conoces su humor. Y encima, cuando sobrevuelas los monótonos, aburridos y monocromáticos campos de Ohio, te quedas más boquiabierto que cuando vuelas encima de los Alpes un atardecer  de invierno.

Mi vecino de asiento, a la tercera bandeja de comida que nos sirven me da a entender que va a explotar. “Yes, absolutely”, le contesto. De ahí sacamos la conclusión de que te sacan tanta comida para que no te aburras y de ahí ya empieza el Yo soy Luis, español y yo Umberto, italiano, yo voy de vacaciones, yo a inspeccionar fábricas textiles en Puebla, México, luego tratamos los planes de futuro de cada uno, las reflexiones vitales y los dogmas, proyectos, recuerdos y pensamientos de cada uno que tiene en el fondo de su corazón, pero que se atreve a decir a un desconocido en un avión donde uno, seguramente no le vaya a ver nunca más de nuevo. (A no ser que me vaya a vivir próximamente a Singapur a dedicarme al sector textil y me encuentre con el buen Umberto y su novia por allí). 

Aterrizamos en el aeropuerto de Benito Juárez tras 20 minutos non-stop de vuelo por encima de la ciudad más grande del mundo y no paramos de hablar; de cómo es México, de qué expectativas tenemos en este viaje… Seguimos juntos hasta la aduana y la recogida de maletas, hasta el cambio de divisas. En la aduana una chica joven me pregunta a dónde voy, la dirección de la casa de mis buenos amigos Gómez Orea donde me voy a hospedar y las razones de mi visita a este lado del charco. Me da el sello y me espeta: ”Bienvenido a México, señor.”

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Vista desde el «Dolphin Cove Inn», un Apartahotel muy gracioso donde nos hospedamos en Manzanillo, a orilla del Pacífico, entre cocoteros y manglares. Foto: Jesús Gómez Orea

Recojo las maletas, hago todos los papeluchos esperando a que no me confisquen la botella de vino “magnum” que llevo en la maleta junto con los sobres de jamón ibérico para los padres de mis amigos. Tengo suerte y me acerco al puesto de cambio de moneda. Saco mi humilde fajo de todo lo ahorrado en estos meses. En él diviso un par de centenares de tacos, un día de pesca en Manzanillo, gasolina para recorrer parte del país, cerveza Coronita por todos lados, un sombrero mexicano, quizás, una hamaca para mi novia, y un llavero hortera para mi hermana Isabel. Una nota al respecto: La turistada es ir al primer sitio de cambio de divisas que haya con el mayor cartel de “No Commission” que pueda exhibirse en un aeropuerto; pues bien, me tongaron mala cosa. Me cambiaron al 1€-14 pesos en vez de 17 pesos/€. Cuando le pregunté a la sonriente y amable dependienta cómo ganaban dinero entonces si no tenían comisión, la muy lista me dijo que no me entendía, señalando al inmenso cristal blindado que nos separaba. No le di importancia, pero esa bajita mexicana con sonrisa de gato de Alicia en el País de las Maravillas tan simpática ella, tan sonriente y amable, con esos ojos tan bonitos, me timó 80 eurazos. Veréis que la montaña de tacos que tenía alrededor con el dinero que me había traído se había reducido considerablemente./span>

Buceando en el manantial de la Media Luna. También conoceremos este sitio a las afueras de Río Verde, San Luis Potosí, a las puertas de la Huasteca Potosina. Foto: GoDron

Salgo a la terminal de Aerotrén para ir a la otra terminal que me llevará, tras este periplo transeuropeo y transoceánico después, a la conocida ciudad de Guadalajara. Desde el tren empiezo a ver la esencia de México: Sirenas de policía por todas partes, hombres con bigote negro a lo Pancho Villa por todos lados, personal de seguridad femenino desfilando militarmente, puestos de tacos y fotos de la novia cadáver en alguna tienda que vende artículos de cara al Día de los Muertos.

Repaso las instrucciones que me ha dado mi amigo Juan Pablo “Pavo” para llegar a su casa, ya que estará en una boda a mi llegada y me vendrá a recoger el Señor Pablo, chófer de su novia, de cuya identidad poseo como única referencia una foto de un hombre igual a Pancho Villa, otra vez, mirando de perfil, subido a un coche.

Agotado, subo al avión que me lleva a Guadalajara y caigo redondo mientras sobrevuelo dirección Oeste el centro del país. Al llegar, recojo mi maleta y me dirijo a la salida, donde gente de lo más variopinta me mira como si fuera un absoluto “guiri” a recorrer su país. Alguno me da mala espina y tras releer el mensaje de “Pavo” y estar en el mismo lugar donde se me ha requerido, veo que el Señor Pablo no llegó. Estoy delante del aeropuerto, en una zona oscura lleno de “rancheras”-pick ups en la puerta de un Oxxo-especie de Supercor cuyo local de la misma cadena no dista a más de 200 metros del otro y en todo México, y mis amigos me recomiendan que espere. Llega el Señor Pablo y metemos todo en el coche. Enseguida hacemos migas. Me parece graciosísimo cómo habla y me parece el tío más simpático que he conocido en los últimos meses. No para de decirme que está “para servirle” y que cualquier cosa le digamos porque está “para servirnos”. Un ángel de hombre. Le encantaría ir a Europa y cree que la situación en México está mejor, mientras no pases las líneas donde los barrios para gente como yo, no son demasiado recomendables.

Llegamo tras un periplo de 30 minutos (que acabaré conociendo a la hora de volver a España), a casa de mis amigos. El vecino tiene una valla electrificada y cámaras de seguridad. Y el otro, y el otro. Y otro u
muro muy alto. Saco de la maceta derecha de la entrada la llave de la puerta de la casa con 200 pesos para el bueno del Señor Pablo. Se despide con una sonrisa y un “para servirle” y se dirige a su casa, después de reírse de mis comentarios con acento de españolito que se siente inseguro por las noticias que lee en los medios españoles sobre los narcos en la tierra federal del águila y la serpiente.

Tras entrar en la casa y ver el cartel que me han dibujado de bienvenida, recorro el camino a mi habitación, sin dejar de releer el móvil con el mail del bueno de mi amigo, siguiendo las instrucciones para enfocar la cama, saturado, reventado y vapuleado por las caminatas y las emociones. Ya en la cama, las frases repetitivas de los altavoces de los múltiples aeropuertos donde he estado como “Your attention please” taladran mi cabeza. Nervioso, informo a los míos, cierro los ojos, y pienso qué me deparará durante estos días.

Resumen del día

Ámsterdam-Shiphol: El Aeropuerto de Shiphol es una pasada. Está muy bien comunicado con el Centro de Ámsterdam, a 20 minutos-media hora. Eso sí, es recomendable la visita a la ciudad holandesa cuando tienes a partir de 6 horas entre un vuelo y otro.

Ciudad de México-Benito Juárez: Este aeropuerto es inmenso, pero muy limpio y organizado. A la otra terminal podrás transportarte en el Aerotrén, una especie de Metro interno como el de la T2 a la T4 de Madrid.

Guadalajara: Es la segunda ciudad de México, aunque con un aeropuerto más regional y tranquilo. Enseguida sales y tienes una parada de Taxis que te llevan a la ciudad por unos 10€.

Consejo de El Viajero Incansable

Si vas a volar al DF, escoge ventanilla. Debes estar con la nariz pegada a la ventanilla para disfrutar del vuelo por encima de las colinas ultrapobladas de su zona metropolitana. Si llegas de noche, ya ni te digo.

Fíjate en el tipo de cambio de divisas cuando hagas un viaje largo donde sea necesario este cambio. Y si puedes, tómate tu tiempo para escoger un local de cambio de divisas que te dé un cambio más generoso.

KLM es una aerolínea excepcional. Los asientos en turista tienen casi las dimensiones de los de Business de Iberia y te cuidan en los viajes que ni te lo crees. Eso sí, no te dejan visitar a los pilotos a su cabina, cosa que en Iberia es pan comido.

 Con esto, queridos lectores, queda reflejada la introducción a esta gran aventura en territorio mexicano. Espero que se os haya hecho divertida y hayáis podido empezar a vivir este genial viaje.  La semana que viene repasaremos los días posteriores en las diversas etapas, más cortas, como prometido.

Muchas gracias por las visitas, que paséis un buen fin de semana, y buen viaje,

Siempre vuestro,

Luis Poch de Gaminde
El Viajero Incansable

[email protected]

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@viajerolpochg

 

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