«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

«Que nadie se escude en Dios para realizar actos de violencia»

La figura de Bernardo de Claraval, santo de la Iglesia Católica, es conocida, pero quizás no ha sido suficientemente valorada con la totalidad de sus aristas filosóficas, conceptuales y conductuales. Hace unos años me llamaron mucho la atención sus palabras dentro de una de sus producciones  mas conocidas, denominada, según las traducciones, Elogio de la Nueva Milicia Templaria o Exhortación a los caballeros del templo. Creo que leerlas puede producir cierta perplejidad, pero conviene recordar que fueron pronunciadas en el siglo XII, en los ardores bélico-religiosos de las llamadas Cruzadas, y sacarlas de ese contexto histórico-cultural-religioso no sería legítimo. Transcribo literalmente de una de esas traducciones:

“Los soldados de Cristo pueden con absoluta seguridad de conciencia pelear en las batallas del Señor, sin recelo de cometer pecado con la muerte del enemigo, ni desconfianza de su salvación si sucumbieran. Porque dar o recibir la muerte por Cristo no sólo no implica ofensa de Dios ni especie alguna de culpa, más por el contrario, merece mucha gloria; pues en el primer caso el hombre lucha por su Señor y en el segundo el Señor se da al hombre como premio; ya que Cristo mira con agrado la venganza que se hace de Él contra su enemigo, y con un agrado aún mayor se ofrece El mismo como consuelo al que cae en la lucha. Así, pues, afirmamos una vez más que el caballero de Cristo mata con tranquilidad de conciencia, y muere con confianza y seguridad aún mayor. Cuando quita la vida a un malhechor, no debe ser llamado homicida, sino “malicida”, si es que así me puedo expresar; pues él ejecuta literalmente las venganzas de Cristo contra los que practican la iniquidad, y adquiere con razón el título de defensor de los cristianos. Y si es muerto, no decimos que se perdió, sino que se salvó. La muerte que él comete es para la gloria de Cristo; y la que recibe es para su propia gloria.(Ps. 62,11).

Claro está que no se matarían los gentiles, si pudiesen ser contenidos por cualquier otra forma, de manera que no atacasen, ni estorbasen, ni oprimiesen a los fieles. Sin embargo en el momento presente, mejor es que se acabe con ellos de que permitir que quede en sus manos la vara con la que intentan esclavizar a los justos, para evitar que éstos pasen con armas y equipaje hacia el partido de la iniquidad. (Del libro de Alabanzas y Exhortaciones a los Caballeros del Templo, capítulo III)

Han transcurrido muchos siglos desde entonces y sería poco objetivo negar que en ellos encontramos múltiples episodios de violencia en la vida de las confesiones religiosas. Lo malo es que hoy, sobre todo en obediencias musulmanas, se siguen cometiendo actos violentos con una barbarie que produce escalofríos. Quizás sea la terrible condición humana abandonada al viento huracanado de sus pasiones, sean del tipo que sean.

Por ello son tan gratificantes las palabras del Papa Francisco en su visita a Albania. Según el Papa, “el clima de respeto y confianza recíproca entre católicos, ortodoxos y musulmanes es un bien precioso para el país, que adquiere un relieve especial en este tiempo en que, de parte de grupos extremistas, se desnaturaliza el auténtico sentido religioso y las diferencias entre las diversas confesiones se distorsionan e instrumentalizan, haciendo de ellas un factor peligroso de conflicto y violencia en lugar de una ocasión de diálogo abierto y respetuoso

Y concluye con esta frase: “Que nadie piense que puede escudarse en Dios cuando proyecta y realiza actos de violencia y abusos

Los tiempos cambian, sin duda, y el valor de la vida y de lo humano se ajusta a la dignidad que le corresponde, o por lo menos eso debería suceder.  No estoy muy seguro de que en determinados ámbitos de la vida social de Occidente y Oriente ese respeto a la dignidad propia del ser humano se consiga en mínimos aceptables, pero por lo menos tenemos Declaraciones de Derechos Humanos y otras para colectivos específicos. Quizás llegue un día en el que tengamos mas realidades que declaraciones. Como digo, los tiempos cambian….

Hay, sin embargo, cosas que nunca debieran cambiar, como las ideas que expresa en este párrafo el propio Bernardo de Claraval: «Mezquina victoria la que, para vencer a otro hombre, te exige que sucumbas antes frente a una inmoralidad; porque si te ha vencido la soberbia o la ira, tontamente te ufanas de haber vencido a un hombre. Puede ser que haya que matar a otro hombre por pura autodefensa, no por el ansia de vengarse ni por la arrogancia del triunfo. Pero yo diría que ni en ese caso sería perfecta la victoria, pues entre dos males, es preferible morir corporalmente y no espiritualmente. No porque maten al cuerpo muere también el alma»

Asi deberia ser.

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