«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Perros, ciclistas, runners… difícil convivencia

Pasado ya el verano, las zonas verdes donde hacer deporte o pasear al perro comienzan a tranquilizarse. Porque en Madrid al menos, la convivencia en los grandes parques y fundamentalmente en la Casa de Campo, ha sido de todo menos tranquila estos últimos meses.
Cada vez son más los que se ponen unas zapatillas y se lanzan a correr (runners, se llaman ahora) o nos subimos a una bici para hacer kilómetros los fines de semana. Los parques y montes en cambio no aumentan, siguen siendo los mismos, por lo que terminamos todos en el mismo sitio. Y en Madrid, ese sitio suele ser la Casa de Campo.
La Casa de Campo, cerrada al tráfico desde hace años, está sufriendo un incremento de visitantes espectacular. No tanto de las familias que van al lago a pasear o a tomar algo en sus bares y restaurantes, sino de los nuevo aficionados al deporte que asaltamos sus caminos los fines de semana.
Y entremedias de todos ellos están los perros y sus dueños. Gente que ha salido toda su vida a pasear por la Casa de Campo y que se encuentra ahora con un lugar masificado e incluso peligroso.
Todos los colectivos que ocupan este pulmón verde de Madrid critican el comportamiento de los demás. Hasta el punto de haber sido noticia en la prensa nacional.
Tanto los corredores como los dueños de los perros se quejan de la velocidad de los ciclistas. Y los ciclistas se quejan de los perros sueltos y del mal comportamiento de algunos corredores. Seguro que todos con alguna razón.

/a> /a>

Hay runners que van por el centro del camino escuchando música con sus cascos y sin enterarse de nada de lo que pasa a su alrededor. Hay grupos de ciclistas que van en paralelo charlando sin dejar hueco para que pasen los demás. Hay perros cruzando los caminos mientras sus dueños hablan por teléfono sin preocuparse lo más mínimo. Hay peatones que circulan por la derecha, otros por la izquierda y otros por el medio. No hay reglas, la Casa de Campo es el Salvaje Oeste.
¿Tanto cuesta tener un poco de sentido común cuando hacemos ejercicio? Parece que sí.
Y que el deporte, además de generar endorfinas, parece que embrutece un poco. Yo mismo, que uso la Casa de Campo para pasear con mi perro y para montar en bici (lo de correr todavía no lo veo), critico al resto de colectivos cuando estoy allí.
Cuando voy en bici sufriendo por batir mi media de velocidad, refunfuño al ver a un perro suelto temiendo que me pueda hacer frenar. Tardo unos segundos en comprender la estupidez de mi comportamiento. ¿Acaso pretendo que los perros no puedan correr y jugar en la Casa de Campo? ¿Dónde queremos que lo hagan? La ciudad es un territorio prohibido para ellos. Solo se les permite estar sueltos en algunos recintos vallados de algunos parques, pero habría que ver el tamaño de esos recintos… Tienen más posibilidades de hacer ejercicio en sus propias casas que en esos lugares. Así que, ¿no podríamos fastidiarnos un poco y dejarles disfrutar en paz en la Casa de Campo? Bueno, pues todo eso se me pasa por la cabeza cuando veo a un perro suelto desde lo alto de mi bici, pero siempre después de refunfuñar.
Cuando soy yo el del perro y paseo con Pye, confieso que tengo menos problemas porque incluso allí, va con correa. Me encantaría soltarle, pero todavía no he conseguido hacerle entender que no es correcto saludar como un oso a cualquiera que pasa cerca. Así que los problemas que sufren los que llevan al perro suelto no me afectan tanto a mi, aunque me gustaría. Eso sí, como también soy ciclista, siempre voy por una lado del camino para dejar paso y no fastidiar la marca de nadie.
Desde este otro lado también tenemos que entender que los ciclistas no tienen muchas otras alternativas para hacer ejercicio. Hacer ejercicio por la ciudad con una bicicleta de montaña es imposible además de peligroso. Y si alguien ha intentado ir por los carriles bici sabrá que por allí hay de todo menos ciclistas: gente paseando, runners (están por todas partes), cochecitos de bebé… Una bicicleta no es bienvenida en un carril bici.

Si no queremos que el político de turno (que ni montará en bici, ni correrá, ni tendrá perro) decida en algún momento por nosotros, deberíamos empezar a comportarnos mejor todos los que usamos este maravilloso parque y a pensar un poco en los demás.
Y no he hablado de los que más sufren todo esto, los verdaderos habitantes de la Casa de Campo: conejos, zorros, culebras y demás fauna. Ellos sí que tienen que estar hasta el gorro de tanto vigoréxico.

/a>

TEMAS |
.
Fondo newsletter