«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Kroos, returns; Griezmann pide auxilio

29 de agosto de 2016

Segunda jornada de Liga finiquitada y a algunos no les llega ya la camisa al cuerpo. Al menos, la cosa política va aireándose. Parece. Lo de la investidura es ya la serpiente multicolor del verano rayando en la esquizofrenia. Una pitón, ¡qué digo pitón!, una Anaconda como las de Horacio Quiroga (lean el libro, lean). No niego que recibo el pacto con más desasosiego que alegría, pero algo es algo. Aun así, que la firma de un pacto no te impida jamás ver el árbol. Estábamos tan ensimismados en los delirios ‘rajoyriverianos’, intentando encajar más piezas que en el Tetris, que casi se me escapa lo de Emery. Cuando el espectáculo estaba en las apariciones de Luis Enrique llega Emery en francés. Porque en español ya lo conocíamos. Y da la vuelta a las comparecencias ante la prensa como a un vaquero recién lavado. Puedo afirmar y afirmo que estamos ante las ruedas de prensa definitivas. Unai ha logrado alcanzar la cima del expresionismo futbolero. Lo que te lleva a reflexionar sobre lo que es el instinto de supervivencia del ser humano ergo “esto lo explico yo a los franceses por huevos”. Yo ya lo espero, cada semana, como agua de mayo, y no me pidáis una explicación mínimamente coherente. Una vez que entras en el mundo Emery no sales jamás. Una cosa está clara, ni los franceses van a aprender español, ni nosotros francés oyéndole. Probad a quitar el sonido a la explicación del otro día, ¿no estamos ante el remake del mítico vaso de agua de Tip y Coll? Emery es ante los micrófonos el doctor Bacterio de El Hormiguero haciendo experimentos  con Quimicefa. Esos dos botellines eran el “un plato es un plato y un vaso es un vaso” de Mariano. A tomar viento el método Vaughan. Voto por Emery como próximo redactor del discurso de Rajoy. Que no miras a la pantalla y el discurso en el balcón, “Oye, Buenas noches, buenas noches, bueno, buenas noches a todos, bueno, buenas noches. Oye, queridas amigas y queridos amigos, os voy a decir una cosa. Este es el discurso más difícil de mi vida y algunos he echado” de Rajoy cuando ganó las Elecciones, podría ser Unai perfectamente cuando se despidió del Sevilla. Desde aquí, me declaro fan del jefe de prensa del PSG. Ese hombre era el inspector jefe del inspector Clouseau al otro lado del teléfono, a punto del tic en el ojo. Esa mirada fija, preparado a la siguiente embestida a la lengua de Simone de Beauvoir. Si le preguntan contesta como Pepe Navarro cuando El Loco de la Colina le preguntó: – “¿Qué te gustaría hacer?”, y Pepe: – “Salir de aquí”.   

Pero yo tenía evento (eso que dicen los cursis). Que alguna vez tiene que salir una y despegar las pestañas de la pantalla del Windows. El Real Madrid abría temporada en el Bernabéu. Las mocitas madrileñas iban alegres y risueñas. Y con abanico. Requetecalor en Chamartín. Y Zidane en la banda sacando los colores a la próxima pasarela Mercedes Benz Fashion Week que arranca en septiembre. El francés es el lemaHugo Boss:  Don’t imitate, innovate.  Zinedine masca chicle, observa con la mirada del gran azul, humedece sus labios (eso es para castigarnos a nosotras) y rasca, astutamente, su cabeza. Todo en orden. Bueno, casi. Las embestidas del Celta no eran asunto baladí. Más de un respingo provocó en alguna butaca, aunque finalmente resultara anémico. Y hoy quiero confesar que el café no me afecta nada. Que soy de esas que se toma cafés a las siete de la tarde y duerme como una ‘lirona’ toda la noche. Hasta que llega Morata. Casi me provoca una cabezadita en el hombro de mi acompañante. Morata es de los de “estamos trabajando en ello” hasta que salió de su ensimismamiento y abrió su cuenta particular. Menos mal, algunos pitos ya avisaban de ‘caso Morata’ en la segunda jornada. No se nos vaya a hacer tarde.  La defensa continúa en su caraja particular. Pero apareció Kroos. Y su gol. Y ese entusiasmo con que lo celebró. Ese gol que entró con la delicadeza de un equilibrista empujado con la precisión del taco de billar del alemán. El germano salvó el partido y despertó las pocas neuronas vivas que teníamos ya a esas alturas del partido. 

Y el Atlético de Madrid. Aún no conoce la victoria en Liga. Hay personas que tardan algo más que otras en superar un duelo. Simeone tiene la misma expresión que aquella noche tras la derrota de Champions y su “me lo tengo que pensar”. No ha salido del KO. Los dos enfrentamientos ligueros han sido de un bostezo sesteante. Me deja con las 28 pulsaciones en reposo de Induráin.  Peor que José Manuel Villegas declarándote su amor. Cómo será la cosa que Griezmann, el hombre que sólo susurra,  espetó “como no pongamos remedio habrá que empezar a pelear por el descenso”, ¡en agosto!, lo que traducido al román paladino quería decir “¡Florentino, sácame de aquí!”. ¿Pero el que era conocido en el vestuario  como ‘el agonías’ no era Michel?

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