«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Lou Reed y el Transformer más madridista

20 de febrero de 2017

Es romperse la uniformidad de horarios y romperse la uniformidad de indumentaria. Febrero y yo a lo Noel Gallagher en mangas de esa camisa blanca que no se quita así lo maten. El Bernabéu adelantándose a la primavera de El Corte Inglés. Tebas, urge darle una vuelta a esto de las cuatro. Resaca. Tercer café de la sobremesa. La amenaza de siesta golpeando en las sienes, ¿por qué no traje un termo cargado de café directamente? Arranca el partido. Ya no contengo el tic en el ojo derecho.  Tempranito sí estaba Sara Baras que aseguraba ser amiga de Zidane y señora, “vienen mucho al teatro”. Véronique era bailarina,  abandonó el baile por Zidane. Yo no lo habría dudado tampoco. Sigo. Las rotaciones, la descompresión de mi resaca. Contemplo al Madrid bien plantado, serio y a Zidane sin abrigo y me lo estoy pasando mejor que Bianca Jagger y Jerry Hall con Mick Jagger en Studio 54. Sólo faltaba esa bola del techo girando con luces alucinógenas. Si Berardinelli confesaba que esa adoración a David Foster Wallace era una idolatría momentánea la mía con Kroos es ya perpetua. A sus pies.

 Y así salgo tras el partido contra el Español, como de una de esas fiestas que convocaba el director de The Paris Review. Plimpton cubría la mesa de billar y la llenaba de canapés a la vez que encargaba unas 40 botellas de whisky escocés, otras tantas de vino…Y lo de Bale. Y lo esperaban en Abril. Parece un monólogo de Gila: “Yo tenía que nacer en invierno, peronací por sorpresa, en mi casa ya ni me esperaban. Además, mi madre había salido a pedir perejil a una vecina…”. Recuerdo cuando David Duchovny, aka agente Mulder, se maravillaba en una de sus visitas a España por lo mucho que nos besábamos en sus conciertos “en lugar de esa tontería de hacer manitas”. Duchovny es de los que aún no ha vivido una experiencia madridista. La trayectoria de los de Zidane y los críticos amargados, afilando el colmillo en dirección a yugular ajena, ya es casi pornográfico. Cristiano Ronaldo sin parar quieto, dando asistencias… y los críticos: “No marca goles”. Salta al campo Gareth, tres meses después de la lesión. A los dos minutos los críticos: “No está como siempre, se le nota que tiene miedo a esprintar”: carrerón y gol del de Cardiff. Antes, ese pase de Pepe a Nacho y éste parando el balón magistralmente en carrera… Ya lo decía Enric González en ‘Jot Down’, que lo que busca un periódico deportivo es masturbar al lector. Está claro, los antimadridistas fo…. poco y mal. En la banda, Quique Flores bufaba. Peor rato que ser depilado con antorchas. El Español hizo acto de presencia, sólo eso. Quique se peinó las greñas, lució jersey de pico y corbata como un aplicado colegial (guapo como siempre, eso sí). ¿El viaje de los periquitos a Madrid?, totalmente prescindible.

 Pitido final. La brisa me va empujando al abrigo de la chaqueta. Crecidísima. También os digo que llegué al partido después de ver el desfile de Andrés Sardá en la Mercedes Benz Fashion Week Madrid. Salir en deshabillé y toparte con el poderío de Zinedine y este Real Madrid sólo te trae imágenes como aquella contraportada de ‘Transformer’, de Lou Reed, con aquel chico en vaqueros, camiseta blanca,  paquete de cigarillos en la manga y el plátano metido en el pantalón. Mientras, desde Can Barça, escucho a Luis Enrique, “no me acerco a diez metros de un televisor o una radio ni borracho” y me recuerda a Kerouac y suPoema del 16 de septiembre de 1961: “Súbitamente comprendí que las cosas van y vienen / incluido cualquier sentimiento de tristeza: también se irá / triste hoy, alegre mañana; sobrio hoy, borracho mañana / ¿por qué inquietarse tanto?”… si todo tiene fecha de caducidad.  

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