«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Real Madrid vs Messi

24 de abril de 2017

Termina el partido y recuerdas aquello que decía Cruyff: “Si tus once jugadores son mejor que los otros once, ganas; y si no, pierdes”. Irrebatible. No llego al extremo de definir como mejores a los blaugranas, pero sí lo fueron en lo importante, en marcar un gol más que el rival para llevarse el gato al agua. La noche ‘clásica’ se presentaba como las de las mejores ocasiones, con felices pronósticos, ensueños, castillos en el aire…. Grandes expectativas cuando la noche no fue maravillosa ni táctica ni estratégicamente. Hitchcock puede ir olvidándose de presumir ser “el único que podría rodar una película en el claustrofóbico espacio de un ascensor manteniendo enganchado al espectador”. Está claro que el director de Los Pájaros jamás vio un Real Madrid-Barcelona. Ni un final de Liga en España. Para los de la suerte: en esto del fútbol nada es azar. Como decía Podolski, “el fútbol es como el ajedrez, sólo que sin dados” y los blancos gestionaron con más imprecisiones que el oponente cada envite.  Tampoco había que ser Jessica Fletcher rastreando las señales para ver clarito y diáfano el tren llamado Messi que se nos venía encima. Surgió el Messi enciclopédico, el que lidia con las suertes y el que salva con los quites oportunos. Lo de Messi fue ese beso mortal. Ese ciervo que se te cruza en la carretera en noche cerrada y es imposible esquivar. Lo que para Messi era un paso de baile entre Fred Astaire y Ginger Rogers para el Real Madrid era un Alpe d’Huez. Tras el desasosiego que supuso la lesión de Bale, el monstruo argentino despertó y, a falta de juego, los culés apelaron a la épica del héroe con gasas ensangrentadas.  Sangre, sudor y lágrimas.

Se cumplieron todos los tópicos del Clásico: -Un partido diferente y único a los del resto de la Liga /  -De nada vale la ventaja que lleves, esto es otra cosa ergo el favorito termina complicado y el muerto cobra vida / -Y, como todo Clásico, el partido fue vertiginoso… y se agradece, ya que el Barsa llegaba destemplado y casi desahuciado de la Liga. Y, más: el que más prisa muestra es el que termina confundiéndose: ¿Precipitación en la vuelta de Bale? ¿Imprecisión? La segunda parte del Real Madrid es para examinarla. Un carajal. Siempre estas cosas surrealistas las define mejor que nadie Woody Allen en la mítica parodia al creador del sándwich: “Un trozo de pavo sobre las dos rebanadas. Dos trozos de pavo con una rebanada de pan en medio… finalmente, el conde de Sándwich logró el éxito”. Ojalá colocar dos lonchas de jamón entre dos rebanadas de pan pronto…  El Real Madrid barnizaba todo lo que podía su juego pero se nos iba el alma y la razón. Y la vida. Con el empate sobrevivíamos con el freno de mano echado y con la derrota, finalmente, acabaron encendiéndose las luces de emergencia.

De héroes iba la noche y entre lo que intentamos, lo que medio logramos y lo que se nos ponía cuesta arriba surgió la chispa. El brillo. Ese futbolista con arranques y pies de seda: Asensio. Un  jugadorazo con todos los galones, multiplicando el talento a zancadas. Tirando de poesía, como cuando Benjamín Prado y Joaquín Sabina se ponían a componer y daban con el verso, “genial, pero seguro que está ocultándonos otro aún mejor”. Con Asensio te queda la sensación de esas grandes noches que aún nos va a dar a los madridistas.

Anoche al Madrid le fue imposible ir a dormir acentuando esa trayectoria que lucía vigorizada por sus resultados. Siguiente asalto, el miércoles. Toca sofocar este incendio. Y, sobre todo, evitar más rasguños de los necesarios. Será por once y banquillo…

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