«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Sergio Ramos, Last Minute Man

5 de diciembre de 2016

Miguel Ángel Hernández (¿Aún no han leído ‘El Instante de peligro’?) me recordaba, leyendo uno de sus tuits, que existe un bar de carretera Last Minute Man por Arkansas y el Last Minute Man con más jazz de la Dave Holland Big Band. Minucias. Nosotros tenemos nuestro Last Minute Man más molto longo. Imagino las agujas del reloj en la cabeza de Sergio Ramos expandiéndose como esos  relojes blandos de Dalí. ¿Imaginan a Sergio, como el propio pintor, meditando tras cenar queso de Camembert sobre la materia dura y blanda? Dura, dura… ¿Conocen El planeta de Mr. Sammler? Pero seguro que sí conocen, como suprotagonista, esa sensación “muy a menudo, y casi a diario, de eternidad”. Esa sensación de placer que se refleja en la cara, ese rubor saludable en las mejillas… Sí, amigos, ese orgasmo que nos deja desnudos. Imposible disimular. Y todo por ese Goooool que gritamos los madridistas por esa pasión irrefrenable, esa pulsión insoportable que siente en sus venas el de Camas de rematar en el último minuto.  Nuestro Ramos ha entrado en la historia más orgásmica; recuerden que Lutero recomendaba dos orgasmos a la semana y Zaratustra uno cada nueve días…ergo In Ramos I trust… 

Sergio Ramos puede pasar meses como Sibelius, que pasó sus últimos años sin inspiración, pero nunca lo den por muerto. ¿Recuerdan aquello de El Gran Lebowski? “¿Qué es lo que hace a un hombre? ¿Es estar preparado para hacer lo correcto a cualquier precio?”, y el Nota, “fijo. Eso y un par de testículos”. Y nosotros haciéndole la pedorreta, el descrédito más grande a la autoprofecía camera: “Los que me rajan hoy acabarán callados”, que avisó tras cometer ese penalti en octubre contra Italia y que impidió la victoria de España. Lo noto. Sergio Ramos elevado a autor/escritor de culto, “un escritor con una voz propia, que sorprende y excita al lector”, que define Jorge Herralde. T. S. Eliot decía que no era necesario ser un superventas, sí tener un pequeño grupo de lectores influyentes. Y es que la testa del defensa merengue como un Materazzi atrae con una periodicidad inusitada la gloria a base de testarazos. Vale, me disperso, el central del Inter fue por el cabezazo de Zidane en la final mundialista y Genaro Delvecchio le pegó con la cabeza en la boca. Ramos, que hasta el minuto 90 se dedica a lo que en boxeo llaman ‘hacer guantes’, propinó al Barcelona un K.O. como Camilo José Cela a Mariñas “nada, no ha pasado nada, solamente que le he dado a Mariñas un uppercut”. Si a todo esto unimos el placer de contemplar las caras del nacionalismo, en el palco del Camp Nou, verdes como la acelga de aquella película de José Sacristán (ojalá esa cansina cámara 360º en ese ‘momento palco-Ramos’)… con el presidentPuigdemont (por Dios, un asesor para esa cabellera ya), el presidente del FC Barcelona, Bartomeu, y la alcaldesa Ada Colau que hace meses “se arrancaba las vestiduras”, como Teresa Rodríguez, cuando le mencionaban un palco… Ah, sólo el del Liceo (?) La imagen de Florentino como un sándwich mixto entre Puigdemont y Colau recordaba a Joaquín Sabina diciendo sobre Juan Barranco, “es que él estuvo emparedado entre Tierno Galván y Álvarez del Manzano”. Habrá que pasarse al bocadillo de calamares.

Es difícil precisar si el humor nace o se hace. Manda huevos, Trillo dixit, que Rufián fuera el autor del tuit más ocurrente retorciendo la ironía, “a ver si hoy Messi y Cristiano no defraudan” (él es periquito). Así, a su ritmo de 33 r.p.m. Lo cierto es que, hasta ese momento en que un Suárez, perdidísimo últimamente, reparaba su pésima actuación propinándonos un muerdo a colmillo sangrante, estábamos comprobando que el Barcelona ya no es ese equipo invencible. Y lo mejor, plantamos cara sin los Kroos, Bale… con un Mariano que llama a la puerta como el mejor Eastwood entrando al saloon del lejano oeste. De ese magistral fútbol de Modric, atracción absoluta, el gusto por la invención, yo ya no tengo palabras. Todo compromiso, todo emoción. Mientras, el Can Barsa más machadiano, “lo demás  Nada… Vida… Cosas… Lo que se sabe… / Calaveradas, amoríos… Nada grave”.  

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