«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Estibadores o no ¿es malo el trabajo hereditario?

8 de marzo de 2017

Comenta la prensa, de izquierda y de derecha, las reiteradas y vergonzosas pretensiones de los trabajadores de distintos sectores ¡de conseguir trabajo para sus hijos! ¡Dónde vamos a ir a parar! No es un caso aislado, como el que ha ido a todas las portadas -el gremio de estibadores en los puertos de España-, sino que casi cada día salen a la luz “espantosas agresiones al Libre Mercado”.

Por ejemplo, el sindicato de Central Lechera Asturiana quiere que el empleo “sea hereditario”, o más bien que en un nuevo convenio colectivo, en un sector ya especialmente difícil, haya «garantía de que los hijos de los empleados y de los socios de la cooperativa tengan prioridad» para acceder a una vacante laboral. ¿Es un ataque a la libertad o es una expresión muy comprensible de un sentimiento familiar?

Está en mente de todos lo que se ha dicho, y lo que no, sobre el sector de la estiba en España. Los hechos son una cosa, y la interpretación ideológica -o demagógica- otra cosa. Hechos son que España es un país que ahora mismo y hace tiempo necesita ser eficiente en el comercio exterior. Y que este comercio, exportación e importación, en gran medida se desarrolla a través de los puertos. Y que estos funcionan bien.

Así las cosas, la Unión Europea ha declarado incompatible con sus normas el monopolio de la estiba consagrado en la vigente Ley de Puertos. Esto quiere decir que el sistema de organización español de los puertos, que funciona bien, no gusta a Bruselas por razones estrictamente ideológicas, no económicas. Les parece no abierto a la competencia, endogámico, corporativo y muchas cosas más. Contra el sistema español de estiba, y aplaudiendo la decisión europea, se unen ciertos grupos bien definidos de izquierda y de derecha -por ideología todos, por historia algunos- además de las grandes multinacionales que esperan beneficiarse de una “apertura” de la gestión de los puertos dineros. Por supuesto, para obtener ellos más beneficios, no para servir mejor a los intereses de España ni de los españoles, que a ellos no les importan.

Efectivamente, es un sector marcado por la historia. La mayor y más grave acusación que se hace a la estiba es que hasta ahora su ordenación procede de José Antonio Girón de Velasco. Con él, se diseñó un sistema nacional de estiba, capaz de responder a los intereses generales y crecientes de España y a la vez pagar bien a unos trabajadores cualificados. España no podía depender de descargadores improvisados, baratos y en malas condiciones de vida y de trabajo. Así que se organizaron en corporación y se garantizó a la vez el servicio y una vida digna a los trabajadores. La Organización de Trabajadores Portuarios (OTP) cobraba la carga y descarga y garantizaba la estabilidad y retribución que hasta entonces los estibadores no tenían. Los puertos funcionaron, y la economía española de setenta años es la prueba. Historia o no, funciona.

¿Quieren libre contratación de trabajadores fuera del gremio? Adelante, pero tendremos peor servicio a medio y largo plazo, habrá huelgas que hasta ahora no ha habido y será todo por suprimir un resto operativo del franquismo azul y por hacer ganar unos céntimos más a las grandes empresas, que no a los españoles ni a las empresas españolas. Esa supuesta liberalización, que será más pronto que tarde una entrega al extranjero, no nos hará más competitivos, aunque satisfaga ciertos prejuicios ideológicos para los que ver un obrero con trabajo seguro, organizado, bien pagado y con preferencia para sus hijos en el gremio causa un sarpullido.

¿Ganaría España prohibiendo la creación de un registro de estibadores en lugar del modelo gremial actual e imponiendo una gris liberalización total? No parece. El Gobierno se escuda en Bruselas, pero lo cierto es que hay maneras -y eso sin salirnos de la UE- de permitir que un gremio se organice, incluyendo la gestión de la formación, de las vacantes y de los beneficios sociales. No sólo ha funcionado en los puertos sino que funcionaría en muchas más cosas. Y si no existe es por razones ideológicas, que no prácticas.

¿Y que haya un sector reglamentado y con una gestión corporativa es realmente malo en términos de competitividad? No parece. Pensemos en Japón, donde no sólo el cargo de Primer Ministro es casi hereditario, sino que se conserva -impulso natural- esa costumbre en muchos sectores. Y donde el despido, salvo casos extremos, es aún más raro que la inmigración. En un Estado social. ¿Es malo que los vaqueros asturianos o los estibadores de los puertos quieran las mejores condiciones posibles, gestionen con los usuarios cómo hacerlo y además quieran que sus hijos hereden el fruto de su esfuerzo? Así se hace en Japón, y se hizo aquí, y no es un mal tan terrible. ¿Y pagando al trabajador en función de los resultados y haciéndole participar en la gestión no lograríamos un funcionamiento aún mejor? La única pregunta es si importan más los hechos o los prejuicios ideológicos.

.
Fondo newsletter