«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Si Bárcenas Hablara

27 de enero de 2015

Acaba de salir de la cárcel y ya le ha quitado todo el protagonismo al pequeño Nicolás. Lo que puede decir Bárcenas, la mano que mueve la cuna, haría explotar

muchas reputaciones haciendo caer a gentes de las más “reputadas”. Con ironía (se supone) anunciaba que “El PP no tiene nada que temer” y, a renglón seguido se despacha con que todos sus apuntes de la caja B son tan ciertos como la nieve del invierno. Muchos, paradójicamente, se van a congelar con esa lengua de fuego. En un año que va a haber votaciones para todo, excepto para ser monaguillos, las declaraciones de Bárcenas, que sí habla, pueden tener un peso todavía incalculable en cuanto a la intención de voto y hacer declinar por pasiva la mole popular. Una de las leyes más importantes de todo grupo político es el silencio hacia afuera. En capilla o incluso cuando te llaman al coro puedes cantar lo que quieras. Frente a un micrófono, en cambio, o repites el catecismo o eres un traidor indeseable. Durante los próximos días todas las cadenas le ofrecerán el oro y el moro por una exclusiva y ya se las ingeniarán en la cuatro o la sexta para que cante mejor que Enrico Caruso en sus tiempos de gloria. Bárcenas, ya lo demostró con su entrevista en el ABC y está dispuesto a hablar aunque eso le cueste cambiar de abogado defensor, como le sucedió con Gómez de Liaño.

La “Omertá” (o ley del silencio de las mafias) parece no haber hecho mella en él, que es pájaro cantarín como los chavales del Premio Gordo y sabe de números más que la lotería de “El Niño”. De aquí a unos días alguien que tiene la probabilidad de

pasarse más de cuarenta años de cárcel puede llegar a inmolarse a lo bonzo si con él caen “yo y mis circunstancias”. Ahora, ya conquistada Grecia por la nueva formación de Syriza en el recuento de las urnas, hace que ese espejismo que parecía imposible, se acerque silencioso como los tsunamis y cuando la gente lo ve ya es demasiado tarde porque el agua gana todos los podios cuando acelera sus tentáculos de ciempiés.

Si Bárcenas no hablara, si le convenciera alguien de que es mejor hacer montañismo o dedicarse esmeradamente a devolver el dinero que ha costado a su familia pagarle la fianza, muchas personas respirarían tranquilas. Pero está hablando y poniendo con nombres y apellidos las culpas ajenas. Ahora puede clarificarse si la caja B era un asunto particular o colectivo y si los sobres volaban por el cielo o había  en ellos el dinero suficiente para aterrizar en los bolsillos de los jerifaltes.

Shakespeare, que entendía de tragedias más que nadie, contactaba con los espíritus del Ser o No Ser, cuya frágil línea de conexión estaba en el hablar o no hablar. Con notable sabiduría escribió esta  frase inmortal: “words, words, words…the  rest is nothing”. Si estuviéramos en los tiempos de “El Padrino” como en Argentina eso se arreglaría con un fortuito disparo en la sien hecho con un arma suicida ¿o tal vez no? Pero en esta democracia, llena de valores intocables, como el derecho a robar (pero sin matar a los robados), no es fácil creer que ése pueda ser el final.

Apúntense por tanto los sordos a un curso de logopedia e intenten distinguir el casi imperceptible movimiento de los labios. Seguro que valdrá la pena porque vamos a oír voces escandalizadas y golpes de pecho hasta que a Bárcenas vuelvan a encerrarlo. No sólo el ejemplo griego con sus voces de oráculos sino los trinos de nuestros bien conocidos agoreros están abriendo una brecha en el casco rayado del Partido Popular y a muchos nos parece que la línea de flotación hace ya aguas antes de que Mariano Rajoy reparta los salvavidas curándose en salud el hundimiento del barco. Dentro de un año sabremos cuántos náufragos han logrado llegar a una isla desierta.

 

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