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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Crítica: Sicario, lo malo y lo menos malo

Un espectacular inicio deja bien claras las intenciones de Sicario, la nueva aventura cinematográfica de Denis Villeneuve (Prisoners, Enemy) que, con su particular tono angustioso, se adentra en el fango del narcotráfico. A pesar de su evidente parecido con la La noche más oscura, Sicario se ha hecho ya hueco en este subgénero del thriller por su factura impecable y la concepción de un personaje redondo como el que interpreta Benicio del Toro con gran acierto.

Unos impresionantes planos aéreos de El Paso y Ciudad Juárez y una martilleante banda sonora salpican un thriller que, en sus dos horas de duración, mantiene la atención desde un inicio que daría para hacer otra película aparte hasta un final que, si bien no es del todo inesperado, explota con lucidez la carga simbólica e intelectual del largometraje.

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Sicario apenas innova en el terreno de los cárteles mexicanos presentando, de esta forma, un panorama deprimente y sin ley en el que las fuerzas de seguridad eligen entre las opciones malas y las menos malas. La ética policial es la pieza fundamental que articula el mensaje del trabajo de Villeneuve que, como ya hizo Kathryn Bigelow en La noche más oscura, pone el foco en la moralidad para llegar a un fin a través de escenas de una tortura siempre insinuada y el uso de métodos fuera de la legalidad para combatir la ilegalidad.

Puede achacarse al cineasta que, en su empeño por hacer una narración clara, tenga una visión demasiado simplista del personaje protagonista encarnado por Emily Blunt, que busca ejemplarizar la legalidad y la ética policial con su permanente ‘cara de circunstancias’ para resolver el caso de narcotráfico más brutal y que, finalmente, queda muy detrás del carisma del personaje de Del Toro. Éste último, moviéndose en un terreno similar a Traffic (Steven Soderbergh, 2001) con gran facilidad, es el antónimo de Blunt con un personaje enigmático, inexpugnable e, indudablemente, centro de interés de Sicario.

Villeneuve hace un thriller de narcotráfico no como denuncia, sino para poner a sus personajes en el límite entre lo malo y los menos malo. Sin dar al espectador la trama mascada y desafiando su ética en situaciones límite, maneja con maestría los hilos de una película que se desarrolla con una calma ‘trepidante’ que angustia y atrapa desde el primer segundo.

Puntuación: 4/5

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