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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Agresividad y tristeza, los peligros de humanizar a tu mascota

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(c) Flickr CC Robdownunder

Manjares exquisitos; sesiones de peluquería; botas para la lluvia y abrigos para el frío; camas humanas… ¿Nos estamos pasando con el cuidado a las mascotas? 

Lo cuenta en una entrevista a EFE la psicóloga y experta en terapias animales Carmen Castro: Mimar en exceso a un perro, humanizarlo, es otra forma de maltrato que va en contra de la verdadera identidad del perro. Una actitud que puede, además, generar comportamientos agresivos en ellos. Pero, ¿por qué?

Esta especialista en terapia asistida con animales de la asociación Hydra de Getafe (Madrid) advierte a los dueños que conceden a los canes una posición superior a las que les corresponde en el hogar de que están actuando «contra su naturaleza» porque estos animales domésticos necesitan normas, disciplina, horarios y límites, no «ser humanizados». Estos animales no juzgan a los seres humanos y deben ser integrados en la familia sin sufrir una «antropomorfización» o tendencia a ser humanizados ya que “consentir de forma excesiva es tan malo como maltratarlos, es el otro extremo» avisa Castro. Un perro, advierte, puede llegar a presentar comportamientos agresivos y dominantes cuando las personas los acostumbran a comportamientos antinaturales como permitir que duerman en el sofá, pasearlos en carritos o ataviarlos con calzado para protegerse de la lluvia.

¿Y los abrigos?

La experta recuerda que los perros tienen un “subpelo” que los protege tanto del frío como del calor, por lo que es innecesario el uso de indumentaria que, no sólo dificulta sus movimientos, sino que, en función de los materiales con que esté fabricada, puede dañar su piel.

¿Se sienten tristes?

Un perro que no coma solomillo o no tenga abrigo para la lluvia no es un perro triste. La aclaración, aunque demasiado obvia, sirve para recordar a los dueños de perros la necesidad de imponer unas normas de convivencia lógicas que posibiliten la buena conducta del animal. Por eso, los dueños de mascotas, perros en este caso, deben saber que las normas no sólo son necesarias, sino que aumentan la felicidad del animal, que necesita saber qué va a suceder en todo momento, gracias a horarios de paseo y rutinas de comida o de descanso.

“Cuidar bien del perro no supone darle un estatus mayor del necesario. Saciar las necesidades básicas del mejor amigo del hombre es suficiente, normalizando siempre su puesto en el hogar: por debajo del hijo más pequeño».

¿Por qué tanto mimo?

Entre los dueños que «miman desmesuradamente» a sus mascotas, la especialista distingue a las personas que no han tenido hijos y que viven solas, las parejas que tratan a su perro «como uno más de la familia» y las que presentan «mucha sensibilidad por la naturaleza»; muchas de ellas suelen ser personas con «falta de cariño» que llegan a defender a su animal como si fuera su propio vástago.

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(c) Flickr CC George Thomas

También existen los que consienten demasiado a sus mascotas porque siendo niños no les permitieron tener una y al llegar a la independencia de la edad adulta han querido satisfacer esta demanda propia pero luego «se sienten perdidos» porque no conocen bien qué cuidados deben ofrecerles y les otorgan «demasiados caprichos» sin conocer los efectos negativos que pueden generar.

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