«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Desde mis cuarteles de invierno

23 de marzo de 2017

Por Manuel Ruiz Sierra. Coronel de Cabellería.

Sirvan estas primeras palabras de agradecimiento sincero al Coronel de Infantería DEM don José Domínguez Martínez Campos, quien ayer tuvo la deferencia y amabilidad de llamarme para pedirme un artículo con el que abordar un tema interesante – del que me indicó debe ser el “leitmotiv” la Defensa Nacional, y me añadió que, al parecer es una “asignatura pendiente”…

Y mi agradecimiento se basa en que a estas alturas en que nos encontramos, un antiguo alumno, de mi época de profesor en la Escuela de Estado Mayor del Ejército, recuerde a este veterano coronel de Caballería que dedicó sus enseñanzas a unos jóvenes oficiales que querían ser diplomados de Estado Mayor, el órgano esencial de asesoramiento al mando, en el que la razón fundamental debe ser la lealtad sin fisuras, la abnegación constante y la moral más elevada que puede existir entre hombres dedicados a defender a su Patria, y como decía y dice – todavía – la fórmula del juramente a la Bandera – “hasta derramar la última gota de nuestra sangre”.

Bien; pasemos a esa “asignatura pendiente”; según me decía – y precisamente en estos momentos en que hasta con cuatro o cinco asignaturas pendientes se puede pasar de curso conforme a la ley… El tema de la Defensa Nacional, es para mí algo importante, pues es algo que al elegir la profesión de las armas estaba más que elíptico y sobreentendido…

¿Quién dudaba que eso era lo que se nos pedía y exigía desde el mismo instante en que como Caballeros Cadetes, así lo jurábamos? … Y si no lo cumplíamos “la Patria nos lo demandaría como indignos hijos de ella”.

Así pues esa “asignatura pendiente” creo se basa en algo más profundo, en algo más olvidado, en algo más esencial que en analizar qué es la Defensa Nacional… Todo arranca pues de algo, para mí, superior: la presencia del Ejército – entendido como conjunto de Fuerzas Armadas (FAS) de nuestra Patria – de un carácter diferente a lo que la misma fórmula del juramento o promesa (hoy) se intenta echar a volar, mediante temas de temor a un ataque “interior” o “exterior”, de defensa de un ordenamiento “constitucional” (que como tal, está sujeto a posibles variaciones, reformas e incluso derogaciones)… Nuestra fórmula era mucho más concreta y no abundaba en “retruécanos”.

Hoy al parecer la cosa es diferente. El “amor a la Patria” yace escondido en lo más recóndito de los corazones – si es que existe – está pospuesto al egoísmo individual, al interés material, al utilitarismo positivo (al menos) y a veces a pasiones menos nobles y dignas de ser tenidas en cuenta.

A todo esto que apunto, yo le llamaría “disciplina social”; y como tal queda cubierta por un “anacronismo actual”, ya que no se respetan las leyes, ni la autoridad… ¡Hasta los padres hoy son deficientes!, la confianza es hoy un mito, y sólo parece existir el ansia de dinero… En un estado actual como el descrito, a buena parte de nuestra sociedad, hoy más que nunca es necesario existan unos organismos militares “permanentes” que garanticen el orden y una constante escuela de “guerra” para que la juventud – antes de constituir familia – entre de lleno en la vida cívica práctica, con formación moral y espíritu abierto a deberes, servicios y facultades adecuadas para ser un buen ciudadano.

Indudablemente, no es la milicia el medio más adecuado para contener las tendencias de los gobiernos. Hay en la actualidad dos agentes mucho más poderosos y eficaces: “la opinión” pública y el “dinero”. La opinión pública, bien instruida, se ha elevado como un gigante. Es un poder que vela sobre todo, que regula, que controla, que está siempre presente en todos los debates… Cada palabra pronunciada, en la que se pueda detectar el mínimo error, será puesta al instante en conocimiento público, y de ahí a la “maledicencia” hay un milímetro escaso.

Pero hay un enemigo peligrosísimo, el “despotismo”, que en cuanto asoma a escena el Estado queda en suspenso. Luego, ¿existe esta asignatura pendiente para nuestros ciudadanos?… ¡Pues claro que sí!, ¡la Defensa Nacional!… Eso es cosa ya pasada, se nos podrá decir, y por eso, indudablemente esta postura caerá bajo aquel viejo aserto de “ojos que no ven…” aquí paz y después gloria.

La “defensa del Estado” es ardua tarea para darle un oportuno desarrollo en tan corto espacio. Pero lo es más todavía llevarlo a la conciencia y convicción de todos los ánimos. Por eso la “defensa nacional” – su equivalente – está hoy muy poco de moda, es “una asignatura pendiente”, y como tal no deberíamos pasar página, ni curso, sin aprobarla.

Hoy la inmensa mayoría de los espíritus sienten un potente influjo de la idea de “libertad”, de tener toda clase de derechos, no así de obligaciones… Como individuos “sensibles” somos capaces de experimentar sensaciones de diverso índole (placer & dolor, alegría & tristeza…). Como seres “pensantes” nos vemos dotados de facultades superiores entre la que debe destacar la “inteligencia”, y en segundo lugar la “voluntad”… Y por último yo incluiría la “libertad”, que para mí no es la negación de ciertas servidumbres ni principios, ¡que es lo que hoy impera!.

Así pues, y para no alargarnos más, creo que estos párrafos pueden servir para comprender a todo aquel que sienta en su alma “cierto amor a su Patria” que estamos en momentos y horas bajas para la “defensa nacional”; en las esuelas, en los institutos, incluso en las Universidades ¡esto no “mola”!… Y lo que para mí es fundamental es que hay falta absoluta de moralidad, ¡la moral es lo que falla!; y ¿qué podemos hacer?, salvo iniciar un segundo bloque de artículos, en los que sociólogos, mandos elevados que hayan podido contrastar de manera objetiva esa falta de “moralidad” nos avisen de que la asignatura está ahí, “pendiente de un hilo”, que posiblemente se necesiten clases particulares de refuerzo – si es que ya hubo  clases oficiales de dicha asignatura… cosa que dudo.

Y lo que me parece – hoy, muy alejado de mis antiguos puestos de enseñanza militar para nuestros futuros mandos, y por ello lo que veo no me agrada, no me satisface, e incluso me ha llegado el “pálpito” de preguntarme: ¿tan mal lo hicimos que lo que hoy encontramos en quienes fueron nuestros alumnos y ostentan puestos de más o menos responsabilidad, su comportamiento puede dejar algo que desear?…

¡Ojalá me equivoque en toda la línea!, pero mucho me temo que no será del todo.

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