«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Cataluña, crónica de una muerte anunciada

6 de noviembre de 2015

Nadie en su sano juicio,  y la debida honestidad intelectual, puede negar que lo que está ocurriendo ahora, se veía venir desde hace mucho tiempo, concretamente ya despuntó en la redacción de la propia constitución, no ha sido la diligencia y entusiasmo de los separatistas, lo que les está permitiendo  cumplir su calendario de secesión, sino la pasividad escandalosa de los gobiernos centrales y la indiferencia del resto del país. Los artífices de la constitución pecaron por ingenuidad o desconocimiento de las bases,  sentimientos y objetivos últimos del separatismo decimonónico vasco y catalán, al dejar una puerta abierta a una España de taifas.

Las transferencias de materias troncales de enorme trascendencia social, a la hora de estructurar un país como son la educación, la sanidad, la justicia, o la gobernación, fueron instrumentales en su poder para desbancar un sentimiento y una disciplina unitaria. Es evidente que si alguien es católico, luterano, musulmán o budista es porque así fue educado y moldeado. No se puede pretender que unas generaciones indoctrinadas desde la infancia en la idea separatista, vayan a reaccionar ahora de manera diferente a la que están reaccionando, puede haber excepciones sin duda, la racionalidad está por encima de la indoctrinación,  pero esas minorías pensantes, son eso: minorías,  y poco peso tienen en un sistema político cuyo eje cardinal y  exclusivo es el sufragio universal.  Igualmente habría que atribuir una parte importante de culpa al resto de la nación española, que en esa dispersión educativa intencional, cada “autonomía su propia historia”, ha devaluado las ideas esenciales del país y levantó unas barreras culturales entre las mismas,  un vicio histórico de la izquierda española es no identificarse con España como unidad nacional, no vale como disculpa que la derecha tradicional haya instrumentado a su vez el tema en sentido contrario, la idea de España estaba al alcance y podría ser esgrimida por ambos bandos. Lo que ocurre es que solo un bando la tomo como eje de su campaña. Lo grave, más que la ignorancia del vecino, ha sido la indiferencia hacia lo que al vecino le pase. El que sucesivos gobiernos centrales, con objeto de apoyarse en los votos de los partidos nacionalistas, hayan hipotecado el destino de las poblaciones no nacionalistas, de las regiones en cuestión, es un delito de lesa majestad.  Durante más de treinta años, a los vascos que tuvieron que exiliarse, a aquellos que tuvieron que seguir viviendo en su tierra bajo una presión insoportable de los medios nacionalistas, a los catalanes arrumbados que se sentía españoles, y querían seguir siéndolo, se les abandonó a los pies de los caballos, se les obligó a hocicar o exilarse por un afán electoralista. ¡No vengan ahora con discursos patrióticos porque han perdido la autoridad moral para reclamar comprensión!

 La batalla comenzó a perderse en el momento que en un noticiero de ámbito nacional, hablado en español, se empezó con esa cursilería de Lleida y Girona…   

  Es cierto que el actual gobierno tiene una parte de culpa en esta tragedia, por inacción, pero este no deja de ser el último capítulo de una historia envenenada, de la que Rajoy no es ni el único ni mucho menos el más responsable. Lo son los políticos elegidos, pero también  el resto del pueblo español. Se ha estado intentando evitar un choque frontal que pueda desembocar en una manifestación de violencia,  la  intención puede ser loable, pero hay que ver a quien se tiene enfrente y reconocer hasta donde hemos llegado y el programa que pretenden poner en marcha, no nos engañemos, van a tener que utilizarse medios coercitivos, aunque estos produzcan violencia y un nuevo brote de ese sentimiento que algunos denominan “victimismo” para justificar la inacción.    No podemos olvidar, y si no que se lo digan a aquellos que han tenido que abandonar su tierra huyendo del totalitarismo separatista ¿Acaso eso no es violencia también?

    En un mundo como en el que estamos, bastarían medidas económicas para paralizar  el funcionamiento de la maquina separatista, intervención de cuentas  y replanteamiento de los medios de información, recordemos cómo no se volvió a oír hablar de manifestaciones en la calle en Grecia después del corralito.  Un motor al que no se le pone gasolina se para. Podrán manifestarse, crear desorden, violencia en la calle, protestas airadas. Caos durante unos días pero no más…La ira del catalán acomodado –  es un pueblo maduro que vive razonablemente bien – por muy separatista que sea la ira violenta le dura poco, la otra… Veremos lo que se tarda en recomponer emocionalmente el disparate educativo y de indoctrinación sentimental que ha ido  construyéndose a lo largo de los últimos treinta y cinco años.

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