«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Luz roja

27 de noviembre de 2015

Tras  ir rastreando todos los posibles puntos de fricción  en este conflicto generalizado de incontables facetas, que afecta directamente a Europa, Oriente Medio, EE.UU., Rusia y por osmosis, al equilibrio del mundo en estos momentos,  de pronto me asaltó una idea que me inquietó profundamente. La  idea de que en ocasiones los árboles, esos mismos conflictos parciales,  que no nos dejan ver el bosque, nos ofuscan la visión y nos encontramos con consecuencias no previstas y mucho menos deseadas.

Cuando la complejidad de un problema es de una naturaleza tal, que no permite distinguir los condicionantes, ni las últimas razones, que casi siempre son egoísmos nacionalistas, intereses económicos o disputas religiosas, se puede generar en un momento determinado, una inercia que desencadene una reacción no buscada por las partes.

A partir de un hecho, que en sí mismo no  tendría por qué tener una mayor trascendencia, se inicia una espiral ascendente de final imprevisible.  El comienzo de la primera guerra mundial es el ejemplo perfecto. Era todo un entorno el que precipitó una guerra de terribles consecuencias.

Por ello visualicé un hecho que podría precipitar una guerra de consecuencias muy diferentes, una guerra que volvería obsoletas todas las consideraciones hechas hasta este momento al cambiar radicalmente todo el escenario.

La acción de guerra turca derribando un avión ruso junto a su frontera, es una temeridad, además de un acto incongruente en estos momentos en los que al menos, “teóricamente”, están luchando en el mismo bando, contra el radicalismo islámico. Si Rusia reacciona pone a la OTAN en un brete.

Lo que refleja es que detrás de estas guerras hay unos intereses muy dispares. Turquía se está islamizando y sigue paradójicamente en la OTAN, favorece a las milicias suníes contrarias a Assad, al EI, ISIS o al Daesh si se quiere incluido, y lo viene haciendo con apoyo económico, logístico y de santuario, a la vez que busca exterminar militarmente a los Kurdos aliados de Occidente.    

Rusia pretende aniquilar a las milicias islámicas contrarias a Assad, que se refugian alrededor de la frontera turca. Un simple comandante turco más o menos simpatizante de la causa sunita al otro lado de la frontera, ordena derribar un avión militar ruso. ¡No sabe en la que se está metiendo si los rusos contra atacan!  Esperemos que la OTAN no reaccione apoyando a Turquía pues eso desencadenaría una guerra de consecuencias imprevisibles con el asunto de Ucrania todavía pendiente.

No quiero ni pensar si se eleva la tensión  y se produce un conflicto armado entre Rusia y Turquía, como ocurrió en Crimea, en que Gran Bretaña y Francia tuvieron que acudir en su ayuda con apoyo militar, para evitar que Rusia acabase con el “enfermo de Europa”. ¿Volvería a producirse tal contingencia, en este caso apoyándose en el tratado de mutua defensa de la OTAN?

Rusia siempre ha tenido interés en controlar los estrechos y zonas adyacentes, por razones obvias, apoyará a El Assad mientras este le permita mantener bases navales en el Mediterráneo sirio. Mejor no proporcionarle la escusa…

Los turcos deberían reducir sus decibelios nacionalistas, volver a los principios marcados por Ataturk,  y dejar de apoyar a los rebeldes sirios y palestinos, o se arriesgan a verse colgados de la brocha,  pues no creo que los países de la “Alianza Atlántica” vayan, ni deban,  ir a la guerra con una Rusia crecida militarmente, para amparar sus simpatías religiosas por la causa sunita. Turquía tendrá que escoger ¿con quien está en este pulso? De ello dependerá su propia supervivencia, sola no aguantaría un embate de los rusos: ser una potencia regional que lo es, o sufrir un descalabro de dimensiones imprevisibles.

 

 Si por otro lado Occidente cometiera la torpeza de apoyar a Turquía, iba a encontrarse en una situación insostenible, una guerra profundamente impopular, independientemente de los intereses americanos o europeos en la zona, las poblaciones de los países occidentales, en absoluto simpatizan con una causa como la islámica, malamente se tolera mirando en otra dirección,  que se sigan manteniendo relaciones con Arabia Saudita y los Emiratos del Golfo.

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