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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La rebelión del mundo profundo

4 de mayo de 2017

Esta idea que fue expresada por el político italiano Massimo  D`Alema hace algunos años, refiriéndose al hecho de que la gente, mayoritariamente,  no leía la prensa, y que por tanto su grado de conocimiento de la verdadera realidad política del país era deficiente a la hora de tener que elegir o tomar decisiones, y que por consiguiente habría que buscar otra forma de llegar hasta ese “pueblo profundo”, a esa masa  que vive al margen de las realidades de la economía y de la política. Dicha declaración tiene hoy más sentido que nunca ya que rige un sistema democrático electoralista sin atenuantes.

Es evidente que D’ Alema era un optimista, que tenía a la prensa en una injustificada  estima  en cuanto a su objetividad, aunque en la realidad, la mayoría de la población lee más prensa que libros, que sería lo más formativo verdaderamente,  y se sumerge en esa nueva prensa que es la visual televisiva, que directa o indirectamente está siendo utilizada como mecanismo de transmisión ideológica descarado por parte de diferentes grupos de interés: en Italia, concretamente, cuando lo dijo era notoria la preeminencia del grupo de Berlusconi, que de este tema sabía mucho, que salpicaba el espectáculo frívolo y desmoralizado con el mensaje político.

Sin embargo hay que reconocerle el acierto a ese político veterano al poner el acento en una idea simple pero evidente: la de que no se está llegando a una gran parte de la ciudadanía, desnudándose de palabras y discursos, mensajes y concesiones a la galería, la realidad es que no se está comunicando con una mayoría de personas, esa que él denomina “pueblo profundo”.

Un pensamiento, una intuición si se quiere, que debería hacer meditar a la actual clase política: ¿Por qué? : ¿Será porque predomina el interés del propio grupo que domina los medios y que tal preferencia no coincide con el interés general, será porque la manipulación y tergiversación de las noticias es tan obvia que la gente rechaza instintivamente tales postulados, será porque han perdido credibilidad los mensajeros utilicen el medio que quieran , será porque cada vez las minorías tradicionalmente bien formadas ya carecen de importancia y que aquellos que tienen un criterio, tras el estudio y la experiencia, son arrastrados por la corriente de la masa, será que la ignorancia, incultura y pasividad de esa mayoría “profunda” es tal que irremisiblemente sería imposible hacerla comprender cualquier convicción racional …? Lo cierto es que son muchas las posibles razones de tal falta de comunicación, pero la culpa no es tanto del sujeto pasivo, sino de aquellos que manejen los medios o los criterios de selección en temas como la educación del país o cual ha de ser el mensaje y el contenido de esos medios.

La afirmación de que la tele –radio – prensa- internet basura, es la preferida y por tanto las audiencias son las que mandan a la hora de emitir o promocionar unos temas y contenidos en lugar de otros, es falaz como mínimo: si a un individuo desde niño  se le alimenta correctamente, en base a lo que es mejor para su salud, no se está practicando ninguna agresión a su libertad, sino favoreciendo  su salud física y mental. Es curioso como hay tanta preocupación para que no se coman grasas perniciosas, excesos de dulces, alcoholes sin control, bollería insana, comida basura, y se le incita a tomar alimentos naturales: fruta, verdura, pescado,  proteínas con moderación hacer ejercicio…. En resumen: si a un niño se le atiborra de caramelos y chocolate, al cabo del tiempo no querrá otra cosa y es nuestra obligación conseguir que tal deterioro de su persona no se llegue a materializar. ¿Por qué entonces se permite envenenar a la audiencia de toda edad con basura mental que lo único que produce es atrofia intelectual y elimina la función crítica del cerebro que es esencial para tomar decisiones acertadas?

Todavía los de mi generación se acuerdan de las noches de teatro de calidad en la TV, y cómo, poco a poco, al día siguiente, aquello servía para que la gente comentara en el bar o la taberna el planteamiento de una obra maestra desde Lope a Beckett, Moliere o Lorca… ¿Porqué? Por la simple razón de que los temas vitales más trascendentes siguen interesando a los hombres siempre y cuando alguien se los recuerde… La gente no es tan estúpida ni tan indiferente.

¿No será porque un colectivo humano ignorante es más fácilmente manejable, es más dócil y obediente a las consignas que favorecen los intereses de aquellos que en cada momento ostentan el poder? No es casual que últimamente hayamos visto errores tan manifiestos en las encuestas de población  en países tan dispares como Gran Bretaña o  Colombia… ¿No será porque dichas encuestas y demás medios de comunicación lo que buscan es ante todo condicionar las decisiones de la población, y que al menos una parte de ella  comienza a darse cuenta, y milagrosamente, contra viento y marea se rebela?

Lo paradójico del tema, creo,  es que las reacciones que  buscan  los “núcleos de poder” tanto públicos como privados, de ese “pueblo profundo”, al que alude D`Alema, parecen estar programadas negativamente, y este pueblo en lugar de rebelarse contra aquellos que realmente le están utilizando,  a base de lavar cerebros con utopías,  se vuelve contra aquellas instituciones que mejor podrían librarla de esa sujeción mental: los viejos valores, las instituciones que durante siglos han velado por su seguridad física y jurídica,  la cultura con mayúsculas, el esfuerzo y la paciencia, mientras que por el contrario se fomenta el desconcierto moral, los abusos de todo tipo, una tolerancia destructiva y el abandono suicida de la estructura básica del orden social familiar.

¿Quién saldrá vencedor de esta gran prueba de supervivencia, de este desafío entre unas élites rectoras que pretenden crear un nuevo modelo social, paradigma como dicen ahora, y ese “pueblo profundo” o mayoría silenciosa,  que instintivamente  se rebela contra tal pretensión?

Por desgracia, cada vez más, esa población mayoritaria, ha sido privada de una formación y apartada del contacto efectivo con unas minorías representativas capaces de enfrentarse  a la nueva dictadura del pensamiento único. Es una lucha desigual pues si vence la ingeniería social, la sociedad resultante tal como la conocemos, desaparecerá,  y lo que sobrevenga se parecerá más al caos que a una utopía y si lo que prevalece es la visceralidad de ese “pueblo profundo” lo que puede sobrevenir es la anarquía. Siempre queda la cruda y desgraciada posibilidad de un conflicto o una serie de conflictos, más o menos graves, en función de la distancia del observador al núcleo del mismo y su intensidad.

Creo que sería una misión irrenunciable por parte de aquellos que a nivel nacional e internacional ostentan situaciones de poder representativas, que barajen la posibilidad de reconocer que se han cometido equivocaciones, o al menos se han producido desfases entre los deseos y la realidad, e invertir ciertas medidas y volver a replantearse un modelo de expansión social distinto al previsto,  normas y directrices que han sido puestas en marcha durante estos últimos años, leyes que ofenden o generan rechazo por una buena parte de la población, aunque eso entrañe tomar decisiones difíciles y complicadas. Aunque algunas resulten contrarias a sus simpatías o referencias ideológicas, es un pequeño sacrificio de tolerancia real para evitar un choque de trenes.  

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