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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Sánchez y el don de la oportunidad

Los líderes comunitarios se reúnen en una cumbre que evidencia la fractura entre los dos modelos posibles para Europa. O lo que es lo mismo, sistema contra reacción.

Pedro Sánchez acudirá este jueves a su primera cumbre migratoria. Tras una breve gira por Francia y Alemania para rendir pleitesía a Emmanuel Macron y Angela Merkel, el presidente del Gobierno ha asumido el discurso oficialista en torno a la inmigración y ha incorporado a su vocabulario el término populista, que en Bruselas sirve para señalar a aquellos -cada vez más- políticos que se plantan contra las imposiciones de unos pocos.

Aunque haya pasado menos de una semana de la llegada del Aquarius a nuestras costas, el cambio de parecer de Sánchez es más que notable y el socialista aboga por crear centros de internamientos -los CIE de toda la vida- fuera de las fronteras de la Unión Europea. Basta un simple vistazo a la hemeroteca para comprobar que el primer político en proponer esa medida fue el «populista» Viktor Orbán allá por 2016. El húngaro fue tachado entonces de «xenófobo y racista» por las mismas élites que hoy proponen asumir su plan. Cosas veredes, amigo Sancho.

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, aboga en una carta por crear «plataformas de desembarco de inmigrantes fuera de Europa, si es posible en en cooperación con la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM)». ¿Qué dirían las terminales mediáticas del progresismo si esa misiva la hubiera lanzado el nuevo Gobierno de Italia? A más de algún cronista se le acabaría la interminable lista de adjetivos calificativos que dedican a diario a aquellos políticos que se niegan a formar parte del sistema.

Tusk abre la cumbre sobre inmigración dando tácitamente la razón a Orbán

Aún hay más. El polaco Tusk reclama a los líderes un acuerdo y propone estas medidas porque no hacer nada «podría crear la impresión de que Europa no tiene una frontera externa, cuando la gente en Europa espera que demostremos determinación en nuestras acciones para restablecer su sentido de seguridad».

Más allá de las palabras de Tusk, el acuerdo parece imposible. Los dos bloques están completamente enfrentados y el éxito de la cumbre pasa por ir acercando posturas de cara a futuros encuentros. Italia exige romper con las Reglas de Dublín, que estipulan que el refugiado debe pedir asilo en el primer país seguro al que llegue, y en Alemania la división entre el ministro del Interior, Horst Seehofer, y Angela Merkel es total.

¿Y España? Como es habitual, nuestros políticos permanecen ajenos al debate. Sánchez no está dispuesto a que el asunto migratorio le arruine la campaña de marketing que tiene entre las manos. El socialista ya logró el efecto mediático deseado con el Aquarius y en los días posteriores ha restado importancia a la situación que se vive en el Estrecho de Gibraltar. 

Sorprende que los mismos medios que dedicaron horas y horas de especiales al desembarco del Aquarius hayan dado ahora la espalda a Salvamento Marítimo y su encomiable labor para salvar a diario la vida de cientos de personas. Seguro que existe alguna explicación coherente que a este humilde redactor se le escapa. Seguro.

Sánchez rechaza el problema migratorio: 'El gran peligro es el populismo'

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, estableció como “prioridad principal” la eliminación de las concertinas en las vallas de Ceuta y Melilla. Tratar de eliminar un método de control que se ha demostrado como efectivo sin medidas de sustitución parecería una locura en cualquier parte del mundo. No en España.

No está en el programa ‘Mr Wonderful’ de Sánchez preocuparse por las consecuencias de sus actos. El objetivo es movilizar a los votantes y llegar a las próximas elecciones con opciones de victoria. Los problemas de los ciudadanos y el país tendrán que esperar.

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