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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El secreto del ibis

Georgeos Diaz-Montexano está develando el misterio de la Atlántida con sentido común y rigor científico

BUENOS AIRES.- Ibi (vado), ibai (rio), ibar (vega), vocablos de un antiguo idioma prehistórico conservados por el euskera. Voces que dieron origen al topónimo peninsular. Iberia es una noción postdiluviana. Espacio de tierra firme y fértil entre las aguas, como la Península Ibérica, Ibiza o la Iberia del Cáucaso.

Allí donde las aguas le permiten anidar al ibis. Un ave de ribera. La última en buscar refugio antes de las tempestades y la primera en aparecer después.

Hace siglos el ibis eremita o ‘pájaro de los acantilados’ fue un ave común en el sur de Europa, Africa y Oriente Medio. En España se extinguió hace más de quinientos años. Por habitar en cuevas se le dio el apelativo de ermitaño (ver video). En la Cueva del Tajo de las Figuras (Benalup-Casas Viejas, Cádiz) hay representaciones rupestres de ibis eremitas de 10.000 años antes de J. C.

El eremita es un hermano menor del ibis sagrado. La zancuda elegida por Dyehuty (Thot) para manifestarse entre los hombres. Antigua divinidad egipcia de la sabiduría y dios patrón de los escribas (ver foto).

La idea acerca del Diluvio Universal que nos llega a través del Antiguo Testamento (Génesis 6-8) fue tomada originalmente de la épica mesopotámica. Una catástrofe que sirvió de referente temporal para los sumerios.

Los expertos coinciden que pudo tratarse de un cataclismo o inundación causada por el desbordamiento del mar Mediterráneo, afectando la zona del Mar Muerto, Oriente Próximo, norte de Africa y sur de Europa continental.

Otros sostienen que en realidad ocurrieron varios desastres naturales de origen sísmico originados en el Océano Atlántico. También hay quienes creen que un meteorito caído en el mar pudo haber sido una de sus causas.

Los científicos han podido determinar tres acontecimientos de naturaleza sísmico-tsunámina que afectaron el Golfo de Cádiz antes de la fundación fenicia. Estudios que se basan en registros sedimentarios conocidos como turbiditas. Estos determinan cambios en los niveles del mar desde que comenzó el holoceno.

Las dataciones de radiocarbono indican los siguientes periodos de catástrofes en el sur de la Península Ibérica: 1ro. 5.000-4.800 a.C, 2do. 3.500–3.000 a.C. y 3ro. 1.900–1.500 a.C., siendo este último más fuerte que los anteriores. Así lo corrobora la investigación del Prof. José Manuel Gutiérrez-Mas de la Universidad de Cádiz (*).

Recordemos que el gran diluvio de los sumerios ya había ocurrido cuando vivía el quinto rey de la ciudad de Uruk (2.650 a.C.), según se lee en el poema de Gilgamesh. La mitología griega dice que durante el reinado de Ógigo se produjo un primer diluvio que inundó toda la Beocia. También menciona un cataclismo ocurrido en los tiempos de Deucalión (aprox. 1600-1500 a.C.).

El mito de la Atlántida está llegando a su fin

¿De donde viene esa idea tan popular acerca de que existió una civilización avanzada antes del Diluvio Universal y que se hundió en el océano Atlántico?

Es una fantasía con trasfondo de verdad pergeñada por el congresista norteamericano Ignatius Donnelly (1831 – 1901) vicegobernador de Minnesota, escritor aficionado a la ciencia. Autor del libro Atlantis: The Antediluvian World (Harper & Brothers, Franklin Square. New York, 1882) (ver foto). Una interpretación personal de textos antiguos. El libro de Donnelly es ingenioso desde el punto de vista literario. Fue publicado en una época de credulidad inocente convirtiéndose en un gran negocio editorial o best seller.

Sus ideas tuvieron mucha repercusión y seguidores desde fines del Siglo Diecinueve. Un relato que sólo ha servido para desvirtuar los estudios científicos. Así llegamos, desde la fantasía o chifladura de Donnelly hasta los delirantes que creen en la existencia de una supercivilización con alta tecnología basada en energía de cristales capaz de invertir el eje de la tierra… y que desapareció hace 11.000 o 12.000 años. Por supuesto, sin olvidarnos de la magnífica serie de televisión El hombre de la Atlántida (1977) con Patrick Duffy (ver video).

Pero antes de Donnelly hubo varios eruditos que no fueron tan famosos y le dedicaron a este mismo tema trabajos de investigación muy serios. Entre ellos, el filósofo griego Proclo (Constantinopla, 412 – Atenas, 485), el sacerdote jesuita Athanasius Kircher (Hesse, Alemania, 1601 – Roma, 1680), y el historiador, filólogo y poeta español José Pellicer de Ossau Salas y Tovar (Zaragoza, 1602 – Madrid, 1679).

En la actualidad el epigrafista hispanocubano Georgeos Díaz-Montexano es el principal exponente de la atlantología histórico-científica. Nacido en Cuba en 1966. Allí estudió arqueología y antropología con la S.E.C de la Academia de Ciencias de Cuba. Radicado en España desde 1994. Explorador, investigador y conferencista, ha publicado una treintena de libros y fundado varias revistas.

La deformación de la realidad no le corresponde sólo a Donnelly. Viene arrastrándose desde la antigua Grecia. Comienza en el exordio de Solón, primer difusor europeo del relato acerca de la Atlántida.

Hay razones para creer que el poeta y legislador ateniense Solón (Atenas, 638 a. C. – Chipre, 558 a. C.) quiso escribir un poema épico que rivalizara con la Ilíada y la Odisea de Homero. Para ello se basó en un relato que le contaron en Egipto los sacerdotes Sonjis de Sais y Psenofis de Heliópolis. Solón visitó la ciudad de Sais en 590 a.C. (aprox.). También otros sabios como Tales de Mileto (Mileto, 624 a.C. – 546 a.C.) viajaron a Egipto para obtener conocimientos.

Antes de fallecer, Solón había preparado un borrador con esos apuntes que fue heredado por su descendiente familiar, el filósofo Platón (Atenas o Egina, 427 a.C. – Atenas, 347 a.C.). Ese borrador fue utilizado para escribir parte de los diálogos conocidos como el Timeo y el Critias, donde Platón hizo famoso el mito de la Atlántida.

Otros autores como el filósofo Crantor (Cilicia, 330 – 270 a.C.) y el historiador Plutarco de Queronea (Queronea, 46 d.C. – Delfos, 120) verificaron la existencia en Egipto de inscripciones con la misma narración. Proclo agrega otros egipcios como Pateneit, Ojaápis y Euthemón como fuentes del exordio.

A su vez, el relato de esos sacerdotes egipcios, que según Plutarco eran tenidos como las más sabios de entonces, está basado en antiguos registros que se remontan a los reinados de Mentuhotep IV, Amenenhat I y II, y los tres faraones del linaje de los Sesóstridas, aprox. entre 1991 a.C. y 1843 a.C.. Periodo histórico conocido como Imperio Medio.

Una época brillante en producciones literarias y textos mágico-religiosos. Precisamente en esos años nace la cartografía egipcia y se desarrolla el arte de la escritura hermética. Los primeros ocho mapas fueron creados por una elite de funcionarios que vivió en Khmun (Hermópolis Magna o Ciudad de Thot) durante ese periodo.

Es decir, un relato griego construido con información egipcia que tenía 1400 años de antigüedad en la época que vivió Solón. Por si esto fuera poco, esa fuente primaria egipcia tampoco es el fruto de datos geográficos explícitos. Es decir, tomados de bitácoras o registros de antiguos viajeros del Nilo. Forma parte de inscripciones funerarias asociadas a conjuros y elementos místicos.

Para la comprensión de antiguas escrituras sumerias, egipcias, profecías bíblicas y mitología griega, se tropieza muchas veces con el mismo problema. Establecer un límite entre las vivencias que ocurren en el plano espiritual y el terrenal. Es decir, distinguir o separar experiencias místicas y hechos de la vida real del héroe, profeta, rey o faraón. Así como también considerar alguna parte de fantasía o error de interpretación del escriba y demás trasmisores de la historia.

Vale decir, los diálogos de Platón no son para tomar al pie de la letra y mucho menos cuando se trata de establecer posiciones geográficas, magnitudes físicas o de distancia entre territorios. Hay elementos propios de la imaginación de Solón en su redacción literaria y también de Platón en sus diálogos. Dice Plutarco refiriéndose al exordio de Solón: «Platón lo adornó y enriqueció con suntuosos templos y murallas».

El horizonte geográfico de los antiguos egipcios llegaba hasta el actual Estrecho de Gibraltar o fin del mundo. Un lugar asociado a la puesta del sol y la oscuridad de la noche. Supuesta morada de divinidades o paraíso de la abundancia. En las fuentes primarias no se habla de la Atlántida sino de una isla en el occidente extremo o inmenso mar azulverdoso de aguas frías. La cartografía egipcia de la época sugiere la zona del estrecho que separa el mar Mediterráneo y el océano Atlántico.

No es fácil pensar como un hombre de la antigüedad. Recordemos que la ciudad de Cádiz fue fundada por mandato divino en 1.100 a.C. (aprox.). Un oráculo le anunció a los tirios que tenían la misión de establecer una ciudad en las cercanías de las Columnas de Melkart. Así lo cuenta Posidonio (Apamea, Siria 135 a.C. – Roma, 51 a.C. ), quien vivió muchos años en Gades.

Díaz-Montexano ha estudiado las fuentes primarias egipcias. Sus investigaciones nos dejan en claro que mucho antes de los intercambios comerciales tartesios con fenicios y jonios focenses que tuvieron lugar entre los años 1.100 y 500 a.C. (ver mapa), existieron relaciones entre el Antiguo Egipto y los pueblos de la Península Ibérica.

Efectivamente existió una civilización avanzada para su época en el extremo occidental europeo o atlántico. Nuestros antepasados ibéricos del periodo eneolítico y bronce han dejado restos arqueológicos importantes. Recuerdos de una cultura potente y expansiva. Los Millares (3.500 – 2.200 a.C.) en Almería (ver video) y sus fortines (ver video) o la impresionante ciudad de La Bastida de Totana en Murcia (2.200 – 1.650 a.C. ) (ver video).

Si había una sospecha de similitud entre el famoso dibujo de la Atlántida de Platón (ver dibujo) y algunas formas arquitectónicas circulares de tendencia concéntrica en la región o dibujos en cerámicas y petroglifos ibéricos (ver foto), el hallazgo de las ruinas portuguesas de Perdigoes (3.500 – 2000 a.C.) (ver video), las españolas de Motilla del Azuer (2.500 – 1.500 a.C.) (ver video) y Marroquíes Bajos (3000 – 2000 a.C. ), corroboran la teoría.

El descubrimiento de la Primigenia Jaén en Marroquíes Bajos es uno de los acontecimientos más sorprendentes de la historia arqueológica española. Una ciudad de 5000 años de antigüedad con murallas circulares concéntricas e ingeniería hidráulica.

Todo parece indicar que la idea que se formaron los griegos acerca de la Atlántida no es más que una puesta en escena fabulosa de la vida de aquellos hombres rudimentarios.

Las catástrofes sísmico-tsunámicas modificaron la vida de los pueblos del sur de España y Portugal. Arrasaron poblaciones costeras, devoraron islotes y porciones de territorio. Las aguas penetraron como aluviones por las cuencas hidrográficas del Guadiana, Guadalquivir y demás ríos. Imaginemos valles inundados y lagos interiores que ya no existen.

Suponemos que los habitantes de la zona migraron hacia lugares más altos o pudieron subsistir en un entorno subacuático. No es de extrañarse que en algunos casos florecieran cultos a divinidades acuáticas después de sufrir semejante azote de la naturaleza.

Los misterios dejan de serlo cuando los descubrimos. No está bien montar un gran negocio editorial o mediático basado en un misterio que nunca termina de develarse. Todo lo que Georgeos Diaz-Montexano quiere saber, el ibis lo ha visto. Inspirándose en ese pájaro maravilloso seguramente encontrará muchas respuestas. MGB 15/4/2019.

Seguir a @garciabarace

(*) Gutierrez-Mas, J. M. Glycymeris shell accumulations as indicators of recent sea-level changes and high-energy events in Cadiz Bay (SW Spain), Estuarine, Coastal and Shelf Science (2011), doi:10.1016/j.ecss.2011.02.010 (PDF Descarga).

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