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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Los especuladores del Camoatí

Organización clandestina de agiotistas manejada por el comercio británico en el Río de la Plata. Tomaron el nombre de la avispa sudamericana «camoatí».

La Bolsa de Comercio, centro de la actividad mercantil de los pueblos civilizados y exponente de su riqueza, fue creada en el país por Bernardino Rivadavia con el nombre de Bolsa Mercantil  mientras era ministro del gobernador Martín Rodríguez. Aprobada por el Consulado el 16/8/1821 ocupó provisoriamente un espacio en el local del Tribunal del Consulado.

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La Bolsa creada por Rivadavia fracasó. Después de su renuncia a la Presidencia en 6/1827 se hizo pública la corrupción del Partido Unitario en los negocios británicos hasta el asesinato del gobernador Manuel Dorrego instigado por el ex Ministro de Hacienda de Rivadavia (leer más).

Durante este periodo surge el agiotaje como actividad clandestina de los comerciantes británicos.  Palabra utilizada en esos años, bien definida por el Diccionario de la Real Academia Española (RAE): 1. Agio. Beneficio en el cambio de moneda. 2. Especulación con fondos públicos. 3. Especulación abusiva hecha sobre seguro, con perjuicio de tercero. 

La Enciclopedia Jurídica la define así: Agiotaje: Especulación abusiva y sobre seguro, cuyo principal objeto es obtener un lucro exagerado con las oscilaciones de los precios del dinero, mercancías o títulos de crédito; y, en especial, siempre que se aprovechan ciertas circunstancias para lograr cuantiosas ganancias con perjuicio de terceros, del público o consumidores en general. Agiotista: Quien se dedica al agiotaje, a especular acaparando artículos escasos; para así obtener ganancias abusivas en jugadas poco limpias de bolsa.

Durante el periodo federalista o federalismo hasta 1852, los agiotistas (al igual que los masones que conspiraban contra el orden establecido) fueron censurados y perseguidos. 

Hacia 1837, previo al Bloqueo francés del Rio de la Plata (1838-1840), el cambio de la moneda papel que por el periodo de siete años se había conservado fijo con muy pocas variaciones, empezó a sufrir diferencias que crecían día a día considerablemente.

El Gobierno Federal detectó que los cambios de valor de la moneda papel tenían su origen en las operaciones de agiotaje clandestinas y el comercio británico ávido de apoderarse del oro circulante (ver foto).

El problema está resumido en una carta del día 14/10/1837 del gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, dirigida al gobernador de Córdoba, Manuel López. Se aprecia el pensamiento nacional del hombre de Estado comprometido con el bien del conjunto de la sociedad.

La carta alertaba al gobernador cordobés poniéndolo en conocimiento de un nuevo decreto que prohibía la extracción de oro y plata de la Provincia. Rosas intentaba, según sus mismas palabras: «Atajar un mal que si se deja correr, llegará a causar la ruina general de la República». Justifica el decreto de prohibición concluyendo: «De lo contrario, sabe Ud. que nunca seremos nada, sino el ludibrio y juguete de los estrangeros que no van más que a su negocio» (JMR, 14/10/1837).

Notable testimonio de la vida económica argentina en sus primeros años, con enseñanzas para los políticos del presente (leer carta).

Se conoce con el nombre de Camuatí o Camoatí a la organización clandestina de agiotistas manejada por comerciantes extranjeros que fijaban el precio del oro y desestabilizaban la economía argentina. 

El nombre le fue aplicado por el constante circular de corredores que en ella hacían sus operaciones de compra venta de onzas de oro, como si fuera una colmena. El camuatí o camoatí es una avispa típica de la zona. Trabajadora y social, forma colonias de centenares de obreras. Producen una miel sabrosa en avisperos que también llevan el nombre de camuatíes. Es una voz de origen guaraní. 

La organización funcionaba en un pequeño escritorio que en la calle Florida y De la Piedad (actual Bartolomé Mitre) de la ciudad de Buenos Aires poseía el comerciante británico Stephen P. Achinelly (1800-1845) nacido en Gibraltar, también conocido como Esteban Accinelly. El agiotista fue asesinado en las semanas previas al comienzo del Bloqueo anglo-francés del Río de la Plata (8/1845-8/1850).

En 7/1847, Lord Howden levantó el bloqueo británico del Plata, continuando sólo el francés. Lo hizo porque según él no servía sino a los especuladores internacionales que se apoyaban en la guarnición extranjera de Montevideo para obtener beneficios comerciales.

Las fluctuaciones del precio del oro durante el bloqueo fueron inauditas. En 8/1846, durante la fracasada misión diplomática de Mr. Hood, las onzas subieron a 445 pesos y a los pocos días bajaron a 165 pesos (1).

Después de la muerte de Achinelli el Camoatí circuló por diversas oficinas bajo la protección de sus miembros F. Mascoff, el corredor francés E. Loisseau y la familia Real de Azúa. 

Esta organización clandestina de especuladores fue la precursora de nuestra Bolsa de Comercio de Buenos Aires (BCBA) fundada en 1854.

Después de la Batalla de Caseros (1852) los corredores del Camoatí se instalaron en el escritorio del Sr. Haedo, en la calle San Martín y Cangallo (actual J. D. Perón), donde se constituyó la Bolsa impulsada principalmente por el comerciante británico Daniel Gowland, primer Tesorero de la institución fundada el 1/7/1854. 

En 1862 la Bolsa se trasladó a un edificio nuevo más amplio en la calle San Martín Nº 216. En esa época se cotizaba el oro, las cédulas hipotecarias, los cambios y las acciones del Banco Nacional, en mayor medida. En 1885 se inauguró con un gran baile el viejo edificio de la calle Rivadavia y 25 de Mayo, ampliado en 1887 (*).

El gobierno del general Bartolomé Mitre (1860/62 y 1862/68) marcó el inicio de la etapa de mayor especulación bursátil. Los grandes animadores de las jornadas de compra-venta eran los Sres. Lumb, Green, Healy, Mackinlay, Welly, y otros.

Hay una continuidad entre aquellos comerciantes británicos que llegaron en 1807 detrás de las tropas de Samuel Auchmuty (leer más), el fraude financiero del Banco creado por Rivadavia, el Camoatí, y las primeras décadas de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.

Recordemos algunos de los primeros presidentes de la BCBA: Thomas Armstrong (1857/58), Daniel Guilford (1858/59), George Drabble (1863/64), Clement Desamand (1864/65), Daniel Mackinlay (1865/66). 

La construcción de la ciudad de La Plata fue protagonista de uno de los mayores descalabros financieros que se recuerda: el crac bursátil del año 1888 y la quiebra del Banco Constructor de la Plata.

El país lanzado a una «orgía constructora» (2) durante el gobierno del presidente Miguel Angel Juarez Celman (Córdoba, 1844, Arrecifes, 1909), concuñado del general Julio A. Roca.

En 6/1888 las acciones del Banco Constructor de la Plata cuya cotización había alcanzado a 235, descendieron rápidamente a 160. El crac originó una desvalorización de 22 millones de pesos en acciones y certificados del Banco. La baja general produjo pérdidas por otros 13 millones más (2).

Decía un cronista en el Diario La Razón en 1889: «La vida de los bonaerenses es, de día y de noche, en la plaza, en la Bolsa, o en el salón, una incansable partida azarosa. Se juega con desenfreno en Palermo, en Belgrano, en el Círculo de Armas, en el Progreso, en el Jockey Club, en los garitos elegantes o populares. Es la República Argentina, toda una vasta mesa de juego» (3).

Los masones argentinos en su época de oro. Las contrataciones internacionales del gobernador Dardo Rocha y Pedro Benoit, ferrocarriles en expansión, especulación financiera al compás londinense, y la apropiación de tierras patagónicas a sangre y fuego entre los años 1878-1885. MGB 28/4/2017.

Foto. Corredores del Camoatí (1846). 1ª fila arr. de izq a der: John Hughes, Manuel Muñoz, Mariano Yrigoyen, Bernabé Figueroa, Raphael Highimbotom, Edward Didtborn, Francis Reynolds, Carlos Riafrecha y Fuertes, José Joaquín Suarez, Richard Mascefield, Mariano Amézaga, Miguel Darragueira, Charles Tidblom, Andrés Leguineche, Juan S. Soler, Luis Lenzi, Teófilo Méndez. 2ª fila. J. J. Egg, David Krutisch, A. Reboul, Charles Bader, Adolf Banks, Edward von Fowinkel, Félix Udaeta, Lorenzo Patrón, José de Carabassa, Addison Dorr, Louis Winter, Joseph Lawson, Robert Lawson, Francisco Miró, Juan Antonio Agrelo. 3ª fila ab. Miguel Beccar, Federico Rubio,  Mariano de Espina, Peter Duval, Bartholomew Foley, Juan Manuel Larrazábal, Francisco Basail, Wilson Jacobs, Dionisio Massias, Antonio Carvalho, Cándido Plaza Montero.

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La trastienda de la revolución 

El asesinato de Manuel Dorrego

(1) Carta de Pedro de Angelis a Tomás Guido del día 5/8/1846. Archivo General de la Nación. Archivo del general Guido, leg. 11. (2) Diario La Razón. Año 1888. (3) Año 1889. Tomado del anuario «Historia Viva» 1816-1966. Pags. 79-80. Impreso en La Razón. Av. de Mayo 729, Buenos Aires, Argentina. 9/7/1966. (*) El actual edificio en Av. Leandro N. Alem 322 fue inaugurado en 1916. En 1984 se inauguró un edificio nuevo con entrada por 25 de mayo 359. 

 

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