«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Cuadernos de Asia, Parte I: Un recorrido por la Península de Indochina: Viet nam, o gentes del Sur

 Queridos lectores, amigos todos;

Como bien sabéis, a parte de publicar contenido propio que he vivido personalmente en los sendos viajes que voy realizando, últimamente he querido enriquecer el contenido del Viajero con aires nuevos, formatos distintos, e incluso autores distintos, para no cansaros tanto. Empezamos hace unos meses con el bueno de Rodri Gómez, que nos mostró el Kosovo más humano desde una experiencia vivida dentro de la comunidad serbia de allí. Ahora, de la mano de mi buen amigo Jaime, vamos a adentrarnos, a través de sendas imágenes y breves reflexiones, en un país que tras la intensa guerra entre finales de los cincuenta y mediados de los setenta del siglo pasado, se ha puesto de moda últimamente y está mostrando al viajero occidental todos sus encantos. Vamos pues a descubrir a través de la mirada de Jaime Sicre este fascinante país del Sudeste Asiático, de más de 1.600 kilómetros de superficie soberana vertical y 90 millones de habitantes. Vamos a ello:

La ruta comenzó en Ho Chi Minh, ciudad tomada por los franceses en 1859. Por eso no es de extrañar la arquitectura de corte europeo diseminada por el centro de la ciudad, fruto de la herencia gala. Actualmente es la ciudad más grande de Vietnam con casi ocho millones y medio de habitantes.

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La pequeña Notre Dame en la ciudad de Ho Chi Minh.

Acoge el museo de la guerra de Vietnam, una incesante lucha entre Norte y Sur en la que acabaron implicados más de 40 países. 19 años de guerra provocaron un importante daño medioambiental, del cual hoy, 40 años después, apenas queda rastro.

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Dos generaciones en el museo de la Guerra. Ho Chi Minh.

La vida en Vietnam se ha adaptado por completo a lo que los recursos naturales ofrecen y el mercado flotante de Caí Rang es un ejemplo. Muchos viven y trabajan en el propio barco. Embarcaciones camperizadas al más puro estilo Waterworld. Apenas necesitan pisar tierra firme pues el mercado y el río les proveen de lo necesario.

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Con las pequeñas embarcaciones intercambian los alimentos.

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Muchos de los barcos más grandes recogen mercancías para venderlas en otras provincias costeras del Mekong.

Dejamos el Sur atrás y nos dirigimos hacia el núcleo meridional, formado por las ciudades de Hoian, Hue y Danang. La primera es la joyita de Vietnam: Una acogedora y bien conservada ciudad donde las calles peatonales rebosan de artesanía local, objeto de deseo de multitud de turistas, donde -por fin- cesan las omnipresentes bocinas de las motos. Hue fue hogar de emperadores, la capital del imperio de Vietnam hasta el año 1945. Y debido a su situación geográfica y su enorme puerto, Danang se convirtió en una ciudad clave durante la guerra.

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Los farolillos de colores iluminan las calles de Hoain.

Continuamos el recorrido país arriba para conocer la bahía seca de Halong. Cerca de la cuidad de Ninh Binh, se encuentra Tam Coc «tres cuevas». Un paraje espectacular, rebosante de vida: enormes formaciones de piedra caliza engullidas por la selva. Arrozales verdes como la kryptonita acotan el cauce del Ngo Dong, que se abre paso por infinidad de grutas y cuevas. Fue el primer paisaje selvático del viaje y probablemente el que más disfruté.

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Vistas al Rio Ngo Dong. Tam Coc.

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El intenso verde de los arrozales de Tamcoc.

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Entrada a una de las tres cuevas que atraviesa el Ngo Dong.

Nos trasladamos a la ciudad en el Norte: Hanoi es el caos, el ruido, la capital. Donde cruzar se convierte en un excitante desafío y donde asumir que el azar rige el universo. En la ciudad de los lagos es donde descansa embalsamado el líder revolucionario Ho Chi Minh «el que ilumina», Presidente de la República Democrática de Vietnam y líder espiritual del pueblo durante la guerra.

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Mausoleo de Ho Chi Minh. Hanoi.

El lugar más icónico de Hanoi es el Templo de la Literatura, un antiguo templo del siglo XI creado en su origen para rendir homenaje a Confucio, y que acabó convertido en la primera universidad del país. Allí se formaron los mandarines, los maestros y asesores de las élites que dirigían Vietnam. Un rincón de estudio y sabiduría en el corazón de la bulliciosa Hanoi.

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Estanque Thein Quang Tinh «Pozo de la Claridad Celestial o Divina». Templo de la Literatura. Hanoi.

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Maraña de cables en el centro de Hanoi. Cuesta menos trabajo poner uno nuevo que detectar el averiado. Insostenible pero pragmática filosofía de vida.

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Peluquería callejera en Hanoi.

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El puente rojo del lago Hoan Kiem. Hanoi.

Las casas suelen ser muy estrechas pero de dos o tres pisos. Estrechas porque los impuestos van en proporción a los metros de fachada que tengas, y de varios pisos porque el bajo siempre se dedica al negocio familiar.

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Calles de Hanoi.

A 300 kilómetros de Hanoi -cerca de la frontera con China- y a 1.600 m de altitud, se esconde entre las montañas la cuidad de Sapa, un recuerdo de lo que debió de ser un místico y frágil ecosistema. La construcción hotelera ha habilitado la acogida de miles de turistas, convirtiendo Sapa en algo parecido a un pueblo de esquí sin estación.

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Vista de la ciudad de Sapa

Pero la cosa cambia a medida que te alejas del núcleo urbano y los hoteles. Los valles que rodean la cuidad son hogar de multitud de culturas étnicas. Mujeres Hmong con sus coloridos ropajes nos acompañan durante un trekking por las montañas, mientras intentan vender toda clase de abalorios y baratijas. Además de dedicarse a la venta ambulante, son las encargadas de cultivar el campo y gestionar el hogar. Los hombres por el contrario, se limitan a la construcción…

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Terrazas de arrozales en los aledaños de Sapa.

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Las mujeres Hmong caminan unos 30 Kilómetros diarios.

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Vistas del valle de Sapa

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Palillos chinos secando en la aldea

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Terrazas de arroz de Sapa y alrededores.

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La vida en las aldeas del valle

Desde Sapa fuimos a conocer el Mercado de Can Cau. Se organiza un día a la semana en mitad de un escarpado valle donde los diferentes grupos étnicos acuden de las montañas a vender y a pasar un buen rato entre familia y amigos. Colores, olores y ambiente festivo son algunos de los ingredientes del mercado.

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Mercado de Can Cau.

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Vendedores en el mercado de Can Cau.

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Venta de búfalos. Un animal de tiro muy preciado para trabajar los arrozales.

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Mucha de la comida es comprada y cocinada al momento.

Y llegamos a Halong, una de las bahías más imponentes del mundo. 1960 islas todas ellas únicas. Esculpidas por el tiempo durante más de 500 años.

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Vista aérea de la bahía de Halong.

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Cuenta la leyenda que la Bahía de Halong fue formada por un enorme dragón enviado por el Jade para defender al pueblo vietnamita de los navíos chinos. Las islas son el resultado de los megalodónicos coletazos que dio el dragón para zafarse de los enemigos invasores, salpicando las islas sobre 150.000 hectáreas. Aquel paisaje supera con creces la sensibilidad que uno pueda tener. La imaginación no es capaz de abarcar tal espectáculo geológico. Es el reflejo de verte ante tus propios límites, es la definición de lo sublime. Y así lo reconoció la Unesco en 1994.

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Las caprichosas formas se suceden durante kilómetros.

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Vista aérea de la bahía de Halong.

La magia continua cuando cae el sol. La tripulación del barco suele pasar las noches tratando de pescar algún calamar entre copas y risas. No dudé en unirme a ellos. Una caña de bambú, un trozo de nylon, una potera casera y un foco. La noche prometía.

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Tratando de pescar algún calamar.

Al día siguiente, a primera hora de la mañana, el capitán nos impartió una espiritual clase de taichí y pusimos rumbo a «puerto».

Vietnam es un maravilloso país que rebosa vida, sonrisas e historia a partes iguales. He quedado totalmente prendido de la gastronomía y de la sociedad vietnamita; de su ritmo pausado, de la delicadeza en las formas, de la amabilidad y generosidad de sus creencias budistas, de sus salsas picantes, de sus imponentes paisajes…

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«Me siento un ser afortunado. Un enamorado de la vida sin condiciones. Una esponja que trata de absorber la grandeza que la naturaleza nos da, que es absoluta, pura y mágica.»

Estimados lectores, volveremos pronto con la Parte IV-ampliada de la última serie «Estampas de Perú», con nuevas imágenes recorriendo el cuenca del Amazonas peruano, muy cerca de Colombia y Brasil, en los albores de Iquitos. Pasaremos de allí a proponeros un viaje por la India que nos proponen los amigos de Pangea y la ONG Streets of India, que desarrollaremos pronto en «Cuadernos de Asia, Parte II.»

Gracias por vuestras visitas,

Un abrazo fuerte.

Siempre vuestro,

Luis Poch de Gaminde
El Viajero Incansable
[email protected]
@viajerolpochg     

www.facebook.com/viajeroincansableintereconomia 

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