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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

II Crónica Viajera: “Roadtrip” por el Centro de México: 2ªEtapa, Parte Dos: Conociendo Guadalajara y recorriendo Tlaquepaque, ciudad de la artesanía.

De vuelta a la actividad narrativa tras una serie de viajes-entre ellos el que vamos a describir en estas tres etapas-, nos disponemos a adentrarnos en el México auténtico, en esta Segunda Crónica Viajera, en El Viajero Incansable.

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Un volador de Papantla surca el cielo colgado de un cabo en una plaza de Tlaquepaque, Jalisco.

Queridos lectores:

Seguimos con esta singladura viajera por el continente americano, antes de adentrarnos en las selvas de San Luis Potosí y visitar sus cascadas, para conocer un poco más el México más urbano.

Día Cinco. Entre Rodo Padilla y Sergio Bustamante en la villa de Tlaquepaque. Surcando los cielos de Jalisco con los voladores de Papantla.

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«Pavo» y yo posamos al lado de una conocida figura tamaño XXL obra de Rodo Padilla, delante de su tienda de artesanía, donde predominan estas divertidas figuritas.

Sale el sol en Zapopan, Guadalajara; mientras, la ciudad, como nosotros, se pone en marcha. El tráfico se acumula en la glorieta de la diosa Minerva, y el bullicio comienza. El Mercado de Abastos abre sus puertas y el caos empieza a reinar, como cada día. Los centroamericanos que esperan colarse en el tren hacia EEUU, hacia el Norte, salen a las avenidas principales a pedir dinero. La Policía Federal empieza el turno de la mañana y las mujeres hacen masa de tortillas. En la estación de taxis cercana al Intercontinental de Guadalajara, los taxistas toman café y charlan. Alguno se enciende el primer cigarro mañanero y despliegan el dominó.

El radiante sol mexicano empieza a calentar la calle Cuahtemoc y el Oxxo cercano empieza a recibir los primeros clientes. Nosotros hacemos lo propio y nos levantamos, somnolientos. El sol del alba tiñe de naranja el cielo, que dan una vista un tanto militar a la casa vecina, con sus alambradas electrificadas. Es pronto y hay que trabajar, después de la juerga pesquera sin resultado. Mañana nos vamos a la selva y hay cosas que hacer. Bajamos a desayunar un desayuno mexicano como todos los días, auténtico; fruta, “jugos”, café, tortillas de elote, carne… Francamente me cuesta acostumbrarme a la variada cantidad del desayuno americano, yo tan acostumbrado al Cola Cao español acompañado, si acaso, de una vulgar tostada con aceite patrio.

Salimos de casa y cogemos el coche para ir a la oficina de mis amigos, que tienen una empresa de comunicación corporativa, Marketing y producción de vídeos “de capacitación”. Desarrollan, además, plataformas de E-Learning. Comparten oficina con su padre, y es todo muy familiar. Me hacía ilusión conocer su oficina, que está a 10 minutos de su casa. Si bien es cierto que en alguna comida en casa la conversación es propia de un Consejo de Administración, porque entre ellos comparten proyectos, creo que tener un proyecto profesional en familia es de lo más gratificante en muchos sentidos. “Pavo” repasa los proyectos con su equipo rápidamente y salimos a Tlaquepaque. Es un suburbio de Guadalajara, conocido por sus casas coloniales y dedicación a la artesanía. Vamos a grabar, junto a un equipo de amigos periodistas, a unos orfebres que trabajan en plata obras muy laboriosas. Tienen un local grande, con muchas obras en exposición. Son un matrimonio muy unido, con varios hijos. Viajan por México para recuperar simbología precolombina e insertarla en sus obras. Mientras instalan las cámaras, evalúan la luz, y establecen con los dueños del local el guión a seguir en la entrevista, que estará disponible en la página web y en redes sociales, echo un ojo a los precios, y los ceros bailan a mis ojos. Pero es plata de Ley y está todo muy trabajado.

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Curiosa y no desdeñable conclusión pintada en una exposición de artesanía en Tlaquepaque. La suscribo completamente; aunque debo admitir que mi adolescencia no fué nada del otro mundo…

Empiezan a grabar y “Pavo” es hace unas preguntas sobre su producto y calidad, su experiencia y años de trabajo. El matrimonio ya no es joven, pero siguen enamorados como el primer día; durante la entrevista, hablan los dos artistas de cómo se quieren y a ella se le escapan las lágrimas. Él le sonríe orgulloso y se emociona ligeramente. Al terminar el rodaje se cogen de la mano y escuchan las conclusiones del equipo técnico encantados. Tras una conversación sobre España, su arte, su cultura historia desde un punto de vista artístico, “Pavo” y yo nos despedimos para hacer algo de turisteo mientras los dos cámaras y el operario de sonido recogen y terminan con unas fotos.

En la Plaza de la Iglesia hay una estructura de madera con unos tipos disfrazados de aztecas tutti colori, que merodean alrededor de la enorme columna de madera con una pequeña plataforma cuadrada encima. “Son los voladores de Papantla” comenta “Pavo”. Me explica que es algo muy típico y curioso, y que su pequeño “show” me va a encantar. Les preguntamos cuándo es la próxima actuación y comentan que en 20 minutos, lo suficiente la Iglesia y comprar caña de azúcar con lima y sal por un puñado de pesos en un puesto callejero, al lado del puesto de leche de coco y el de los niños limpiabotas. Los pintorescos voladores se encaraman a la columna de madera y empiezan a atarse con unos anchos cabos a la cima. La copa de la estructura empieza a dar vueltas mientras los 5 hombres se van asegurando. Uno se queda en el centro y cuatro se distribuyen por las esquinas. A las 12:30 exactos, bajo una cierta expectación 15 metros más abajo, y mientras “Pavo” y yo rumiamos caña de azúcar, el personaje multicolor del centro empieza a tocar una melodía con su flauta. Los otros, van dejándose caer colgados de un pie y la estructura empieza a girar, hasta que como una tracción donde los niños dan vueltas en círculo subidos en unas sillas metálicas, los voladores surcan el cielo azul de Tlaquepaque. Después de aterrizar, pasan la cesta y les dejamos unos pesos. Ha estado fantástico.

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Cuatro voladores se dejan caer, dando vueltas, mientras el otro, también adecuadamente ataviado, toca la flauta para amenizar más el show si cabe.

Pocas veces uno tiene experiencias tan vernáculas como la vivida en Tlaquepaque, tan lejos del México comercial, de los resorts y de las pulseritas de “Todo incluido”. Harto de mascar bambú aliñado cual oso panda, vamos viendo los lugares dignos de visita en Tlaquepaque: El Hall de fiesta, una especie de Biergarten alemán con música, pero a la mexicana, puestos de orfebrería y joyas, muebles, vasijas, estatuillas, rincones de diseño con nombres conocidos como Rodo Padilla y sus graciosas figuritas o Sergio Bustamante con sus cuadros y joyas. Tras la visita, recogemos unos Croissants en Alfredo, donde uno encuentra los conocidos cuernitos de chocolate, es decir, cruasanes rellenos de crema de chocolate.

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Un rincón cualquiera de Tlaquepaque, dentro de una de sus casas señoriales.

Salimos de Tlaquepaque para recoger a los amigos del hermano de “Pavo” al cole, porque hoy es el turno de ellos. Al hermano le ha dado una Apendicitis y está convaleciente. Llegamos, finalmente, tras el tráfico y demás, a comer a casa, donde el padre de los Gómez me explica Tlaquepaque, su tradición, y su importancia como punto de encuentro de la artesanía nacional tradicional. Antes de irnos a la Huasteca Potosina, mi amigo debe cerrar unas cosas en su oficina y por tanto su novia, Regi, me va a llevar a conocer el centro de Guadalajara. Me recoge en la oficina a media tarde y hacemos ruta hacia el centro de esta segunda ciudad de México, capital del Estado de Jalisco y de la antigua Nueva Galicia. Hablamos de su trabajo como pedagoga, su día a día y de las diferencias entre España y México. Es muy interesante conocer bien a las personas de un país para comprenderlo mejor. Este viaje está mostrándome además de a través de sus paisajes, su esencia y costumbres a través de su buena gente. Recuerdo con Regi las hazañas viajeras que he ido cosechando con su afortunado novio en España y Portugal, a lomos de la vieja Impala y la destartalada furgoneta. Llegamos al Hospicio Cabañas, un centro cultural en pleno centro, luego visitamos la ópera, y la Catedral. La explanada que une estos céntricos edificios está en obras y el ir y venir de gente es muy intenso. Hay unas joyerías muy conocidas en esta zona. Me choca ver a guardias jurado con unos rifles inmensos que ya querría John Wayne para sí, y unas cananas repletas de balas, no como las pistoluchas con balas de fogueo que tiene nuestro personal de seguridad patrio. Le compramos a “Pavo” una bandera mexicana para su jardín, ya que quería una pronto, y nos incluye un pequeño mástil de madera y una graciosa punta como de lanza. Seguimos recorriendo el centro de Guadalajara Regina y yo con una inmensa bandera mexicana que carga ella en el bolso y yo con una lanza apoyada en el hombro, que conseguimos meter en el coche, ya de vuelta. Hemos visto todo el centro más histórico de Guadalajara, con algunas casas coloniales que parecen Olivenza (Badajoz) y una plaza con mandatarios, militares y filósofos mexicanos de finales del XIX- principios del XX. Llegamos de vuelta a casa de Regina, donde nos espera “Pavo”, que está feliz con su nueva bandera.

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Fachada de la Catedral metropolitana de Guadalajara. Foto: Wikimedia.

Me presentan a la madre de Regina, que muy amablemente, y hospitalaria como buena mexicana, nos ofrecen quedarnos a tomar algo. Pero mis amigos me quieren llevar a Andares, una nueva zona comercial, a cenar algo. Ahí están todos los bares super guays, las sedes de las consultoras más guays aún y las tiendas requeteguays de verdad. Está llena de la beautiful people de Guadalajara, de los que esquían en Aspen y se van de compras a la Gran Manzana, y me sorprende ver a mucha gente comiendo entrecots, marisco, y brindando con grandes copas de Borgoña, vino de Rioja. Todo esto eclipsa bastante con lo que a pocos cientos de metros se está cociendo, que es algo bien distinto a la langosta dominicana: La realidad que afecta a muchos millones de mexicanos, a la mayoría. No lo critico en absoluto, sólo es una reflexión: El libre mercado globalizado y universal es así, injusto muchas veces, pero no es criticable que quien quiera vivir bien con el sudor de su frente y el trabajo de sus manos, lo haga; cierto que no es igual el trabajo y sudor del de un consejero de una telefónica en su despacho de la zona financiera del Distrito Federal, o el representante de una gran empresa multinacional en México, que el trabajador de coloración de telas de Puebla ni el peón que descarga piñas en el Mercado de Abastos de Guadalajara, pero es así. Bien es cierto también que en buena parte de la clase económicamente dirigente de México hay una cultura solidaria y filántropa en favor de comunidades abandonadas y ONG´s que ayudan dentro de su propio país, como es el caso del apoyo presencial de muchos jóvenes del DF en misiones en el Estado de Chiapas, por ejemplo.

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Los voladores se preparan para subir la estructura que les hará volar.

Al final, acabamos en una taquería con un pelín menos de pretensiones, Tacos Patria, y tomamos unas chelas, papas con queso, tacos al pastor, “gringas” y “vampiros”, todo producto de tortilla, carne y jitomate. Terminamos con una fabulosa horchata de coco. Llego a la conclusión que insisto en compartir con mis amigos que un buen taco/fajita depende en gran parte de que la tortilla sea buena. Y que una tortilla buena tiene que saber a lo que sabe una galleta en moto en un abundante y compacto maizal de Tepatitlán.

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Colores coloniales que nos recuerdan a la franja Sur de nuestra España están muy presentes en México. En la foto, Tlaquepaque.

Dejamos a Regi en casa, c
rramos la maleta llena de material de expedición para la Huasteca Potosina y nos vamos a la cama, que a las 8 estamos haciendo carretera dirección San Luis Potosí.

Resumen del día

Tlaquepaque: Villa histórica que ahora pertenece al área metropolitana de Guadalajara, Estado de Jalisco, se considera capital de la artesanía tradicional y regional mexicana. Sus casas coloniales, con sus patios de estética extremeña o andaluza, sus cuidados locales llenos de productos de la más cuidada artesanía, es una visita digna de nuestro tiempo y atención.

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Guadalajara: Mil y un veces repasada ya en capítulos anteriores, la repasaremos posteriormente también. En este caso, destacar la visita a la Catedral, con su curiosamente afrancesada Ópera al otro lado de la plaza, y en general todo el centro, la Plaza de los Presidentes de México, y el Hospicio Cabañas, lugar de mucha historia, que ahora alberga exposiciones y cuenta con unos frescos relativamente modernos (como casi todo el arte en México) relativamente reciente comparado con Europa.

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Consejo de El Viajero Incansable

Visitar Tlaquepaque es fundamental para quién le guste el diseño y la decoración. Comprender la cultura mexicana a través del arte nos va a ser de gran ayuda para conocer mejor el país.

Es muy interesante ver las zonas más “chic” de las ciudades también, para ver cómo es la vida de los que viven más desahogados. Si quieres conocer esto, ir de compras, o tomarte una langostita con Albariño patrio, échate un andar por Andares.

Aquí, queridos amigos, concluimos esta segunda parte de esta homónima etapa del viaje a México. Terminaremos esta etapa en el siguiente capítulo, cuando atravesemos los Altos de Jalisco, visitemos Río Verde y buceemos en el paraje de la Media Luna, para adentrarnos en la desconocida pero fascinante Huasteca Potosina y sus parajes.

Muchas gracias, queridos lectores por vuestras visitas y promoción en redes sociales de este fantástico viaje, nos vemos muy pronto cruzando los Estados de Jalisco, Guanajuato y San Luis Potosí, para llegar a los albores de la selva más Oriental del Norte de México.

¡Muy Feliz y más Viajero 2015!

Que tengáis una fantástica semana,

¡Buen viaje!

 

Luis Poch de Gaminde
El Viajero Incansable

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https://www.facebook.com/viajeroincansableintereconomia
@viajerolpochg

 

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