«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Europa, incompatible con el nacionalismo

Sobre cuatro veces y con distintos procedimientos la Comisión Europea  ha declarado que separarse de un país miembro  supone salirse de la propia UE. Poco importa. Tanto CiU como ahora el PNV, erre que erre, hacen caso omiso a las declaraciones brusélicas e insisten en que son más europeos que el que más y, por tanto, seguirán siendo miembros de pleno derecho de la Unión Europea.  Es evidente que el tema no es anecdótico, hasta al más recalcitrante independentista le pone enfermo volver a la alpargata y vivir del propio huerto. Nadie quiere ser el pringado de Europa y tener que parar en cada frontera enseñando el pasaporte o incluso un visado como se hacía en remotos tiempos.

Europa, sueño dorado del nacionalismo porque era la manera natural y moderna de diluir a los Estados a los que pertenecían, se ha vuelto su principal enemigo. El sueño catalán y vasco topa  con los que siempre fueron su modelo de modernidad frente a la taurina y flamenca España, que visión más de pueblo,  porque no admite atajos y mucho menos la vuelta atrás de los nacionalismos.

Por ahí, la puerta está cerrada, no solo porque el Estado Español siempre lo vetaría, sino porque los tiempos evolucionan a otra cosa, porque la experiencia europea con el nacionalismo es más que terrible y porque casi todos los Estados tienen algún territorio que prefiere reivindicar antes que arremangarse y poner el hombro para resolver sus propias carencias. Europa por historia y por modernidad es incompatible con los nacionalismos.

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