«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

De punk ateo a predicador católico y diputado

Paseaba una agradable tarde de junio durante el descanso del rancho, junto a un edificio, cuando su vida cambió.

Se metió en política para hacer lo que siempre le gustó: «conocer gente, ayudarles a percibir la dimensión espiritual de la vida y desarrollar la madurez personal». Antes fue traductor, cuidador de discapacitados y activista y predicador católico. Y antes, punk ateo convencido. Ahora Branislav Skripek dirige una campaña de firmas «para proteger la moral de niños y jóvenes en el espacio público», con leyes que limiten la violencia gráfica y la pornografía. La política es ahora su servicio cristiano.

Nacido en 1970, su infancia y primera adolescencia transcurrieron en un pueblecito de lo que entonces era la Checoslovaquia comunista. A los 14 años, explica, sufrió el divorcio de sus padres, y ya antes sus desacuerdos, una cierta soledad y escasez de amigos. Al empezar la educación secundaria, aún sentía un deseo de encontrar «algo puro y bueno». Pero se apagó con malos amigos. Estaba muy disgustado con la escuela, que no le gustaba. «Me hice miembro de una banda punk donde el significado de la vida se buscaba en la música y en la filosofía de este movimiento. Pertenecíamos a algo, el punk significaba algo, y uno se sentía bien. Y así pasé dos años».
PABLO GINÉS / ReL

Pero en su interior crecía un vacío desolado. Veía que tras el servicio militar llegaría el momento de trabajar, estar con compañeros de trabajo, ir del trabajo a beber, quizá a un concierto… «era como un círculo».

Llegó al servicio militar en 1988, cuando se derrumbaba todo el bloque comunista, pero él no sentía ideales ni entusiasmos. «Había mucha basura, mucha maldad en el servicio militar», recuerda.
En esos años se convenció de que «no valía la pena buscar nada, ni adherirse a nada, porque nada era bueno».

¡Dios existe!

Este joven ateo descreído que estaba terminando la «mili» en 1990 recibió una experiencia mística que le cambió cuando paseaba una agradable tarde de junio durante el descanso del rancho, junto a un edificio.

«De repente sucedió algo tan fuerte que me paré y miré alrededor. Me rodeaba algo asombroso. No sabía lo que era, pero estaba allí. No veía nada, pero lo percibía. Estaba a mi alrededor, era bueno, puedo describirlo como algo cálido, que me abrazaba. Era luminoso, y sin embargo yo no lo veía. Simplemente supe que este gran ‘algo’ lo penetraba todo a mi alrededor: los edificios a mi lado, la zona de entrenamientos, el aparcamiento, los árboles, el aire, todo lo que existe, incluso a mí. Ese gran ser me atravesaba. Y profundo en mi interior yo sentía un gozo extraordinario, una paz que empezó a desbordarme. La experiencia acabó después de un rato, pero entendí con claridad un hecho que resonaba como unas palabras muy claras que yo nunca había oído decir a nadie, pero que estaban en mí: ¡Dios existe!»

«Yo era un ateo convencido y nunca había encontrado nada así. Nadie me habló, nadie me intentó persuadir. Pero, repentinamente, ahora sabía que acababa de encontrar la presencia de Dios. No era una idea lejana o un dibujo en mi mente: era una realidad que había sucedido y supe de inmediato que esa realidad estaba en todas partes. Era una experiencia increíblemente hermosa y tremendamente buena, que daba significado. Supe de golpe que este era el sentido de todo: que Dios existe».

Durante un par de días, Brano experimentó «una euforia o gozo especial». «Me acostaba sabiendo que era bueno que Dios exista y me levantaba con una sonrisa diciéndome: esto es la respuesta a todo», recuerda.

Buscó personas con las que hablar de ello, compañeros de pueblo que pensaba que iban a la iglesia, les preguntaba sobre Dios, pero todos le respondían con bromas. «Me di cuenta de que, de hecho, no sabía qué es lo que quería preguntar en realidad», admite. Por lo demás, «experimentaba la mayor paz interior, y lo sabía. Entendí que ese ŽalgoŽ que me había tocado era un Dios concreto y personal».
Poco después encontró un párroco en un pueblecito al oeste de Praga que era «un hombre de verdadera oración que conocía personalmente a Dios», con el que habló largo y tendido. Empezó un largo proceso para un joven criado en el ateísmo en casa y en la escuela comunista: aceptar a Dios racionalmente, y percibir que «Dios me guiaba y me hablaba».

Al acabar la «mili», no volvió a sus malas amistades. Se volcó en la oración y en la Biblia. Conoció otros buenos sacerdotes. Y más adelante, a la Comunidad de San Martín, una comunidad católica nacida aún como un grupo de oración clandestino bajo el comunismo.

En 1993 los líderes de esta comunidad visitaron el santuario francés de Paray-le-Monial, centro de la devoción al Sagrado Corazón y de la comunidad carismática francesa del Emmanuel y adquirió más rasgos carismáticos y un llamado evangelizador, siempre manteniendo -hasta hoy- una oración abierta cada miércoles en la catedral de San Martín, en Bratislava. El cura que los acompañaba hoy es el obispo auxiliar de la diócesis.

Autobús de Jesús

En la Comunidad de San Martín Brano creció en fe y compromiso. Con ellos fue evangelizador y predicador laico. Formaba a jóvenes en la fe y cultivaba una estética informal: pelo largo y coleta, que solo limitó un poco al llegar al Parlamento.

Organizaba un «Autobús de Jesús» que iba por los pueblos predicando y cantando que «Dios nos ama» y con un cartel de «Eslovaquia necesita a Jesús».

Más adelante creó con la comunidad una revista de temas sociales y cristianos que se convirtió en una asociación de activismo cristiano, con campañas contra la prensa pornográfica, la invasión de la «nueva era» en las escuelas, la defensa de temas pro-vida. Mucho tiempo trabajó como acompañante de discapacitados y aprendió el valor único de cada persona.

Se casó en 1998 con Andrejka, doctora en el Instituto Nacional del Cáncer, y siguieron de cerca la experiencia de los ancianos y moribundos. Adoptaron un hijo discapacitado, que murió en 2009. También tienen dos hijos propios. Se convirtieron en activistas en defensa de la adopción y la acogida de niños abandonados.

Finalmente, se dio la posibilidad de saltar a la política como diputado. En Estados Unidos pasar de predicador a político no es extraño. En Europa del Este no es común, pero tampoco insólito, y las circunstancias lo permitían.

En 2010 se creó en Eslovaquia un nuevo partido llamado Gente Ordinaria (Obycajní LŽudia), una escisión conservadora-ciudadana de desencantados con el partido liberal «Libertad y Solidaridad» (en España sería una especie de UPyD conservadores). Lograron 4 diputados de los 150 que hay en el Parlamento.

En las elecciones de 2012 Gente Ordinaria buscó personalidades con cierto renombre y apoyo popular, e invitaron a Brano. Gente Ordinaria logró en esta ocasión 16 diputados, con el 9% de los votos, Brano entre ellos.

Hay que tener en cuenta que Eslovaquia tiene 5,4 millones de habitantes, todo el país es una única circunscripción, un partido entra en el Parlamento a partir de un 5% de votos y los votantes eligen sus preferencias en listas semi-abiertas, así que se sabe que Brano logró su escaño con 9.600 votos, de los 218.000 del partido.

74 euros en snacks

En su web (www.branislavskripek.sk) Brano reivindica transparencia en un país que se preocupa por la corrupción. Detalla, por ejemplo, que toda su campaña electoral costó 3.862 euros, de los cuales 3.447 venían de donantes que le apoyaban, y el resto de su bolsillo. Especifica que se gastaron 74 euros en snacks y chucherías durante esa campaña. Del punk, al Parlamento. Y él insiste: lo hace para abrir la vida de la gente a Cristo.

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