«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La manifestación de ayer

Naturalmente estuve. Con pereza ciertamente pero allí fui. O fuimos. Mi mujer y yo.También acudieron, por su parte, todos mis hijos que estaban en Madrid, Éramos tantos que no me encontré con ninguno.  Me pareció impresionante por el gentío. No voy a entrar en la guerra de cifras. Los convocantes dijeron que un millón cuatrocientos mil, la policía municipal que más de sesenta mil. Pienso que ambas pro domo suo. Muchos menos que la una y muchos más que la otra. Yo me incorporé en Alonso Martínez y nos dirigimos hacia Bilbao. Al poco tuvimos que incorporarnos en la marcha de la manifestación que avanzaba inmensa hacia Colón. Toda la calle, los dos sentidos de la circulación y ambas aceras repletas. Y los bulevares son muy anchos. Al paso ante la sede del PP la protesta fue espectacular. Sólo puedo datr testimonio de mi paso pero pienso que debió ser clamor permanente. Una pita monumental.

Creo que Rajoy lo tiene claro. De su fin. Los españolistas por su ineptitud total ante el problema independentista catalán, quienes tienen principios morales por la corrupción generalizada en su partido y los católicos por su política abortista que no ha corregido en nada la de Zapatero, le van a dejar ante las urnas más solo que la una. Los miles y miles que ayer pitaban al PP ante su sede tenían detrás a muchísimos más que por la lejanía u otros motivos no pasaron ante la calle Génova. Cierto que algunos, o bastantes, ante el miedo a otra cosa, volverán a votar con la mano en la nariz. Pero muchos ya no están dispuestos a pasar por el mal olor. Ese partido, con Rajoy, siempre en mi opinión, se muere. O Rajoy lo ha matado. Con Méjico o sin Méjico. Algunos me entenderán. Bueno sería que españoles, personas honradas que no soportan ya corrupción tanta y católicos buscaran una alternativa porque lo que Rajoy vende ya no lo compra casi nadie, salvo los que viven de la mamandurria y los banqueros rescatados. Pero eso, ciertamente, no es cosa mía.

La megafonía, ensordecedora. El público, ejemplar. Muchos curas y monjas identificables. Yo conté diecisiete sacerdotes y ocho monjas habitadas. Bendito sea Dios en su presencia que tanto nos anima a los simples fieles. Nos encanta ver entre nosotros a nuestros curas y a nuestras monjas.

Creo que la manifestación fue un éxito. Y desde la tribuna han amenazado con otra para marzo, en vísperas de las elecciones municipales y autonómicas. Un aviso inteligente. Vino mucha gente de provincias. Se notaba en algunas pancartas. Y un muy querido amigo, al que nos encontramos, otro aliciente de estas manifestaciones que a mí, de entrada, me dan tanta pereza pero que permiten el abrazo a personas muy queridas, me dijo que de La Coruña habían venido tres autobuses y uno de El Ferrol. Y eso es mérito. No el de coger el metro o el coche en Madrid.

El grito contra el aborto ayer fue un clamor en las calles madrileñas. Los políticos tal vez no lo escuchen. Dios sí lo oye. Ayer en la manifestación vi a a un niño Dawn. Vencí el impulso de besarle. Y a su padres. Todos, el niño y sus padres, parecían felices. El niño llevaba una bandera que movía encantado. Y que me rozó la cara. Me pareció una caricia de Dios. Apenas quedan ya niños Dawn. Los matan. Y a otros muchísimos que no son Dawn. Por obra de unos malditos políticos. Malditos de Dios. Ayer protestamos contra ese holocausto. Contra esa vergüenza. Cada vida importa. Claro que sí. Y si no importa a nuestros políticos le importa a Dios. Y a quienes nos queremos sus hijos.

Hermosa manifestación, grandiosa manifestación. Acudiendo hicimos lo que debíamos. Dios os lo pagará. Y más que ninguno a los que llevábais sillas de ruedas. En las que iban vuestros bebés. Y más si cabe en las que iban vuestros mayores. Los que no podían ya caminar pero que quisieron estar allí. Los había que los años impedían ya la marcha. Pero también vi a alguno que no pudo caminar nunca. Con ellos, y con los que los llevabais iba Cristo a vuestro lado. Cristo en la Cruz. Pero que admirable testimonio el vuestro de esperanza en la resurrección. En su Resurrección que será la nuestra, ya como cuerpos gloriosos, en el día que vendrá.

    

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