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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Mas va de la deslealtad al filibusterismo

La ley de consultas catalana que -no por casualidad- se ha tramitado a velocidad de vértigo en el Parlament de Cataluña, va a ser el instrumento que –a falta de otro mejor- va a ser utilizado por Artur Mas para “amparar” el referéndum del 9-N. La ley se negoció con el Gobierno de Rajoy, que acabó por rechazarla. Sin embargo, el grupo parlamentario del PP catalán participó en los trabajos de comisión que elaboraron la ley. Otros no lo hicieron porque les pareció una ley tramposa, con la que no debían colaborar.

 

La cuestión que se negoció sigue  ahí, no es que haya menos tensión. Mas rebajó su pretensión a un: “si lo articulamos como una consulta no vinculante, entonces cabe en la Constitución”. La cuestión es el propio articulado de la ley, para que cuele” habla de consultas no vinculantes de asuntos que competencialmente incumban a la Generalitat. ¿Es el derecho a decidir la secesión de España una competencia de la Generalitat? La respuesta es obviamente, no. Entonces amparar bajo esta ley de consultas el objetivo de la consulta del 9-N es torticero en grado superlativo. Rajoy no tendría más remedio que llevarlo al Constitucional para que suspendiera la ley.

Llevar las cosas a este punto demostraría que la tozudez legendaria de Mas incluye incluso la pillería. Sin embargo, perdida esa “mano”, Mas se queda con la única carta que depende de él: un avance electoral de las autonómicas, para convocar a los catalanes en diciembre a votar plebiscitariamente una propuesta simple, más simple que las dos preguntas que el President catalán propone para el 9-N ¿Quieren que decidamos en referéndum si continuamos en España? Esa es la verdadera “patata caliente” para Rajoy, que Mas vuelva en enero con un 75% de los votos de los consultados a favor.

 

¿Cómo llegarían a esas elecciones a los “constitucionalistas”? Pues nos pillan sin haber constituido un frente común electoral y sin haber impuesto en las calles la idea de que el referéndum no es el principal problema de los catalanes hoy. El PP está en su peor momento electoral, a tenor de lo exhibido en las europeas; Ciudadanos ha sido “exquisito” con Pujol y los socialistas –una vez más divididos- parecen más interesados en tirarle salvavidas a Mas que en dar un giro a la política catalana.

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