«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Ida, el camino hacia la identidad

»-¿Y después?

-Después compraremos un perro, nos casaremos,

tendremos hijos y compraremos una casa.

-¿Y después?.»

 

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La recientemente estrenada Ida, dirigida por el director polaco Pawel Pawlikowski es la historia sobre la necesidad de forjar una identidad, la identidad de Anna, una joven novicia que se dispone a renovar sus votos, sin embargo, antes decide mirar hacia el pasado y destapar secretos familiares que le mostrarán sus propias raíces.  Durante esta búsqueda, la protagonista se encuentra con su tía, quien representa la antítesis de Anna, es la personificación de todo lo que la protagonista reconoce como pecado, la manzana del Edén que tentará a la novicia en el momento de la búsqueda de su propia identidad.

La película está rodada en un bellísimo blanco y negro que junto con la iluminación conforman una atmósfera de misticismo, que nos transporta a películas clásicas como Journal d’un curé de campagne (Diario de un cura rural, 1950), donde se asemejan los entornos de los bosques y el pueblo, así como la postura de los protagonistas ante la vida, fieles a sus creencias que luchan por mantener su fe a pesar de observar como tiembla la de su alrededor. También se evoca  La Passion de Jeanne d’Arc (La pasión de Juana de Arco, 1928) no solo por la temática religiosa, sino por los primeros planos que muestran el rostro de Anna, quien apenas formula un par de frases a lo largo de la película, como una actriz de cine mudo,  pero que es capaz de transmitir emociones más trascendentales que las palabras a través de la profundidad de su mirada. 

 

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 Diario de un cura RuralRober Bresson (1950).

 

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 IdaPawel Pawlikowski (2013).

 

Resultan llamativos en la cinta los encuadres en 4:3 que revelan rostros y cuerpos cortados de manera poco convencional que descolocan la mirada del espectador. Los planos, sosegados y estáticos permiten que nos recreemos en profundidad ante la poesía visual de Ida, una película hermosa a todos los niveles. La fotografía es una gran protagonista en este filme, cada composición está cuidada al detalle y en ocasiones nos sentiremos más próximos al arte pictórico. Ida alimentará la sed del espectador que busque deleitarse con la imagen sublime y al espectador que busque alimentar su espíritu, invitándole a  reflexionar sobre distintos modos de entender la vida, nuestra existencia y a preguntarnos: ”¿Y después?”. 

 

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