«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Por qué España fue neutral en la II Guerra Mundial

La guerra civil española terminó en abril de 1939. La segunda guerra mundial empezó en el septiembre siguiente. Los éxitos alemanes fueron arrolladores. La posición inicial de Franco había sido la estricta neutralidad: el caudillo creía que una Europa en ruinas sólo conduciría a extender la revolución soviética por todas partes.

Sin embargo, la prodigiosa campaña alemana del oeste hizo cambiar a Franco de opinión: en pocos meses habían caído derrotados los ejércitos francés, inglés, belga, holandés, danés y noruego, y ello sin grades destrucciones, y España no podía quedar al margen del éxito. ¿Se ofreció entonces Franco a Hitler como aliado bélico?

Parece que sí. Sea como fuere, Hitler estaba convencido de que iba a aplastar a Inglaterra, de manera que desdeñó la propuesta española. Ahora bien, Inglaterra resistió. Hitler buscó entonces la ayuda española, necesaria para cerrar el Mediterráneo. Pero Franco también había cambiado de opinión: con los océanos en posesión de Inglaterra y una eventual entrada norteamericana en la guerra, la posición alemana se volvía difícil y España no tenía nada que ganar.

Fue entonces cuando se produjo la entrevista de Hendaya entre Franco y Hitler. La posición española era clara: sólo entraría en combate si Alemania garantizaba una guerra corta y sin grandes costes, pero Alemania no podía garantizar tal cosa. Franco pidió y pidió. Pidió tanto que para Hitler era imposible satisfacer sus exigencias. Y España, finalmente, se mantuvo al margen de las hostilidades.

En definitiva, Franco no tomó su decisión según sus inclinaciones ideológicas, sino en función del estricto interés objetivo del país. Y visto lo que pasó después, es evidente que Franco acertó.

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