Cuando un hombre o una mujer homosexual acuden a este servicio, los propios agentes que atienden la llamada admiten que desconocen el protocolo a seguir y remiten a la oficina de atención de víctimas de delitos.
En nuestra sociedad, el maltrato de un hombre hacia su pareja heterosexual, es un acto que, afortunadamente, ya nadie cuestiona que sea deplorable y que conlleva penas muy graves. Por el contrario, cuando la víctima es el hombre, ¿por qué no puede contar con los mismos derechos?
Uno de los servicios que más ha ayudado a las mujeres heterosexuales a salir de una situación de maltrato es el teléfono gratuito 016. Es incuestionable que este servicio, que en el 2015 recibió cerca de 82.000 llamadas, es muy útil y necesario, pero nos encontramos con un gran inconveniente, y es que tan sólo ayuda a las mujeres heterosexuales. Este número es un servicio público, que como tal todos pagamos con nuestros impuestos, y que no debería discriminar de esta forma.
La cobertura de este teléfono debería ser total, es decir, atendiendo tanto a mujeres, sin orientar su orientación sexual, como a hombres. Y es que en estos momentos se está dejando fuera a más de la mitad de la población.
El 016 debería ser útil para todas aquellas personas que estén sufriendo maltrato por parte de su pareja, ya que en un momento tan delicado como el que supone dar el paso de pedir ayuda, todos deberíamos poder acudir de forma anónima, con tan sólo una llamada, a alguien que de asesoramiento y ofrezca algo de esperanza en un proceso tan complejo y doloroso.
Según las encuestas, el 25% de las denuncias que se interponen por violencia en el hogar, corresponden a hombres maltratados. Ellos también deben tener un número al que poder acudir, donde se les preste la misma ayuda y, ya que este servicio existe, ¿por qué no ampliar uno que ya funciona, como el 016?
Por Susana Doñoro, de Patón&Asociados
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