«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La necesidad de seguridad, algo más que un eslogan de campaña

Imagen del Parlamento de la UE

España, como muchos países europeos, pone todo de su parte para no ser social, ni democrático ni de derecho con los hombres maltratados.

España es un Estado Social y Democrático de Derecho, o al menos así lo indica la Constitución. El uso de las palabras es importante. Porque podemos ver como en el caso del abuso masculino el Estado no es social, ni democrático y pone todo de su parte para no ser de derecho con los hombres maltratados.
Por toda Europa, al menos la Europa más sensibilizada con los problemas de los abusos, se ha comenzado la tendencia de abrir refugios para mujeres maltratadas. Es algo que debía hacerse. Toda aquella persona maltratada, al margen de su género, es una persona que muchas veces su entorno más cercano le es hostil. La acción del maltratador, hombre o mujer, se centra muchas veces en aislar a su víctima de quienes podrían ayudar para evitar que su abuso se interrumpa.
Con esta realidad en mente, los países más sensibilizados, leyeron sus propias constituciones y, en el caso de las mujeres, se dieron cuenta de que socialmente estaban obligados a la protección, que democráticamente era algo que contaba con apoyo y que tenían las armas jurídicamente necesarias en el derecho para llevarlo a cabo de manera efectiva. Estado Social y Democrático de Derecho en su máxima expresión.

¿Pero y los hombres maltratados?

En nuestro país es palmaria la falta de refugios para hombres maltratados, bajo la excusa de que usan los mismos fondos que deberían estar destinados para las mujeres. De ser así, en primer lugar, las partidas se establecen bajo el rubro de víctimas de maltrato, sin especificar género; y si lo hicieran, entonces sería imposible que un refugio para hombres “malverse” esos fondos ya que tendría sus partidas propias, que no existen por otro lado. O sea que o los movimientos que se oponen a los refugios para hombres maltratados admiten directamente que esos hombres mienten y que tal maltrato no existe (lo que los acerca peligrosamente a los que acusan a las mujeres de lo mismo) o directamente no quieren que existan fondos a parte para ello (lo que de nuevo les acerca peligrosamente a lo que piden lo mismo para las mujeres). Deslegitimando la lucha contra la violencia, convirtiéndola es un eslogan vacío de campaña al no luchar contra ella en toda su amplitud.
Ante esto, los estados callan. Como el español. Socialmente, porque sería el equivalente a
levantar la alfombra y descubrir una realidad social que pocos quieren admitir.
Democráticamente, porque el discurso está muchas veces desbalanceado impidiendo que todo aquel que no fuera un grupo tradicionalmente maltratado pueda llegar a serlo, aunque haya pruebas para ello; lo cual restaría votos. Pero, es en el Derecho donde los hombres maltratados encuentran su última red de seguridad. Pese a los intentos del Estado por marginar a los hombres maltratados considerándolos víctimas de violencia doméstica y no de género, de no hace obligatoria la investigación y de, entre otros, no dar fondos para su ayuda.
Existe en esta esfera bufetes como Patón y Asociados, expertos en dar las víctimas de maltrato masculino la excelencia en la defensa que se merecen. Para que el derecho, nos haga más democráticos y más sociales a todos.
Por Juan Rivera Crespo, de Patón & Asociados
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