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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

De Aznar a Rajoy, pasando por Zapatero: España y la sequía nacional

Embalse del Gorg Blau, en la Sierra de Tramuntana, en mínimos de su capacidad | EFE

Un año más, la sequía ocupa titulares en toda la prensa nacional: ‘El campo español muere de sed’, dicen para hablar de un mal endémico agudizado por la ausencia de un Plan Hidrológico efectivo. De Aznar a Rajoy, la historia del agua en España. 

‘España encara un otoño crítico del que dependerá la entrada en sequía severa’; ‘Se agrava la sequía en España: las reservas de agua caen un 14% con respecto a 2016’; ‘España camina hacia la peor sequía en 20 años’; ‘La sequía en España deja bajo mínimos las cuencas del Segura, el Duero y el Júcar’…

Titulares, todos ellos, de la prensa de esta semana y podríamos decir que, casi, de cualquier verano español. Que España atraviesa por periodos de sequía no es nuevo -sí lo es, quizá, el claro empeoramiento de las reservas de agua- y ahí radica, precisamente, la importancia de lo que pasa hoy con el agua en España.

Vayamos casi dos décadas atrás, a 2001. El Gobierno de José María Aznar aprueba el llamado Plan Hidrológico Nacional que contemplaba, entonces, un trasvase del Ebro hacia cuencas mucho menos favorecidas por la climatología y la orografía como la del Júcar. Un plan que permitiría, mediante la creación de canales y embalses, llevar agua de las cuencas excedentarias a las deficitarias. Repartir el agua de España, en resumen.
La Unión Europea sometió el plan a examen y lo consideró técnicamente posible y conveniente. Lo aprobó y destinó abundantes fondos – el gobierno de Aznar solicitó 1.200 millones a los Fondos Europeos- para financiar el proyecto. El trasvase estaba en marcha.

Llega Rodríguez Zapatero

Pero, la sorpresiva victoria del candidato socialista José Luis Rodríguez Zapatero cambió los planes. El Ejecutivo socialista derogó el trasvase en junio de 2004 y, con Cristina Narbona como titular de Medio Ambiente, puso en marcha un nuevo Plan Hidrológico: AGUA.

Contentaba así a quienes habían protestado por la aprobación de un plan -el trasvase- que sus detractores llegaron a calificar como ‘obra franquista’. Los pantanos (y los fantasmas) de Franco salía a pasear y ecologistas e izquierda lamentaban que la solución al problema del agua pasara por “cemento, cemento y cemento” (en alusión a la necesaria creación de canales para transportar el agua).

«El trasvase del Ebro no se hará ni ahora ni en ningún caso porque es inviable e injustificable», dijo el Ejecutivo Zapatero en 2004

«El trasvase del Ebro no se hará ni ahora ni en ningún caso porque es inviable e injustificable», declaró Narbona, que garantizó «1.063 hectómetros cúbicos frente a los 620 hectómetros reales del trasvase del Ebro» para abastecer al levante español. «Habrá más agua y más barato que con el trasvase. También será más rápido porque con la ampliación de algunas plantas desaladoras y la reutilización del agua donde existen depuradoras, para la primera mitad de 2005 puede empezar a llegar agua con un mínimo coste», decía.

Y ahora, vayamos a 2016. Miren este titular del diario El Mundo. “Desaladoras: un sobrecoste del 128%”. La situación se resumía a la perfección: “El llamado Programa Agua contemplaba la construcción de 15 nuevas desaladoras: Águilas, Marbella, Mutxamel/Campello, Torrevieja, Moncófar, Oropesa, Sagunto, Bajo Almanzora, Vega Baja, Denia, ampliación de Jávea, Adra, ampliación de Mojón, Costa del Sol Occidental y Níjar. El presupuesto oficial para todo ello se fijó en 721 millones. Cuando llegó el PP al poder [2011], de las 15 desaladoras previstas había sólo una en servicio, la de Marbella, que se adquirió ya construida. En la etapa socialista anterior, las sucesivas ministras de Medio Ambiente -Cristina Narbona, Elena Espinosa y Rosa Aguilar– fueron elevando al alza la inversión y de 721 millones de euros se pasó un presupuesto de 1.337 millones, ya entonces un 85,4% más de sobrecoste, sin haber pasado de la redacción de los proyectos. El Gobierno actual ha llegado finalmente a invertir 1.650 millones para completar las infraestructuras necesarias de aquel programa y hasta 12 de las 15 desaladoras previstas, según datos oficiales”.

Si se preguntan por qué el Partido Popular no alza la voz contra lo que es, a todas luces, un fracaso del ‘gran plan’ socialista, echen un vistazo a estos titulares y lo entenderán: “Seis desaladoras adjudicadas por el PSOE tuvieron un sobrecoste de 215 millones”; «El juez imputa a cuatro altos cargos de Acuamed de la etapa del PSOE por las irregularidades en dos obras»; “El juez reactiva el ‘caso Acuamed’ con la obra que salpica a un senador del PP”. Parece que ni a PP ni al PSOE les conviene airear esto de las desaladoras…

Murcia muere de sed

Entre plan y plan -y como suele ocurrir con las guerras políticas- lo que hay ahora en España, además de sequía, es una batalla fratricida entre Castilla la Mancha y Murcia por el trasvase Tajo-Segura. Unos piden agua; los otros dicen que no tienen suficiente. Son las cuencas con más ‘sed’ y son, a la vez, las primeras exportadoras agrícolas de España.

“Fue por descontado un error, como también lo fue en su momento abandonar la idea de la interconexión de Cuencas plasmado en el PHN de 1993 –denominado Plan Borrel»

Desde el Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura (SCRATS), su presidente, Lucas Jiménez, señala a La Gaceta el error que supuso dejar de lado el Plan Hidrológico Nacional del Trasvase. “Fue por descontado un error, como también lo fue en su momento abandonar la idea de la interconexión de Cuencas plasmado en el PHN de 1993 –denominado Plan Borrell- y que, no olvidemos, contemplaba un Trasvase de Ebro con un volumen superior de agua a trasvasar con respecto al PHN de 2004. En un país con marcados desequilibrios hídricos siempre es un error fatal dejar de lado los proyectos que implican la realización de obras de vertebración hídrica del territorio”.

Preguntado sobre la situación actual de las cuencas del Júcar y Segura y, sobre todo, sobre si estarían en mejores condiciones de haber habido trasvase, tiene una respuesta clara: “Evidentemente el Plan Hidrológico Nacional habría acabado con el déficit estructural que el propio Plan de Cuenca del Segura manifiesta tener”.

Desaladoras, ¿una solución?

El debate -explican a La Gaceta desde el SCRATS- no es desalación o trasvases. “Es posible -la experiencia en este sureste así lo acredita- y diría que fundamental, coordinar todos los recursos; trasvases, desalación, reutilización de aguas depuradas, recursos subterráneos y una vía de obtención de recursos poco mencionada… la modernización de regadíos tendente al ahorro del agua. En todos estos medios, convencionales o no de consecución de recursos el sureste es un modelo”.

Las famosas desaladoras de Narbona, además, no se pueden contemplar como un sustituto válido del resto de fuentes de captación de recursos, por cuanto “presentan un coste energético que las hace excesivamente caras para ser utilizadas en exclusividad”, no pueden implementarse en zonas de regadío situadas en cotas elevadas sobre el nivel del mar y el agua que proporcionan tiene “un alto contenido en boro» por lo que debe ser diluida en otras aguas hasta que el contenido de este elemento sea inferior a 0,3 mg/l para evitar que sea tóxico para el cultivo».

¿El futuro?

La realidad, más allá de la política, “es que la Cuenca del Segura, el sureste español, presenta un déficit endémico de agua derivado de la climatología extrema que padece. Es el territorio más seco de Europa, sólo comparable con algunas zonas del archipiélago canario. Es pues una situación estructural y no estacional”.

Por eso, explican desde el Sindicato de Regantes, el trasvase Tajo_Segura soporta las tarifas por servicio de agua más caras del país, y en esto va de la mano el ‘agua de boca’ o suministro a viviendas”. “En el sureste aprovechamos amén del trasvase todos los recursos no convencionales –reutilización y desalación- en índices alejadísimos del resto del país, economizamos como nadie el poco agua recibida y pese a eso conseguimos un entramado productivo responsable del 70% de la exportación global de hortalizas y el 29% de las frutas del país”.

Resumen: “Se hace preciso un Plan Hidrológico Nacional con obras que palíen los problemas de nuestra Cuenca y del resto de cuencas que tengan similares dificultades”.
Mientras tanto, seguiremos hablando cada verano de la sequía nacional y la sed del campo español.

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