El día antes de las elecciones presidenciales, aquí no hay jornada de reflexión. La camapaña no se detiene durante 24 horas para darle continuidad a una vieja tradición, tampoco para evitar altercados o, con una excusa formal, para que los estadounidenses pueda pensar sobre su voto.
Los actos siguen, los mítines se suceden a más de uno al día para cada candidato y la tensión crece hora tras hora. Según la media de las encuestas, hay un empate técnico. El terreno de juego es perfecto para los demócratas.