Al poco de llegar a la Casa Blanca, Joe Biden renombró el segundo lunes de octubre del Día de Colón al Día de los Pueblos Indígenas en el país de América con menos indígenas, donde sólo quedan unos pocos aborígenes en los territorios a los que llegaron los españoles, y otorgó libertad a los gobiernos locales y estatales para elegir qué celebrar.
A algo más de tres semanas de las elecciones, la calma que impera en el país y en aún más en la capital es el reflejo de la poca ilusión que despierta una candidata limitada en lo intelectual y torpe en lo político, y del menor miedo hacia un rival demasiado conocido como para que el relato oficial sobre él aún cale una década después.