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la gangrena progre ha alcanzado a la superpotencia, y ser patriota es ya ‘problemático’

El 4 de julio es un día ‘facha’: los símbolos nacionales ya no unen a Estados Unidos

Bandera de Estados Unidos. EUROPA PRESS

Oh decid, ¿podéis ver, a la temprana luz de la aurora,

Lo que tan orgullosamente saludamos en el último destello del crepúsculo,

Cuyas amplias franjas y brillantes estrellas, a través de tenebrosa lucha,

Sobre las murallas observábamos ondear tan gallardamente?

Sí, hombre, esa bandera de las barras y estrellas, símbolo del supremacismo blanco, la esclavitud, el heteropatriarcado y que ya solo ondean los trumpistas partidarios de asaltar el Capitolio.

A cualquier español le sonará eso de que los símbolos de todos, las fiestas nacionales, pasen a ser cosa de fachas vilipendiada por la izquierda e ignorada por un acomplejado centro-derecha.

Quienes esperábamos que España superase algún día esa enfermiza anomalía y pudiese celebrar lo propio sin referencias ideológicas solíamos mirar, suspirando, al otro lado del Atlántico, a esa vieja democracia en la que, se sea de izquierdas o de derechas, demócrata o republicano, pobre o rico, negro o blanco, todos se reconocían en el amor a la patria y el orgullo de ser americanos y reconocerse en sus símbolos.

Pero la gangrena progre ha alcanzado a la superpotencia, y ser patriota es ya ‘problemático’, como han probado varias manifestaciones este 4 de Julio, Independence Day.

El pistoletazo de salida, el sello de aprobación del nuevo estado de cosas, lo ha dado el diario más importante del país, el mismo que copian servilmente El País, Le Monde, La Repubblica o The Guardian como biblia del moderno bienpensante: The New York Times. Y la Dama Gris ha decidido este año que ser gringo ya no mola.

El artículo se titula ‘Un Símbolo de Unidad del Cuatro de Julio Que Podría No Seguir Uniendo’, y dice cosas como esta, que al lector español les sonará: “Hacer ondear la bandera americana desde la parte de atrás de un ‘pickup’ o en el jardín se ve cada día más como una señal… de la filiación política de la persona”. Y eso pasa porque “los partidarios del expresidente Donald J. Trump se han abrazado tan fervientemente a la bandera …. que muchos progresistas temen que la izquierda haya cedido casi completamente el emblema nacional a la derecha”.

Conocen el discurso: la derecha ‘monopoliza’ los símbolos nacionales, de modo que llevan a los demás a no reconocerse en ellos. Nunca se les ocurre que, siendo los amos del discurso cultural, les sería facilísimo anular este efecto reivindicando estos símbolos e incluso convertirlos en propios.

Porque, ay, fue antes el asquito que la progresía desarrolló hacia todo lo patrio que la supuesta patrimonalización que hizo la derecha de lo común a toda la nación. Lean, por ejemplo, este tuit, publicado el mismo Día de la Independencia: “Cuando dicen que el 4 de Julio va de la libertad americana, recuerden esto: la libertad a la que se refieren es para los blancos. Esta tierra es tierra robada, y los negros siguen sin ser libres”.

El problema es que quien arruina de este modo la fiesta a sus compatriotas no es un/a espontáneo/a anónimo/a, sino Cori Bush, congresista de ese Estados Unidos que denigra. Y, oh, por cierto, es negra, y si los negros siguen sin ser libres en un país donde pueden ser congresistas, no sé muy bien dónde lo pueden ser.

Bush, diputada por Missouri, obtuvo su escaño con el apoyo del grupo terrorista Black Lives Matter y uno de sus temas favoritos es la demanda de ‘reparaciones’, es decir, de que se recaude a los blancos de América una fortuna con la que indemnizar a los negros de América por haber sido esclavos, aunque no hay ningún negro hoy que haya sido esclavo ni blanco alguno que los haya poseído.

El caso es que el artículo del New York Times es reflejo (tramposo) de que Estados Unidos, la primera potencia mundial, ejemplo de un patriotismo hipersentimental que a este lado del charco nos daba una mezcla de envidia y alipori, se ha unido al pelotón de naciones odiadas y despreciadas por sus élites globalistas.

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