«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

‘El catolicismo liberal es un pie en la verdad y otro en el error’

Tanto el liberal como el católico fiel al Magisterio de su Iglesia aborrecen las continuas injerencias del Estado moderno.

Daniel Marín Arribas es economista católico y profesor de universidad. Compatibiliza una intensa vida profesional en el mundo del seguro como controller financiero y consultor junto con labores de docencia e investigación en el área de las ciencias sociales. Entre sus títulos académicos destacan sus máster en Doctrina Social de la Iglesia y Escuela Austriaca de Economía, y ahora se encuentra preparando una tesis doctoral que aguarda a ser un amplio y esmerado estudio sobre el problema moral, jurídico y económico de la usura y su cuestión en el sistema capitalista occidental contemporáneo.

Por otra parte, conoce muy bien el pensamiento liberal, con el que se educó en sus años de estudiante, y es uno de los mayores expertos de la actualidad en la Escuela de Salamanca, gracias a años de dedicación completa a la lectura y aprendizaje de lo que enseñaron sus componentes y epígonos. Ello, unido a un celo apostólico que no esconde, le han movido a sacar adelante numerosos trabajos y proyectos con el fin de traer al debate público la luz de la doctrina social católica sobre temas que tras la gran crisis económica de 2008 están más candentes que nunca.

Recientemente ha protagonizado durante más de dos meses una gira de conferencias bajo el título “La Iglesia y el Liberalismo” en varias ciudades españolas, acogido por numerosos organismos, centros de estudios, y parroquias, como el Colegio de Economistas, la capilla Apóstol Santiago, o el Círculo de Estudios Santaella, en Sevilla, Barcelona, o Madrid.

Su planteamiento de fondo es la radical oposición que habría entre el Magisterio de la Iglesia y los postulados del liberalismo. Junto con las conferencias, de la mano de su iniciativa también ha salido a la luz la edición hispana de la obra del norteamericano Christopher Ferrara “The Church and The Libertarian”; un completo estudio de casi 600 páginas coronado por un profuso Apéndice escrito por Daniel, que trata la cuestión y desmonta muchos mitos difundidos.

La Iglesia y el Liberalismo: ¿amigos o enemigos?

En puntos accidentales, amigos. En el fundamento, que es lo que importa a la hora de tener una estructura desde la que formular juicios y entender la realidad, radicales enemigos.

¿En qué podrían ser amigos?

Tanto el liberal como el católico fiel al Magisterio de su Iglesia aborrecen las continuas injerencias del Estado moderno en todo, además de la manía de la izquierda socialista de sacralizar continuamente lo “público”.

La Doctrina Social de la Iglesia defiende el principio de subsidiariedad, es decir, si ciertas cosas las pueden hacer bien los individuos, familias, asociaciones, empresas, e incluso, por qué no, gremios, privados, el gobierno no debería asumir esas tareas. Por su parte, el liberal clásico tiene por ideal el “Estado mínimo”, es decir, que el Estado se meta lo menos posible en la vida de los ciudadanos.

¿Y en qué enemigos?

Valga el ejemplo puesto para ver la cuestión de fondo: Para el liberal el Estado es un mal, menor que vivir en una anarquía –no para todos-, pero al fin y al cabo un mal. Para el católico el poder gubernativo es un bien, es de ley natural que exista, y de ahí que Francisco de Vitoria o Luis de Molina, por citar autores de la Escuela de Salamanca, dijeran que viene de Dios. Igualmente, el apóstol San Pablo afirmaba que el gobernante es un ministro de Dios.

De esta manera, el pensamiento liberal pone todo su empeño en minimizar la acción estatal, y tiende a apoyar la legalización del aborto, las drogas, la pornografía, el salario libre aunque sea de miseria, o la apertura indiscriminada de comercios sin respeto del descanso dominical. La Doctrina Social Católica pone su acento en las intervenciones justas o injustas, teniendo el gobernante que legislar y actuar de acuerdo a la intención de Dios, sin transgredir su ley divina y natural. Por tanto, en un gobierno católico no cabría la permisión de todo lo dicho anteriormente. El mal no tiene derechos, y la mejor virtud que define a un regidor es el temor de Dios, en acertada aserción del padre Juan de Mariana.

¿Qué ocurre con los católicos que se definen “liberales”?

El catolicismo liberal, tal como expresó el beato Pío IX, es un pie en la verdad y un pie en el error. Este Pontífice, asimismo, temía más por el mal del catolicismo liberal que por el del socialismo, pues es menos evidente y suele engañar a las masas bienintencionadas.

Y no se equivocaba; en el caso español reciente esto no es ni más ni menos lo que ha sido y ha hecho el PP durante 30 años, hasta que el virus liberal ha terminado por destruir por completo su superficial pegatina católica. Los obispos de San Sebastián y Alcalá de Henares, Mons. Munilla y Mons. Reig Pla, lo han dicho bien claro hace poco: “El Partido Popular es liberal, informado ideológicamente por el feminismo radical y la ideología de género (…) siervos, a su vez, de instituciones internacionales (públicas y privadas) para la promoción de la llamada ‘gobernanza global’ al servicio del imperialismo transnacional neocapitalista”.

Detrás del liberalismo está la masonería con su poder efectivo y su ideología, y detrás de ambos, fuerzas espirituales del maligno que bajo rótulos coloridos de paz, igualdad, libertad, fraternidad, tolerancia, etc. no hacen otra cosa que llevar a la destrucción misma del ser humano. Así, el Papa León XIII no dudó de catalogar a los liberales de “imitadores de Lucifer”.

¿Puede ser un hijo de Dios “imitador de Lucifer”? Es absurdo pretender la cuadratura del círculo…

¿Y capitalismo “católico”?

El capitalismo es el sistema económico del liberalismo, y por tanto merece el mismo juicio.

Su pie en la verdad es aceptar el mercado, la propiedad privada, y la iniciativa empresarial; realidades naturales que no deben ser abolidas como pide el socialismo comunista. Sin embargo, no entiende de precios justos más allá del poder del más fuerte en la “libre” aceptación entre las partes, su dinero y funcionamiento nace y crece de la usura, el trabajador es una mercancía más a la que no importa explotar y subyugar, la especulación crea vividores de renta que dañan al bien común y no en pocas ocasiones son generadores de burbujas con las nefastas consecuencias que ello implica, sus grandes firmas financian lobbies abortistas y LGTB, no respetan el descanso dominical, y con frecuencia protagonizan grandes fraudes y abusos, entre otras realidades que un católico jamás puede aceptar.

Para el liberal capitalista el mercado es el “dedo de Dios” (Thomas Woods) y su “mano invisible” canaliza los vicios privados en bien común (Adam Smith). Pero el católico sabe que el mal privado es directa o indirectamente un mal social que acaba afectando a todos (Francisco de Vitoria), y el Magisterio avisa de que “existe el riesgo de que se difunda una ideología radical de tipo capitalista que (…) de forma fideísta confía su solución al libre desarrollo de las fuerzas del mercado” (Juan Pablo II).

He ahí por ejemplo la Escuela Austriaca de economía difundiendo esa “ideología radical de tipo capitalista”.

En el libro que has publicado recientemente, se contesta a la pregunta de si es compatible dicha escuela con la Doctrina Social de la Iglesia. ¿Qué podemos encontrar en él?

En resumen, una respuesta a sus errores, especialmente importante en un contexto donde muchos católicos están siendo estafados.

¿Y si te comunicaran que para Mises, Jesús era el culpable del socialismo y su miseria, y que un recién nacido no es un ser humano? ¿Y si te enseñaran que Rothbard no tenía ni idea sobre la Escuela de Salamanca y sentencia su protoaustrianismo citando mal a Francisco Suárez, por ejemplo, o que pese a defender la propiedad privada absoluta hasta

para abortar a un nasciturus como una especie de desahucio, estaba a favor de las desamortizaciones que antaño sufrió la Iglesia de la mano de ministros liberales? ¿Y si te mostraran que Hayek en realidad era un determinista o que afirmaba la permisión lícita de dejar morir a un pobre si ese mismo libre arbitrio en el que no creía así lo decidía?

Todo eso y más se comunica, enseña y muestra en la obra. No desvelo más e invito a todos a su lectura y meditación.

¿Qué le dirías a un católico y qué a un liberal?

Como yo no soy ningún innovador, sino un testigo fiel de la Tradición, más perenne que antigua, dejaré que hablen los Pontífices por boca mía, siguiendo aquel mismo ejemplo de los profetas por cuya boca habló el Señor.

A los liberales les exhortaría a la conversión y amor a Cristo, exclamándoles lo que el Papa Juan Pablo II en 1988 clamó: “¡Abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo! Abrid a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas tanto económicos como políticos, los dilatados campos de la cultura de la civilización, del desarrollo”.

Y a los católicos, les pediría alerta y fidelidad en estos tiempos tan confusos y difíciles, como el Papa Pío VI en 1791, otra época que no más, pero también lo fue: «A todos vosotros católicos… os exhortamos, en la efusión de Nuestro Corazón, a que recordéis el culto y la fe de vuestros padres [–yo diría hoy en día, abuelos-], a que seáis fieles, puesto que la religión es el mayor de los bienes, porque esta religión, que nos proporciona una eterna felicidad en el Cielo, todavía es en la tierra el único medio de asegurar la salvación de los imperios y la felicidad de la sociedad civil. Guardaos de prestar oídos a los engañosos discursos de los filósofos del siglo que os conducirán a la muerte, alejad de vosotros a todos los usurpadores, bajo cualquier título que se presenten, arzobispos, obispos, párrocos; no tengáis nada en común con ellos».

TEMAS |
+ en
.
Fondo newsletter