Soraya Sáenz de Santamaría parece que va perdiendo poco a poco el inmenso poder que aglutinaba dentro del Ejecutivo de Rajoy.
Primero fue la importantísima portavocía y la relación directa con los medios, que han recaído en manos de Íñigo Méndez de Vigo. Rajoy decidió entonces compensar esa pérdida de poder de su número dos regalándole las envenenadas Administraciones Territoriales o, lo que es lo mismo, lidiar con el desafío separatista.
Ahora, a la vicepresidenta del Gobierno se le escapa de las manos el control de la Comunicación. En la reestructuración de las funciones de Presidencia del Gobierno, publicada el 29 de julio en el BOE coincidiendo con el último Consejo de Ministros antes del verano, Rajoy la despoja de otro de sus múltiples poderes.
Cuenta Curry Valenzuela en ABC que la Secretaría de Estado de Comunicación pasa al control directo del presidente. Así, Carmen Martínez Castro ya no rendirá cuentas ante Soraya.
‘’La Subsecretaría de la Presidencia y para las Administraciones Territoriales, como órgano directivo de Departamento en el que se integran los servicios comunes, ejercerá las competencias propias de dichos servicios en el área de la Presidencia del Gobierno, en coordinación con la Secretaría General de la misma’’, reza el BOE.
Pero además, el Real Decreto obliga a la ministra de la Presidencia y para las Administraciones Territoriales (Soraya) a ‘’elevar al Consejo de Ministros los acuerdos relacionados con el Plan anual de publicidad y comunicación institucional y con el informe anual de publicidad y comunicación’’.
No sólo Castro aglutina más funciones. Según el citado diario, Jorge Moragas se queda a su vez con los dos nuevos departamentos creados: Asuntos Internacionales y Asuntos Europeos y G-20. La seguridad del presidente, también hasta el momento en manos de la vicepresidenta, se incorpora al abanico competencial de Moragas.
El mosqueo del presidente
En el libro que las periodistas Gabriela Bustelo y Alejandra Ruíz-Hermosilla le dedican a la vicepresidenta cuentan que durante el último proceso electoral Rajoy tuvo un gran mosqueo con Soraya a cuenta de su gran presencia mediática. Desde ese momento, según las biógrafas no autorizadas, su relación no pasa por uno de los mejores momentos.
La vicepresidenta, a ojos del líder del PP, es una especie de ‘fixer’ (alguien capaz de arreglarlo todo). A ella le encomendó la amarga tarea de solucionar el problema catalán durante la remodelación del Ejecutivo del pasado mes de noviembre. Rajoy decidió entonces endosarle la cartera de Administraciones Territoriales a cambio de la portavocía, una tarea con la que se sentía especialmente cómoda.
Menos de un años después, el fracaso de Soraya ha quedado constatado. Hay un referéndum ilegal convocado para el 1 de octubre, la ‘operación diálogo’ se ha ido al garete y los separatistas siguen tensando la cuerda.
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