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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Cada mes cierran 70 explotaciones lácteas en España

El ligero repunte de los precios en origen no ha servido para frenar el cierre de explotaciones: 1.696 en dos años. Ya hay menos de 15.500 ganaderos de leche en nuestro país. Castilla y León, Galicia y Asturias, con un 5,2% son las provincias más castigadas por esta terrible situación.

En la actualidad hay 15.302 productores ganaderos en España, pero al finalizar 2017 habrá menos de 15.000. Cada mes cierran 70 explotaciones lácteas. De esta desgarradora situación la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG).

Alerta de que en abril de 2015 había 16.998 productores de leche en nuestro país y desde entonces ya han desaparecido casi 2.000 establecimientos.

¿Y las provincias más castigadas por esta situación cuáles son? Castilla y León, donde ha disminuido el 7,7% de la de actividad; Galicia, con un 6,6% menos; y Asturias, con un 5,2.

Un ejemplo concreto: Galicia arrancó 2016 con 9.078 productores, lo acabó con 8.554 y en la actualidad quedan 8.000.

Y el sector no cubre la demanda de leche de los españoles. Si en nuestro país se producen seis millones de toneladas al año, se consumen nueve. Se importa principalmente de Francia. Más aún, el año pasado nuestros ganaderos vendieron a pérdidas.

‘La hoja de ruta oculta del Gobierno y la UE’

Esta organización pone el grito en el cielo sobre la ‘hoja de ruta oculta’ del Gobierno y la UE para el sector lácteo, que, según critica, no es otra que “equilibrar oferta y demanda sacrificando ganaderos”.

Cuando se cumplen dos años de la eliminación de las cuotas de producción lácteas, esta organización que fue la única que advirtió de los negativos efectos de la eliminación de las cuotas, informa de que el ligero repunte de los precios en origen no ha servido para frenar el cierre de explotaciones.

Destaca que en abril de 2015 había 16.998 ganaderos dedicados a la producción de leche en España y quedan 15.302. Lamentablemente, el tiempo ha dado la razón a COAG. La responsable del sector lácteo de su Comisión Ejecutiva, Charo Arredondo, critica también que “aquellos que en su momento apoyaron un futuro sin cuotas ahora callan y no asumen responsabilidades”

‘El paquete de medidas de Bruselas era una trampa’

Esta organización hace hincapié en que a nivel comunitario, la falta de soluciones efectivas a la crisis láctea ha provocado situaciones paradójicas. Cita, por ejemplo, que se destina presupuesto para compensar a aquellos ganaderos que reducen su producción al tiempo que se liberaliza totalmente el sector, al tiempo que se abre la puerta a proyectos como el de la macro-granja de 20.000 vacas en Noviercas, que pretende producir 180 millones de litros de leche al año (el equivalente a 432 explotaciones familiares de Castilla y León).

COAG denuncia “que el paquete de medidas para afrontar la crisis láctea presentado por Bruselas era una trampa». «Enmascaraba un plan de abandono, al tiempo que favorecía una deslocalización de la producción a favor de los países del centro y norte de Europa y los intereses de industrias y cadenas de distribución”, subraya.

La citada responsable de COAG lamenta que la “escasa voluntad política para articular mecanismos de regulación de mercado eficaces, que equilibren oferta y demanda sin destruir el tejido productivo, amenazan el futuro de las explotaciones familiares en España”.

A nivel europeo, COAG y Coordinadora Europea Vía Campesina (ECVC), consideran que sólo el restablecimiento de instrumentos públicos de regulación de la producción y una normativa que ponga límite a la dimensión de las explotaciones (que evite macro-granjas industriales de 20.000 vacas como la del proyecto de Noviercas) puede garantizar la sostenibilidad económica, social y medioambiental de la actividad ganadera en la UE.

Un flash sobre la historia de este sector

El sector lácteo español, en su vertiente de la producción, tiene dos ramas: la de los ganaderos que producen la leche y la de las industrias que la transforman en productos aptos para el consumo. Sin embargo, a veces los propios ganaderos industrializan también la leche que producen desde empresas fabriles de estructura generalmente cooperativa.

Esas dos ramas suelen porfiar, cada una, por ocupar un mayor espacio en el valor añadido conjunto, lo que determina una tensión muy típica, que se da por igual en todos los países desarrollados del mundo. Por otra parte, no debe olvidarse que es la distribución (grandes y pequeños comercios) la que al final completa, con sus márgenes, el valor añadido total de los productos lácteos en su conjunto y establece los precios llamados «de mercado».

Como siempre suele ocurrir, el comerciante o distribuidor es el que tiene la última palabra y el que determina la parte de valor añadido que queda para el reparto entre las dos ramas de la producción, esto es, de ganaderos e industriales.

Todo esto, que es obvio, determina sin embargo que la vida económica y social de los que se mueven dentro del sector lácteo sea extraordinariamente dinámica, muchas veces azarosa y casi siempre compleja, dado que la leche como materia prima añade la necesidad de pasar por procesos tecnológicos extraordinariamente delicados y que abarcan los campos de la físico-química, la bacteriología, la ingeniería industrial y, finalmente, la economía.

España produjo apenas dos mil millones de litros de leche en el año 1950. Desde entonces y, sobre todo, a partir del ordenamiento sectorial debido a la normativa oficial de las llamadas centrales lecheras, en 1966 la producción de leche comenzó a desarrollarse, hasta llegar a los siete mil millones largos de litros producidos el año de nuestra incorporación a la UE. Esto es, la producción se multiplicó casi por cuatro en algo más de dos décadas.

Pero al entrar en el Mercado Común, justo en el momento en que se establecía el sistema de contingentes de producción, llamado cuotas lecheras, se nos asignó una cuota que apenas si cubría el 60% de nuestras necesidades.

Tuvimos que comprarles forzosamente a nuestros socios comunitarios el 40% restante, esto es, cerca de cuatro mil millones de litros al año de equivalente leche (quesos, yogures, leche en polvo, leches envasadas, etc). Y en esta situación de déficit que oscila entre el 60% y el 70% hemos permanecido hasta 2015, momento en que desaparecen las cuotas lecheras y todos los países se encuentran en liberad de producir sin límite cuantitativo alguno.

Han sido, por lo tanto, 33 años en los que nos hemos visto obligados a comprarles a los demás países comunitarios, principalmente a Francia, Alemania, Irlanda, Holanda y  Dinamarca la friolera de cien mil millones de litros de leche, cuyo valor se aproxima a 3 billones de las antiguas pesetas. Téngase esta cantidad presente al hablar del «regalo» que para España supuso el régimen de los fondos de cohesión, que, según se mire, no fue tal regalo.

El sector lácteo, el gran perjudicado en nuestra experiencia comunitaria

Se puede decir sin temor a error que el sector lácteo español ha sido el gran perjudicado en nuestra experiencia comunitaria. Estos son los resultados, después de transcurridos 32 años:

1 .-Desaparición del 90% de las explotaciones ganaderas de leche, que en su inmensa mayoría eran de carácter familiar.

2.-Desaparición de buena parte de las industrias lácteas.

3.- No hemos podido obtener un sitio en el mercado internacional, al carecer de materia prima suficiente, dado el déficit de producción respecto a nuestro consumo interno.

4.- Tenemos hoy empresas más pequeñas que las de los principales países competidores y, por tanto, nos encontramos en inferioridad de condiciones en un mercado globalizado como el actual.

El futuro de nuestro sector lácteo no deja de ser una incógnita, sobre todo, en lo que respecta al tipo de ganadero que se mantendrá en la profesión.

No sabemos qué tipo de ganaderías serán las más competitivas, dado que también en España podrán desarrollarse establos con más de 10.000 vacas en producción, y situadas a pie de consumo, en los que la alimentación podrá adquirirse a terceros, incluida la importación. Si así fuera, la Cornisa Cantábrica se vería en una situación aún más comprometida.

 

 

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