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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

‘Tabarnia’, ¿la decimoctava autonomía?

Aseguran que existen dos Cataluñas: la interior, rural y separatista, y la costera (Barcelona y Tarragona), «próspera, bilingüe y no independentista». Es por ello que han creado un movimiento, «Tabarnia», que busca erigirse en comunidad autónoma para mantenerse a salvo de una posible secesión.


‘Barcelona is not Catalonia’ se presenta como una organización “ciudadana de base transversal, unitaria y democrática” con un objetivo claro: lograr una gestión política y fiscal propia para Barcelona al margen de la Generalitat de Cataluña. O lo que es lo mismo, crear una nueva comunidad autónoma.
Aseguran reunir para su causa a más de un centenar de agrupaciones, asociaciones y empresas de todos los ámbitos de Barcelona así como ciudadanos a título particular. Han nacido como respuesta al desafío rupturista, que tachan de “profundamente negativo para los intereses de Cataluña en general y de los ciudadanos de Barcelona en particular”. De manera que, ante el riesgo de secesión, buscan marcharse de Cataluña y permanecer unidos al resto de España, apelando para ello a motivos económicos, sociales, deportivos, culturales o educativos. Y se sirven del mismo argumentario separatista para reclamar una “consulta a la ciudadanía” que determine si los barceloneses se erigen en una nueva comunidad autónoma o por el contrario continúan “bajo el gobierno de la Generalitat, financiando un proyecto contrario a sus intereses”.
Carla Arrufat, historiadora y presidenta de la Plataforma per l’Autonomia de Barcelona, explicaba hace pocos días en el digital ‘El Magacín’ que con Barcelona y Cataluña se tendría que haber hecho lo que con Madrid y Castilla la Nueva durante la Transición:
“Viendo que el peso económico y poblacional de Madrid era muy superior al del resto de la región se decidió separarlas, así es como nació por un lado la Comunidad de Madrid y por otro Castilla La-Mancha. (…) La Rioja se separó de Castilla la Vieja y formó su propia comunidad autónoma, lo mismo hizo Cantabria. Albacete se separó de Murcia y tampoco pasó nada. (…)
Sinceramente prefiero una Barcelona fuera de Cataluña a una Barcelona fuera de España. No permitiremos que nos aíslen. (…) No es que no queramos ser catalanes es que no nos están dejando otra opción que separarnos de Cataluña”.
El movimiento replica la fórmula que ha venido empleando el nacionalismo catalán desde hace un siglo, aludiendo a razones de tipo histórico y económico. Piden, por una parte, recuperar “la soberanía histórica del condado de Barcelona” como territorio autónomo e independiente y poner en valor “la milenaria bandera de Barcelona”. Y en lo relativo a los dineros exigen gestionar los recursos que genera Barcelona “de una manera más justa y eficiente” y, sobre todo, evitar “la sangría de ingresos hacia Cataluña y los agravios territoriales que padece desde hace 40 años por la Generalitat”.
Pero sobre todo les mueve la voluntad de permanencia en España. Creen que el separatismo está perjudicando la imagen de la Ciudad Condal y que, caso de tener éxito, produciría una ruptura “sentimental, económica y social”.

Así se forjó el movimiento

El embrión de la organización, según explica su propia página web, se originó tras una conferencia titulada «Las balanzas fiscales entre territorios catalanes», que se celebró en Barcelona el 29 de enero de 2011. El inicio del procés sumó argumentos y apoyos al proyecto. Se redactó un manifiesto, firmado por casi un centenar de expertos, en el que se solicitaba a la Generalitat un trato justo para Barcelona. “No es lógico ni razonable que si la Generalitat recauda en Barcelona y su área metropolitana el 87% de sus ingresos solo invierta el 59%” rezaba el manifiesto.
La primera asamblea constituyente de la plataforma tuvo lugar simbólicamente durante las fiestas de la Mercè, patrona de Barcelona, el 24 de septiembre de 2012. Los estatutos, el reglamento interno y la hoja de ruta hacia la autonomía política se aprobaron ese mismo día.

“Tabarnia” (Tarragona + Barcelona)

El movimiento está ganando envergadura hasta el punto de que diferentes medios de comunicación catalanes, incluso La Vanguardia, se han hecho eco. Y crece no sólo en visibilidad, también en su planteamiento. Se ha incluido a Tarragona y su área de influencia en el proyecto y el resultado es “Tabarnia”, un territorio próspero en lo económico y contrario al separatismo en lo político.
Según ‘Barcelona is not Cat’, Cataluña está formada por “dos zonas claramente diferenciadas desde el punto de vista económico, lingüístico, identitario, poblacional y social”. La división administrativa actual, denuncian, no se corresponde con la realidad, “y por tanto es necesario cambiarla”.
La denominación Tabarnia, que ha hecho fortuna en las redes sociales, sería la zona geográfica comprendida entre las áreas metropolitanas de Barcelona y Tarragona, aunque las fronteras precisas no están del todo definidas. Tal y como apunta el tuitero @tabarnia, se trataría de un territorio fundamentalmente urbano, con una población de 5,8 millones de habitantes y que concentra el 80% del PIB de Cataluña.
Así, frente a la Cataluña “cosmopolita, orgullosamente bilingüe, urbanita, multicultural e intensamente conectada con el resto de España y Europa” se erigiría la Cataluña interior o rural, de escaso peso demográfico y “mayoritariamente independentista, basada en una economía local, obsesionada con la identidad y hostil a la lengua castellana”. Y pese a su mucho menor relevancia económica y demográfica, es la segunda Cataluña, la rural, la que “parece la única existente”, denuncian en “Barcelona is not Cat”.

Dos Cataluñas, dos identidades políticas

Una mirada detallada de los resultados electorales muestra, efectivamente, una división geográfica muy clara entre la Cataluña mayormente nacionalista y la Cataluña que de manera clara se opone al proyecto separatista.
En un exitoso hilo en Twitter, @tabarnia ha resumido algunos datos interesantes de los que nos hacemos eco. En la consulta del 9N, en “Tabarnia” solo apostaron por la opción separatista el 27% del censo, y en las elecciones autonómicas, el 42% de los votos válidos fueron a opciones independentistas. En el resto de Cataluña el voto fue claramente separatista en ambas ocasiones: El 43% del censo votó por la secesión en la consulta del 9N, y un 66% de los votos válidos del 27S se decantaron por Junts Pel Si o la CUP.
 


Así las cosas, para el movimiento Tabarnia, el separatismo está muy lejos de ser transversal. En lo relativo a la secesión, habría dos Cataluñas, la urbanita, costera y próspera, partidaria de permanecer en España, y la Cataluña del interior, abrazada por completo a las tesis separatistas. Denuncia @tabarnia que los sociólogos y los partidos políticos “son perfectamente conscientes de esta división sociológica, sin embargo, apenas tiene repercusión en los medios y en las opinión pública, donde se insiste en la idea de una Cataluña uniforme con una única voluntad”.

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