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El calor del buen cine por Navidad

Si esto de las sugerencias es una cosa per se muy complicada, no quiero ya contarles lo difícil que se le hace a uno ponerse a elegir este puñado de películas que, según quien escribe, se tienen que ver durante estas fechas navideñas, que ya llegan. Lo fácil sería, creo, sugerirles volver a las obras maestras, a esas que nunca fallan. Incitarles a regresar a Qué bello es vivir, a El bazar de las sorpresas, a Doctor Zhivago, a Sonrisas y lágrimas, a El Apartamento, a Solo en casa I, a Solo en casa II o, si prefieren cine patrio, animarles a ponerse La Gran Familia, ¡Se armó el Belén! o Plácido. Pero, con permiso, vamos a hacer de estas sugerencias algo más personal.

La octava mujer de Barba Azul, de Ernst Lubitsch, 1932. Tiene algo el cine en blanco y negro que sabe, huele y, sobre todo, suena a Navidad. Esa especie de ruido blanco que nos viene a las orejas y que da un calor de chimenea y fuego, de lumbre. Lubitch es eso, y en esta película, con Gary Cooper, Claudette Colbert y David Niven, aunque transcurra en el calor de la Riviera francesa, nos cuenta la magia del amor con la magia del cine. Ah, y nos explica si el hombre tiene que usar o no parte de arriba del pijama para dormir. «¿Cómo diantre lo hizo Lubitsch?», preguntaría Wilder. Disponible en Filmin.

‘Los cañones de Navarone’ es mi apuesta personal, el recuerdo de mis Navidades

Marty, de Delbert Mann, 1955. El director de esta historia de amor entre dos patitos feos hizo un par de obras cumbre. De una ya habló el maestro García-Máiquez en su Mesas separadas; la otra, es esta. En ella, con una actuación de Oscar para Ernest Borgnine, Mann nos cuenta la importancia de no hacer caso al qué dirán, de tener claro lo que queremos en nuestra vida y de luchar por conseguirlo. Y todo en 91 minutos, vamos, un suspiro. Disponible en Filmin.

Indiscreta, de Stanley Donen, 1958. Segunda reunión de Cary Grant e Ingrid Bergman tras Notorious, de Hitchcock, en una de las mejores comedias románticas de la historia. Claro que el sello Donen, con títulos de crédito de Maurice Binder, no falla nunca. No puedo dejar de destacar las escenas de Navidad —que por eso está aquí— y la magnífica actuación de Cecil Parker en el papel de Alfred, cuñado de Ingrid. Fíjense. ¿La sinopsis? Se conocen y se enamoran. Así de sencillo. Disponible en Filmin.

Los cañones de Navarone, de J. Lee Thompson, 1961. Esta es mi apuesta personal, el recuerdo de mis Navidades. Está aquí sirviendo de abanderada de todas esas películas de guerra, de vaqueros, de esos clásicos que suenan, año tras año, en el salón de casa de mis abuelos el día de Navidad. Que si una de Gregory Peck, que si otra de John Wayne, que si esta de Kirk Douglas, que si pon la de Betty Taylor, que si ahora la de Spencer Tracy y, una tras otra, uno ha ido asociando estas voces —en su doblaje castellano, claro— al calor de estas fechas, de mi hogar y de la historia de mi familia y de mi vida. Por eso, durante esta Navidad, no puede faltar alguna de ellas. Sirva, como digo, Los cañones de Navarone de abanderada. Disponible en Movistar +.

My Fair Lady, de George Cukor, 1964. Otra cara del cine de siempre, del cine de Navidad, es Rex Harrison que, en danza con Audrey Hepburn nos cuentan la historia de siempre en un musical. La historia de esas diferencias y ese orgullo que, muchas veces, nos separan. La magia del cine hecha en decorados, una construcción ingeniosa de guion y pasos de baile. Para los que aún creemos que el romanticismo no es, ni será, una cosa cursi. Disponible en Filmin.

Harry Potter y la Piedra filosofal, de Chris Columbus, 2001. Un buen salto, sí, pero si la Navidad es más Navidad ya entrados los 2000 es gracias a Harry Potter y la música de John Williams. ¿Qué más se puede decir? Disponible en HBO Max.

‘La mujer del obispo’: protagonizada por Cary Grant, David Niven y Loretta Young, es mi clásico por antonomasia durante estas fechas

Polar Express, de Robert Zemeckis, 2004. Esta es, quizá, un capricho culpable. ¿Por qué hemos de creer? «¿Por qué me has visto, has creído?» parece decirle Santa Claus a este niño que duda. Niño al que ese revisor, que por cierto es Tom Hanks, invita a subir al expreso de la confianza, el amor y la fe. Una película que me recuerda aquella historia de 1897, cuando una niña de 8 años, Virginia O’Hanlon, escribió una carta al director del periódico neoyorquino The Sun en la que preguntaba al noticiero si Papá Noel era real, puesto que algunos de sus amigos reniegan de su existencia. «Virginia, tus amigos están equivocados. A ellos les ha afectado el escepticismo de una era escéptica. No creen salvo en lo que ven. […] Sí, Virginia, existe Papá Noel. Ciertamente él existe igual que existen el amor, la generosidad y la devoción», le respondieron. Disponible en HBO Max.

Klaus, de Sergio Pablos, 2019. Aquí sólo puedo repetir lo de siempre: si no la han visto, descúbranla, un poco como de casualidad, porque es una maravilla que, como yo, terminarán viendo Navidad tras Navidad. Disponible en Netflix.

He dejado una, La mujer del obispo, lo confieso. Protagonizada por Cary Grant, David Niven y Loretta Young, es mi clásico por antonomasia durante estas fechas, por si se la quieren poner, está en Filmin. En cualquier caso, de ella hablaremos en su momento, bastando, por ahora, con aquellas a las que volver. Les dejo, entonces, con los villancicos, los polvorones y turrones maridados con champán, cava, vino o esa sidra achampanada, El Gaitero, que se lleva siglos bebiendo en mi casa, no sin desearles muchos reencuentros familiares y la vuelta al calor de hogar, de los suyos y del buen cine, que es lo propio. Que esta Navidad sea, de todo corazón, muy, muy feliz.

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