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La corona de todos

La tarde lluviosa del martes nos citó la Fundación Villacisneros en la sede de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno para presentar La Corona en España. De los Reyes Godos a Felipe VI. Lo cierto es que uno ya no sabía quién lo citaba ni dónde. Llovió como pocos días ha llovido en esta ciudad y en las postrimerías del Museo Sorolla, esquina melancólica del Madrid hogareño, pegando ya con el British Council, estuvimos hacinados un centenar de madrileños hablando del rey. Pese a esto, yo me alegro porque hace tiempo que todo lo que convoca Villacisneros es multitudinario, y apoyados Hermann Terstch y yo en una columnata de aquella sede hubimos de escuchar la presentación.

El libro habla de la relación de la corona española con el poder político

Nos citó Villacisneros, decía, porque la Fundación de Íñigo Gómez-Pineda, Carlos Urquijo, María San Gil, y más gente de bien lleva años desarrollando un proyecto de divulgación llamado algo así como «La monarquía de todos». De todos los que entramos en aquella sala abarrotada, claro. En este devenir patriótico, la Fundación y la Esfera de los Libros han publicado La Corona en España. Tomó primero la palabra Manuel Campos Campayo, director del área de Historia de la Fundación y coordinador del libro, y vino a decirnos que aquello no es una obra sobre la monarquía al uso. No encontrará el lector imprecisiones morbosas ni «chismorreos de alcoba».

Así, este calado plumilla puede afirmar que Campos Campayo no mintió. Porque el libro es de los gordos, encuadernado con tapa dura y de buena presencia. A uno de los asistentes se le cayó su ejemplar en mitad de la presentación y más de uno despertó de un sueño histórico –y no es esto una figura literaria. Sin embargo, cuando uno cree que ha visto ya lo bueno, por fuera, como quien compra un coche mirando la carrocería, como quien busca novia recreándose en la carne, cuando uno ya ha palpado la rústica portada, decía, basta con abrir el tomo para descubrir lo mejor. El libro habla de la relación de la corona española con el poder político. Catorce capítulos para catorce especialistas que abordan, en una obra coral, completa e incluso amena, los desafíos que la monarquía ha sorteado en estas tierras de mi Españita

El siguiente en hablar fue José Luis Martínez-Almeida. Una periodista chillona de Telemadrid enfundó su cámara y Terstch sacó unos caramelitos del bolsillo, mientras el alcalde loaba el estrenado libro como «referencia literaria imprescindible en el ámbito monárquico». Vino a decirnos, en concordancia con el libro, que la institución monárquica «vertebra la nación. Una nación que llevó a cabo la mayor gesta civilizadora de la humanidad». «La corona –continuó– es la última garantía frente a las amenazas hacia el orden constitucional y hacia la seña inequívoca de España como Nación». Asentían los presentes entonces, disentían cuando Almeida mentaba la sedición y terminaron por aplaudir el epitafio del discurso del regidor madrileño: «Estamos aquí porque catorce académicos se han propuesto contar la verdad de la corona con excelencia. Por eso no caben tibiezas en esta defensa».

Calvo-Sotelo llevó el paroxismo monárquico al extremo, concluyendo que «la España del Rey Juan Carlos fue la mejor España»

Lo relevó en la presentación el moderador de la mesa, Julián Quirós, que habló de la idea de España, olvidando, quizás, aquella cosa orteguiana de que la idea «se posee» y en la creencia «se está». Sea como fuere, se sucedieron los distintos ponentes: Alfredo Floristán comentó el poder arbitral de la corona, símbolo de unidad y permanencia; Leopoldo Calvo-Sotelo analizó las crisis del reinado de Felipe VI, comenzando por 2016, «aquel año en que vivimos peligrosamente». Se mencionó a Jovellanos –y su famoso «el rey se esforzó por sembrar semillas de luz»– y se habló por último del rey Juan Carlos. Y lo bueno, ¡lo mejor!, de la presentación es que todo esto que yo ahora le cuento está mejor escrito en el libro, claro.

Decía que, por último, Quirós sacó el tema de Juan Carlos I. Analizado con más detalle en el libro –La Corona en España, les recuerdo–, los ponentes procuraron dejar clara una idea: en Juan Carlos sigue pesando más la cara que la cruz. Siendo éste un balance magnífico, Calvo-Sotelo llevó el paroxismo monárquico al extremo, concluyendo que «la España del Rey Juan Carlos fue la mejor España». Todos aplaudimos el arrebato, y cuando todo parecía acabado, un espontáneo nonagenario alzó la mano, la voz y el espíritu. Quirós, que había venido a hablar del libro, procuró cortar aquello con un viva el rey. Y viva, respondimos.

Estudiante de Relaciones Internacionales, Filosofía, Política y Economía. Colaborador habitual de La Gaceta, Revista Centinela, Libro sobre Libro y La Iberia. Woody Allen, Fernando Alonso y Julio Camba.

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