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Un Chesterton al cuadrado y un Tomás redondo

Justificaciones para traer a Ideas el libro de Gilbert K. Chesterton sobre santo Tomás de Aquino tenemos de sobra: el año pasado fue el centenario de la recepción de Chesterton en la Iglesia Católica y este año empezamos dos años jubilares tomasianos por tres aniversarios redondos: el 18 de julio de 2023 se celebrará el VII centenario de su canonización; el 7 de marzo de 2024, el 750º aniversario de su muerte; y en 2025 se conmemorarán los 800 años de su nacimiento.

Pero las fechas son lo de menos. Tenemos, además, cierta intriga. De este libro de Chesterton se han hecho los mayores elogios a pesar de que el autor inglés no era ni teólogo ni filósofo ni siquiera se documentó —según contó su secretaria— para escribirlo. Y, sin embargo, Étienne Gilson, uno de los mayores tomistas del siglo pasado, confesó nada más leerlo: «Chesterton apabulla. A lo largo de toda mi vida he estudiado a Tomás y nunca hubiese podido escribir un libro semejante». Maisie Ward, la editora del libro, como sabía que el autor había pedido de Londres media docena de libros sobre Tomás de Aquino, los había ojeado media mañana y se había puesto a escribir su libro sin solución de continuidad y de un tirón, quiso confirmar con Gilson ese diagnóstico tan positivo. El gran erudito contestó: «Lo tengo por el mejor libro sin comparación que jamás se haya escrito sobre santo Tomás… Quienes durante treinta o veinte años hayan estudiado a Tomás de Aquino y tal vez incluso hayan publicado dos o tres volúmenes sobre él, no pueden menos de notar que el llamado ingenio de Chesterton ha eclipsado su erudición… Él ha hecho todo lo que ellos más o menos torpemente buscaban expresar en formulaciones académicas». Otros expertos, como Josef Pieper, coinciden en el diagnóstico. Es la introducción más recomendada a la Teología de Santo Tomás.

Esto tiene dos explicaciones superpuestas. Por supuesto, el genio de Chesterton, pero la segunda es que hay entre ambos autores una gran afinidad espiritual e intelectual, además de la corporal. Chesterton, humilde y realista, creyente y sensato, estaba en la mejor disposición para entender al gran teólogo medieval. Y justo por estas mismas razones ambos son muy necesarios ahora, como antídotos, cuando el idealismo, el voluntarismo, el gnosticismo, el transhumanismo, la virtualización y el materialismo han hecho del pensamiento actual una casa de locos, como se puede ver en los libros La filosofía se ha vuelto loca, de Braunstein o La masa enfurecida de Douglas Murray. El siglo XXI será aristotélico-tomista-chestertónico o un manicomio global.

Empecemos aquí con unas píldoras de Santo Tomás de Aquino de Chesterton como un tratamiento de urgencia:

*** 

Santo Tomás es alguien fiel a su primer amor; y ese amor fue un flechazo a primera vista [con el sentido común, con la realidad]. 

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Una señora que conozco cogió una antología comentada de textos de santo Tomás y comenzó a leer con esperanza una sección titulada: «De la simplicidad de Dios». Enseguida dejó caer el libro con un suspiro, diciendo: «Vaya, si esto es su simplicidad, no me quiero ni imaginar lo que su complejidad puede ser».

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[Diferencia entre él y otros filósofos] Tomás de Aquino puede ser difícil de leer o de entender, pero no de aceptar una vez entendido.

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Cuando le preguntaron a Tomás qué es lo que más agradecía a Dios, contestó: «Que he entendido cada página que leí».

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Tomás era por partida doble un intelectual aristócrata [por la excelencia de su pensamiento y por su forma de discutir respetando al contrario como si librase una justa de caballeros], pero nunca fue un snob intelectual. No se le conoce ni una burla ácida ni un desdén.

Los escépticos no trabajan escépticamente, ni los fatalistas fatalísticamente. [En la vida cotidiana, todos somos realistas.]

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La filosofía tomista es más importante que la Reforma. O, mejor dicho, en un sentido constructivo, fue la Reforma.

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El más magnánimo de los hombres: el que es grande y sabe que es

pequeño. 

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Cualquier extremo de ascetismo cristiano es una prudente, o imprudente,

precaución contra el mal de la Caída, nunca una duda sobre el bien de la Creación.

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O no debemos discutir en absoluto con alguien o tenemos que hacerlo

sobre sus fundamentos y no sobre los nuestros.

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El santo es una medicina porque es un antídoto [y por eso mismo puede ser] confundido con un veneno.

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Poesía sin filosofía es solamente inspiración, o, dicho en lenguaje

vulgar, sólo viento.

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Cualquier artista sabe que la forma no es superficial sino fundamental,

esto es, que la forma es el fundamento. […] Cualquier poeta sabe que la forma del soneto no es solo la forma del poema, sino el poema.

*

Nadie empezará a entender la filosofía tomista ni la filosofía católica hasta que no se dé cuenta de que lo primario y fundamental en ella es la alabanza de la vida, la alabanza del Ser, la adoración a Dios como creador del mundo.

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